15 Abr 2009
Después de unos días de descanso, de nuevo a trabajar, y, en algunos ratos, pensar en algo para escribir en el blog. Hace un año, a propósito del mes de abril, subí alguna poesía y una selección de refranes. Y estos días he rebuscado por ahí, y me he enterado de que el mes más nombrado en las canciones es abril. La verdad es que la palabra abril suena bien, admite muchas posibilidades de rima y es evocadora de los gozos y las sombras de la primavera.
De repente pensé en la canción de Joaquín Sabina “¿Quién me ha robado el mes de abril?”. La busqué en Youtube, encontré un interesante vídeo sobre ella y pensé que sería una buena forma de empezar el trimestre trayéndola al blog.
En
esa canción aparece abril como sinónimo de la vida que pasa sin consuelo para
el hombre del traje gris; abril como símbolo de la pérdida de la alegría cuando
llegan juntos el embarazo precoz y el desamor; abril como metáfora del abandono
de quien fue tu compañero cuando llega la edad madura.
¡Qué abril tan triste el de esta canción, qué melancólico y cruel! Pero qué belleza de canción, qué buena construcción formal y de contenido. Tres ráfagas de vidas deshechas: el mendigo, la chica embarazada y abandonada, la madre derrotada. Aunque, para suavizar la letra, nos presenta ese hermoso estribillo que muestra la pena, sí, pero que sobre todo intenta subrayar la perplejidad de los personajes ante el fracaso, ante unas vidas a las que se les rompen los lazos con las ganas de seguir adelante, sin saber por qué ha sucedido tal cosa.
Todos hemos tenido algún mes de abril así, a todos nos ha llegado ese fracaso inesperado, ese desconsuelo, ese desamparo, esas lágrimas que tratan de darle cauce a lo que no explican las palabras, ese abandono ante la televisión que se toma ya como una derrota definitiva.
Afortunadamente la vida sigue fluyendo alrededor de quienes sufren esos abriles, y un buen día, otros abriles mejores les llegan y, también como sin darse cuenta, contemplan su pasado como si fuera de otra persona. Creo que ahí reside la fuerza de esta canción, en la potencia que tiene para, mediante la exposición en presente de unos abriles tristes y melancólicos, evocar en el oyente su propio pasado, pero ya superado.
Gracias,
Joaquín, por esta canción y por tantas otras.
En
la posada del fracaso,
donde
no hay consuelo ni ascensor,
el
desamparo y la humedad
comparten
colchón.
Y
cuando, por la calle,
pasa
la vida como un huracán,
el
hombre del traje gris
saca
un sucio calendario
del
bolsillo y grita:
¿Quién
me ha robado el mes de abril?
¿Cómo
pudo sucederme a mí?
¿Pero
quién
me
ha robado el mes de abril?
Lo
guardaba en el cajón
donde
guardo el corazón.
La
chica de BUP casi todas
las
asignaturas suspendió
el
curso en que preñada
aquel
chaval la dejó.
Y
cuando en la pizarra
pasa
lista el profe de latín
lágrimas
de desamor
ruedan
por la página de un bloc
y
en él escribe:
¿Quién
me ha robado el mes de abril?
¿Cómo
pudo sucederme a mí?
¿Pero
quién me ha robado el mes de abril?
Lo
guardaba en el cajón
donde
guardo el corazón.
El
marido de mi madre
en
el último tren se largó
con
una peluquera
veinte
años menor.
Y
cuando exhiben esas risas
de
instamatic en París,
derrotada
en el sillón,
se
marchita viendo Falcon Crest
mi
vieja, y piensa:
¿Quién
me ha robado el mes de abril?
¿Cómo
pudo sucederme a mí?
¿Pero
quién me ha robado el mes de abril?
Lo
guardaba en el cajón
donde
guardo el corazón.
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