domingo, 25 de septiembre de 2011

Incendio en la Sierra de Puerto Castilla



Era media tarde del sábado, 24 de septiembre, sobre las seis y cuarto. Vimos que la sierra de la Peña del Cuervo comenzaba a arder por cuatro puntos cercanos, todos cerca de la garganta Cardiel. Llamadas al 112. A la media hora llegaba ya un helicóptero de la zona central de Gredos. Después contamos hasta cinco helicópteros más. No lograron apagarlo antes del anochecer. A la ocho de la mañana siguieron llevando agua. A media tarde de hoy estaba controlado.

La sierra de nuestro pueblo ardiendo, por Barreritas Blancas, por el camino hacia la Cuerda, ese que nos lleva a Robles Amarillos y a la Laguna.

El disgusto, grande. La impresión, penosa. El futuro: que han de cambiar bastantes cosas para que esto no vuelva a suceder.

Las fotos son de mi propiedad: Jesús Bermejo Bermejo. No se pueden reproducir sin citar su origen.


jueves, 22 de septiembre de 2011

Va pensiero

El pasado 12 de marzo, Silvio Berlusconi debió enfrentarse a la realidad.
Italia festejaba el 150 aniversario de su creación y en esta ocasión se representó en Roma la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi, dirigida por el maestro Ricardo Muti. Nabucco evoca el episodio de  la esclavitud de los judíos en Babilonia, y el famoso canto "Va pensiero" es el canto del coro de esclavos oprimidos. En Italia, este canto es un símbolo de la búsqueda de la libertad (en los años en que se escribió la ópera, Italia estaba bajo el imperio de los Habsburgo y las tropas de Garibaldi entraron en Roma cantándola). La misma palabra Verdi era el acróstico de Vitorio Emmanuele Rege D'Italia.

        Antes de la representación, Gianni Alemanno, alcalde Roma, subió al escenario para pronunciar un discurso en el que denunciaba los recortes del presupuesto de cultura que estaba haciendo el Gobierno, a pesar de que Alemanno es miembro del partido gobernante y había sido ministro de Berlusconi. Esta intervención del alcalde, en presencia de Berlusconi que asistía a la representación, produjo un efecto inesperado.

        Ricardo Muti, director de la orquesta, declaró al "Times": "La ópera se desarrolló normalmente hasta que llegamos al famoso canto "Va pensiero".
Inmediatamente sentí que el público se ponía en tensión. Hay cosas que no se pueden describir, pero que uno las siente. Era el silencio del público el que se hacía sentir hasta entonces, pero cuando empezó el "Va Pensiero", el silencio se llenó de verdadero fervor. Se podía sentir la reacción del público ante el lamento de los esclavos que cantan: "Oh patria mía, tan bella y tan perdida." Cuando el coro llegaba a su fin, el público empezó a pedir un bis, mientras gritaba "Viva Italia" y "Viva Verdi".

A Muti no le suele gustar hacer un bis en mitad de una representación. Sólo en una ocasión, en la Scala de Milan, en 1986, había aceptado hacer un bis del "Va pensiero". "Yo no quería sólo hacer un bis. Tenía que haber una intención especial para hacerlo" - dijo Muti -. En un gesto teatral, Muti se dio la vuelta, miró al público y a Berlusconi a la vez, y se oyó que alguien entre el público gritó: "Larga vida a Italia!".
Muti dijo entonces: "Sí, estoy de acuerdo: "Larga vida a Italia", pero yo ya no tengo 30 años, he vivido ya mi vida como italiano y he recorrido mucho mundo. Hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Accedo, pues, a vuestra petición de un bis del "Va Pensiero".  No es sólo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando dirigía al Coro que cantó "Ay mi país, bello y perdido" , pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria, estaría de verdad "bella y perdida". Muchos aplausos, incluidos los de los artistas en escena. Muti prosiguió. "Yo he callado durante muchos años. Ahora deberíamos darle sentido a este canto. Les propongo que se unan al coro y que cantemos todos el "Va pensiero"

Toda la ópera de Roma se levantó. Y el coro también. Fue un momento mágico.
Esa noche no fue solamente una representación de Nabucco, sino también una declaración del teatro de la capital para llamar la atención a los
políticos.

En el enlace siguiente se puede vivir ese momento mágico, lleno de emoción.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Autopsia de la incertidumbre

El otro día me envió mi hermano este artículo, por si me lo había saltado en el periódico. No tiene desperdicio.

EMILIO TRIGUEROS 15/09/2011
Hoy se cumplen tres años de la quiebra de Lehman Brothers, que marcó el estallido de la crisis que todavía domina nuestras vidas: aunque durante las cíclicas tempestades mediáticas se vuelve imposible asimilar el relampagueo críptico de la jerga financiera, ha transcurrido suficiente tiempo para que la perspectiva haga más sencillo entender el encadenamiento de los hechos.
Los artífices del desastre siguen indemnes. Lo que aún mantiene el sistema es su lógica amoral
La opacidad del sistema bancario-empresarial ha secuestrado nuestra razón colectiva.
La sinopsis resulta cinematográfica. Planteamiento: desde principios del siglo XXI, la masiva industrialización asiática acumula un fuerte exceso de dólares y euros en países exportadores cuyos Gobiernos fomentan esa acumulación. Trama: la banca internacional dispara su volumen de negocio, trasladando ese ahorro excedentario hacia nuevas inversiones, en forma de financiación barata. Nudo: maximizando beneficios a corto, los banqueros mundiales incurren en préstamos erróneos; cuando esto se evidencia (al caer Lehman Brothers), y nadie sabe cuántos "malos préstamos" esconde cada banco en su balance, el ahorro global se retira de la circulación interbancaria corriente. Desenlace: como ese ahorro (fondos de inversión, pensiones, etcétera) no se fía de los bancos privados internacionales, pasa a financiar solo a Gobiernos (el pagador más fiable a largo plazo) y son los Gobiernos quienes asumen el riesgo de prestar a los bancos en dificultades, por miedo a que una quiebra encadenada de estos paralice aún más la economía, cuya caída productiva fue comparable a la de una guerra.
Hubo segunda parte. Continuación (2010): el ahorro global se ha volcado en invertir en deuda pública de los Gobiernos; cierto día, empieza a desconfiar de que algunos Gobiernos puedan devolverla, por lo que estos se ven obligados a recortar gastos para seguir recibiendo préstamos. En estos países deudores (como España) confluyen varios factores de crisis: la dificultad general de financiar la actividad económica en tiempos en que las rentas bajan, la resaca de los años de inversiones excesivas o erróneas, y la reducción de gasto público para garantizar que seguiremos siendo solventes tras los años de excesos. El interminable clímax final de esta segunda película tiene lugar en Europa y parece consistir en que los países deudores aceptan imposiciones presupuestarias de sus socios a cambio de mecanismos de apoyo para seguir consiguiendo financiación.
Pero queda algo incomprensible flotando en la trama: ¿cómo pudo fracasar así el sistema bancario internacional, sobrefinanciando sectores enteros y bordeando la quiebra? La respuesta reside en una sola palabra: derivados.
Los derivados son contratos en que dos partes acuerdan un pago futuro en función de la evolución del precio de alguna cosa. Son "papelitos" que tienen valor según el pago que impliquen y que permiten apostar sobre el precio futuro de las cosas, sin poner el dinero para comprarlas. Su función original era sencilla: tomemos el caso del petróleo, cuyo precio puede doblarse o caer a la mitad en cuestión de meses, por causas imprevisibles como guerras o parones económicos. Para empresas que venden o compran petróleo, resulta indeseable que sus ingresos o costes varíen tanto repentinamente; de modo que, por ejemplo, a un productor tejano le puede interesar cerrar hoy un precio de venta de 110 $/bbl para el próximo año, por si el precio se hunde; en cambio, una refinería coreana puede preferir cerrar su coste de compra a 110 $/bbl, por si el precio se dispara. Como productor tejano y refinería coreana no se conocen, un banco internacional vende a cada uno un "papel" por el que les asegura ese precio de 110 $/bbl, a través de un pago de liquidación al final del año. Se trata de un contrato financiero simple que el banco, siempre que case clientes complementarios, comercializa sin riesgo. Típicamente, el banco también reserva algunos "papelitos" para sí mismo, según piensen sus brokers que el petróleo subirá o bajará; mediante esos derivados, el banco se beneficia si acierta con la evolución del precio, sin necesidad de poseer ni un barril real de crudo.
La banca internacional ofrece derivados sobre el precio de muchos activos, no solo materias primas: lo malo es que, cuando el activo es una acción o un bono, los derivados ("papelitos" sobre el precio de "papelitos") se vuelven inextricables y abstractos; los bancos comercializan derivados sobre cualquier cosa con precio, incluidos derivados sobre derivados, generando una madeja infinita de operaciones que solo conocen, con suerte, los ejecutivos al mando.
Los derivados más famosos de la historia empezamos a conocerlos en 2007, cuando algunos inversores norteamericanos se lanzaron a apostar que la vivienda bajaría. ¿Cómo lo hicieron? Mientras que para apostar sobre petróleo hay mercados organizados muy conocidos, no había formas establecidas de apostar por un crash en chalets de Florida. Pero ciertos bancos encontraron modos sigilosos de hacerlo: contratando seguros contra impago de hipotecas con una aseguradora, que se hacía cargo del riesgo de impago del préstamo a cambio de un pago anual del banco (que la aseguradora ingresaba encantada, considerando el riesgo bajo). Cuando los impagos en Florida se dispararon, los bancos suscriptores del seguro empezaron a obtener enormes ganancias (ellos habían revendido mayoritariamente las hipotecas fallidas -las famosas subprime- a bancos extran-jeros, pero se habían quedado con el seguro, que empezaron a cobrar); y ello llevó a la quiebra a la mayor aseguradora norteamericana. Productos como estos seguros y sus derivados, que apenas existían hace 10 años, provocaron pérdidas astronómi-cas al sistema financiero estadounidense en 2008 -y rescates galácticos-.
Los derivados son, pues, espirales de apuestas que periódicamente se alzan y deshacen y que, para generar beneficios, requieren de fluctuaciones, volatilidad e incertidumbres. Investigaciones de las autoridades de EE UU sugieren que algunos fondos llegaron a promover préstamos a insolventes porque ganarían si la vivienda bajaba luego; y resulta verosímil que quien hace negocio aprovechando las fluctuaciones de los mercados intente provocarlas. De hecho, a pesar de que las teorías convencionales postulen que los mercados financieros tienden al equilibrio, el magnate George Soros lleva años sosteniendo que producen burbujas intrínsecamente (Soros también advierte de que las expectativas de los mercados acaban determinando la realidad: como si antes del próximo Madrid-Barça, las apuestas por un empate fueran tan mayoritarias que los jugadores salieran al campo convencidos de que, dada la improbabilidad de una victoria, les conviniera precisamente jugar al empate).
Los bancos de EE UU manejaban crédito del planeta entero; al parecer, nadie imaginaba que se hubieran enfangado así en derivados torticeros. Cuando, a través de la interconexión económica con ellos, muchas otras entidades internacionales entraron en apuros para obtener financiación, se les prestó dinero público, a costa de que sus Gobiernos sufrieran recabando ese dinero en los circuitos financieros, temblando al leer Financial Times y doblegados ante la opacidad de los riesgos bancarios. La versión española de la fiesta financiera internacional es ya un lugar común: bastó la capacidad nacional de montar tinglados inmobiliarios y obras estelares (bonus para directivos, votos para políticos) para captar ahorro global exterior; cuando este desconfió de la capacidad del país para mantener el ritmo en el nuevo escenario, impuso sus condiciones a una economía cautiva.
En el paisaje después de la batalla, los artífices del desastre están indemnes, porque lo que mantiene el sistema es su lógica amoral, no unos protagonistas concretos; los directivos implicados alegarán que seguían "tendencias del mercado" para "competir"; los políticos más hábiles son reelegidos sin mencionar en sus campañas los recortes que siguen a sus dispendios. Ahora necesitamos ajustar precios y rentas porque el exterior ya no nos presta como antes y porque no siempre invertimos inteligentemente. Quizá lo más triste no sea solo constatar cuánta riqueza hemos malgastado como sociedad a través de estos años, sino cómo la opacidad del conglomerado bancario-empresarial y la pobre comunicación política ha secuestrado nuestra razón colectiva para explicarnos qué sucede. Ahora necesitamos ordenar la lista de nuestros problemas y debatir, hablando claro, soluciones. En un mundo donde el ahorro chino mal invertido en Florida acaba con miles de despidos en España, los ciudadanos estamos aprendiendo a vivir con la incertidumbre, pero no con la sinrazón.
Emilio Trigueros es químico industrial y especialista en mercados energéticos.

martes, 20 de septiembre de 2011

20-S: Don Quijote visita a la Consejera de Educación de Madrid

                                                            
                                                                                                                              
Enterado por las habladurías de la gente de que el Gobierno madrileño de Esperanza Aguirre pretendía desmantelar la Educación y la Sanidad públicas, don Quijote decidió salir de nuevo en aventura con el fin de deshacer tan bastardos entuertos y pidió a don Miguel de Cervantes que lo reviviese y lo galvanizase, y le rogó que lo dignase de la compañía de su fiel escudero Sancho Panza.

Un veinte de septiembre se encaminaron hacia la capital de las Españas tomando el AVE desde su tierra. Una vez llegados a Atocha subieron por el paseo del Prado y se acercaron a la consejería de Educación por ver de visitar a doña Lucía Figar. Cuando la consejera oyó que querían verla tan ilustres personajes, mandolos pasar y en seguida entabló conversa con ellos. Mas don Quijote entrole furioso y le dijo a la dama: “¡Ay Lucía Figar, Lucía Figar!, dime: ¿Por qué has armado tan bellaco follón con la educación pública, malmetiendo de los profesores y maestros y maltratándolos a ellos y a sus alumnos con tus instrucciones para el curso que ahora empieza?
La consejera, avergonzada pero remedándolo, le contestó que quizá había sido mal informado por malmetedores, a lo que don Quijote le replicó con feroz tono: “¡Ah, grandísima picarona! ¡Qué mal gobiernas la Educación de los madrileños! ¡Rácana e ineficiente dama que no sabes gobernar, y que más que Consejera de Educación pareciera que lo eres de Ignorancia y Malas Artes! ¡Ni Lucía, ni Figar! ¡Altanera y maledicente mujer! ¡He de concertar con mi creador que te rebaje del cargo que tienes y te nombre maestra contratada pero sólo seis días por cada tres meses, que es como tú haces con muchos maestras, a ver qué tal te va!”

Y de Educación se fueron a la consejería de Sanidad, y luego a otras dependencias del Gobierno, por ver de impedir más desatinos. Después, al bajar por la carrera de San Jerónimo, don Quijote le dijo a su escudero: “Sancho, quiero que te fijes en ese palacete al que llaman el Congreso, pues otro día vendremos más despacio por ver de hablar con los señores diputados”. “Cuente vuesa merced conmigo, que ya me estoy regustando con ello”, le replicó Sancho. Y en el AVE se volvieron a su casa, que el día había sido duro y apenas habían probado bocado.
                                                                                                                              
    Antonio Aravalle