Viendo al servil secretario general de la OTAN inclinando su cabeza ante el tirano, y a los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea compitiendo entre ellos para ver quien ríe más y mejor las ocurrencias del Emperador occidental, me siento representado por el presidente del Gobierno de España, quien con decencia y con dignidad supo defender lo que otros callan. (Me da igual si eso le viene bien o no a Pedro Sánchez en su política doméstica).
Y me acuerdo, otra vez más, del texto de Chateaubriand citado hace unos días en este blog:
“Cuando en el silencio de la abyección solo se oye el resonar de la cadena del esclavo y la voz del delator, cuando todo tiembla ante el tirano y es tan arriesgado atraerse su favor como merecer su desprecio, aparece el historiador encargado de vengar a los pueblos”.
El día 4 de julio de 1807, el escritor François-René de Chateaubriand se atrevió a escribir este artículo contra Napoleón en Le Mercure de France. El emperador habló de matar a sablazos al autor de estas líneas en los aledaños de las Tullerías. Así interpretaba Napoleón los derechos del hombre y del ciudadano.
Es hora ya de salir de ese servilismo abyecto, dejar de temblar y tomar medidas. Si no fuera así, los historiadores se encargarán de señalar no solo al tirano sino también a los que se mantuvieron en silencio, a los que temblaron y no se arriesgaron a hacerle frente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario