martes, 26 de abril de 2011

Inside jobs, la película de la crisis




Tenía ganas de ver Inside jobs, la película de la crisis, había oído hablar de ella. Se ve muy bien, se entienden muchas cosas, se cabrea uno a veces y se asombra otras. Como dice Boyero casi es una película de terror. Os animo a verla.

Dice Boyero:

"Comienza la película en un paraíso llamado Islandia, el país con la renta per cápita más alta de Europa, inacabables prestaciones sociales, autosuficiente en la energía, con generalizada calidad de vida, algo cercano a la utopía. Es el lugar sobre el que se posan los encorbatados vampiros para arrasar lo que parecía inexpugnable. De ahí nos trasladan a Nueva York, al corazón de la bestia, donde banqueros privados y públicos, ejecutivos y políticos que intercambian sus papeles con desvergonzada naturalidad y protegidos por leyes que han decretado ellos, provocan el colapso económico mundial como resultado de haber pasado décadas vendiendo humo, jugando con lo inexistente, especulando en plan hiena, haciéndose inmensamente ricos en los descalabros que provocan y que pagarán los inocentes..."


http://www.elpais.com/articulo/cine/perpetua/historia/infamia/elpepuculcin/20110325elpepicin_3/Tes

martes, 19 de abril de 2011

Mi hermano y el maratón de Madrid




Una vez más, Javier, mi hermano, corre el maratón de Madrid, con una marca estupenda y una clasificación extraordinaria. Y una vez más, terminada su carrera y recuperado su cuerpo, nos narra su experiencia en una crónica singular.  Y yo, según costumbre, la traigo aquí.  Cerca están archivadas otras crónicas, por si queréis leerlas.

http://antonioaravalle.blogspot.com/2011/01/los-maratones-de-mi-hermano.html

Enhorabuena, atleta.




 
Cosa de amigos
K0. ANTONIO Y ELO

Faltan dos minutos para la salida y busco entre el público alguien con quien compartir las dudas habituales de carrera. Al otro lado de la valla veo por fin a Elo y Antonio, en mi opinión un modelo de hermandad. Como no me ven, agito la mano. Al fin, saludan. Estoy salvado.

K5. MARGA

Me había dicho que escaparía un momento para ver la carrera. Como no sé a qué lado se habrá situado, voy por el centro de la calle, bizqueando. Al fin, casi de milagro, me descubre y sonríe. Superada la primera larga cuesta, comienza de veras la carrera.

K9. NEMO Y ESTHER

Me extraña verlos aquí, porque lo suyo es que fueran más adelante. Eso quiere decir que me estoy pasando de ritmo, así que decido moderarme, no vaya a ser que tengamos títeres a partir de la Casa de Campo.

K13. CARLOS

Como el año pasado, me espera con bebida en Cuatro Caminos, la glorieta que fue hogar de sus tíos, hace ya tanto tiempo. Y me siento, claro, como en casa.

K15. GUILLE Y SUS BORRACHUELOS

Lo de este hombre y su familia es cosa aparte: todo el sábado preparando dulces, globos, bebida y música para el disfrute de los corredores. Nunca se lo agradeceremos suficientemente.

K19. RAMIRO, URRACA, ELVIRA Y SANCHO

Hoy no pudo ser: los rotundos reyes de Castilla se quedaron solitos al sereno, y nosotros fuimos condenados a las mazmorras para no interferir con otra marcha. Esta vez la procesión va por fuera.

K23. QNK

La gente del barrio de la Florida viene a ser la esencia de la gente del Madrid que más me gusta: algo escéptica, sensata, modesta y a la vez orgullosa. Más o menos como Qnk, que espera con una botella en la mano (¿para quién?) y saluda discretamente.

K24. YUDUS

Otro madrileño de pro, corredor legendario que me llama en voz baja y me ánima con un guiño casi imperceptible; él y yo sabemos que nos une un vínculo demasiado fuerte: una parte de mi único maratón de menos de tres horas se lo debo a una cabalgada que me regaló desde el puente de la Culebra hasta el MP de la Casa de Campo, un imborrable día gris de noviembre, allá por el año 2007.

K25. DANIEL Y GLORIA

Me esperan para cinco minutos más tarde, al revés de lo ocurrido en 2010. Sumo la ansiedad de entonces con la sorpresa de hoy, y al dividir por dos obtengo el resultado: el maratón es una entidad ingobernable. Es él quien te maneja a su capricho, y no hay más remedio que someterse.

K34.  ROBERALVA Y DIEGO

Buena parte del público que anima tiende a situarse en los puntos propicios para una postal: Gran Vía, Sol, Palacio Real (otros años, no éste), puente de Segovia… Pero hay otro público que sabe dónde se sufre de veras. Ahí están Diego y Rober, en medio de la nada, en esa zona gris en la que nadie haría una foto. Están ahí porque saben que ese es el punto en que el maratón devora a sus víctimas. Por eso se agradece tanto el gesto de Rober apretando los dientes.

K36. OTRA VEZ ANTONIO

Esta vez sin Elo, en otro punto fatídico, la cuesta de la calle Segovia, donde uno ya va bien macerado. Para suavizar el calvario, Antonio ofrece agua, isotónico, gel, lo que haga falta. Y lo que hace falta es que pase este duro tramo, algo más liviano con el apoyo del público.

K41. PACO G. Y PACO J.

Otro tándem histórico, casi un mito para el corredor popular, un símbolo del deporte como vía para alcanzar la felicidad. Como cabía esperar, se han colocado donde más falta hacían: en mitad del último tramo difícil, esa cuesta larga y tendida que conoces a fondo desde dentro del Retiro, pero que por el asfalto se hace aún más insidiosa.

K41,300. PILAR, CARLOS, GLORIA, MAYYI, LARA, DANIEL Y MAYSÁ.

Son el premio a una jornada llena de emociones. Como siguen siendo los peques (por más que anden casi todos por los veinte), me acerco a la valla para chocar la manos con Daniel y las sobris.

K41,700. ANA Y MATÍAS

Desde la izquierda, oigo mi nombre entre el guirigay de voces que envuelven al corredor, muy cerca ya de meta. De refilón veo el gesto animoso de Ana, acompañada del gran Matías.

K42,195. EL CRONO

A menudo, el reloj es un factor de presión para los corredores. También lo he sufrido, aunque cada vez menos. Desde el k2 he ido viendo delante de mí el globo de 3h30, cada vez más cerca: 500m, 300, 250, 200… Otras veces habría forzado la marcha para enlazar y entrar en 3h29, pero ya no. Poco a poco, uno va entendiendo que el tiempo apenas cuenta en maratón. La clave de esta carrera está en otro lado, está en los amigos.

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jueves, 7 de abril de 2011

Pipo, mi perro





Ahora que ya va notándose un poco el calor de la primavera, me gusta salir un buen rato paseando con Pipo por la calle  camino del parquecillo que hay junto al museo de Ciencias Naturales. Él va husmeando todos los rincones y luego trota un rato. Después nos sentamos y hojeo el periódico. Cuando se cansa de esperar, emite un gruñido apenas audible, pidiendo que paseemos otro rato. A la primera de cambio no le hago caso; pero ante la insistencia, pliego el periódico y seguimos nuestro camino. Cuando llegamos a casa bebe agua con ansia y me pide una golosina. A veces accedo pero otras no, pues convertiría cada paseo en motivo de premio. Y aunque el premio es el paseo en sí, en ocasiones le doy un par de galletas que se traga en un santiamén. La verdad es que es guapo y positivo este simpático chucho. Me gusta, por primario y por cariñoso. Lo justo, para no cansar.



Traigo aquí una entrada que ya coloqué en el blog hace unos meses, cuando hice una semblanza de mis animales.


"Entró en nuestra vida como sin querer, ocupando el hueco que Linda había dejado unos meses antes, cuando desapareció. Pipo era entonces un cachorrillo semiabandonado de color canelo, que mordisqueaba todo lo que encontraba a su paso, y que alborotaba la vida allí por donde pasaba. Pero también era un perro miedoso y precavido: aún recuerdo cómo se resistía a entrar en el ascensor cuando nos lo trajimos del pueblo.

Pipo es un perro alegre, bruto y cariñoso. Siempre está dispuesto a saludarte y a jugar, para él es lo mismo, y también a salir de paseo. Come cuanto se le echa en su cuenco, pero además, al menor descuido, se zampa en un santiamén cualquier manjar que encuentre por la calle. Aunque para manjares, aquellos dos filetes de ternera que hábilmente secuestró de una bolsa del supermercado dejada en el suelo de la cocina, cuando sonó el teléfono una tarde de este otoño que está terminando. Eso sí, en cuanto lo advertí y se lo reproché, se fue directamente al rincón del castigo sin que yo le dijera nada más.

Es un perro práctico y astuto. Y testarudo. En el pueblo se pierde siempre al volver del paseo por el campo, y eso le permite callejear y husmear a su antojo, y buscar encuentros con sus amigas. Después, cuando lo considera oportuno, vuelve a casa y llama a la puerta falsa para que le abramos y, si no estamos, unas veces opta por darse una vuelta más y otras, por echarse en la calle hasta que regresemos.

Pipo es cariñoso, muy cariñoso, con todos aquellos a los que les gustan los perros, y juega con ellos hasta el agotamiento, sin más límite o freno que el que se le imponga con reiteración. Pero ignora sin rencor alguno a las personas que no conectan con los perros, no les hace caso alguno, les deja estar en paz.

Hasta en el dormir es práctico y brutote. Se le ve a menudo panza arriba, despatarrado y con todo al aire, muy lejos de la dulzura de Linda cuando estaba dormida. Aunque también Pipo puede ser elegante y delicado, como cuando prepara su cama en invierno, haciendo un ovillo con la jarapa de la cocina y enrollándose en ella hasta encontrarse a gusto.

Lo más bonito de Pipo es su mirada, siempre tierna y transparente. Y lo que más enfada, su comportamiento en el pueblo, cuando, libre de correas, lo llamas y, en lugar de venir, hace un quiebro como de juego y se marcha corriendo a la ventura, perdiéndose por las calles. Su tozudez va unida a la  seguridad de encontrar la casa abierta a su regreso. Pero su mirada siempre es la mejor prenda  de su fidelidad y de sus atenciones.


Dedicado a Ana