miércoles, 27 de abril de 2022
jueves, 14 de abril de 2022
Jueves Santo en Los Navalmorales
¡Qué inolvidable día aquel catorce de abril!
Hoy traigo aquí un fragmento de mi relato Junto al molino, escrito en 1997 y publicado en este blog el 10 de enero de 2011. Y lo traigo para conmemorar una fecha de gran esperanza y alegría de la sociedad española, la proclamación de la II República, truncadas ambas seis años después mediante un golpe de infamia y de violencia que duró cuarenta años.
Tuvo aquella República muchísimos aciertos, algún desatino y, sobre todo, potentes enemigos que campaban por sus fueros en una situación internacional endiablada. Y cuando, tras el golpe de Estado fracasado parcialmente, comienza la guerra, todo se radicaliza y el desastre de tres años de Caín sume a todos los españoles en la miseria y la desolación.
Reconozcamos aquí el trabajo callado y
tesonero de muchos hombres y mujeres que pusieron en marcha los valores de la
República, empleados, maestros, maestras, obreros,
trabajadores, médicos, médicas, mecánicos, oficinistas,
enfermeras, peluqueros, campesinos, empleadas, jóvenes de ambos
sexos, políticos, escritores... Es necesario y justo este reconocimiento, nada
fue en vano, aunque una maquinaria belicosa cortó en seco aquella experiencia.
En 1977, hace ya cuarenta y cinco años,
renació la semilla que entonces se sembró pues, a mi parecer, se puede afirmar
que esta España democrática es hija de aquella República en su esencia; quizá
esta es más abarcadora y transversal, pues incorpora a un sector importante de
la sociedad: buena parte de la derecha política y social, que entonces se
sintió enfrente. Y la forma de Estado, la Monarquía parlamentaria, que no es
exactamente una República, pero en la que la Jefatura del Estado solo tiene un
poder representativo y simbólico. (Yo, en esto, sigo la ironía de Santiago
Carrillo: no soy monárquico, soy realista. Se imagina alguien a José María
Aznar como presidente de la República?). Y la bandera, claro, no tiene el morado,
pero incorpora el escudo de la República casi al completo. Lo que sobra, sea
República o Monarquía, es la corrupción, sea el corrupto Agamenón o su
porquero, tanto da. Lo dicho: ¡Salud y República! Es decir: ¡Salud y larga
vida a la democracia!
Junto al molino
Fragmento del capítulo 1
"Recuerdo que salimos del instituto hacia la calle de San Bernardo y que por ella bajaban riadas de personas a las que nos íbamos uniendo con alegría, abrazándonos unos con otros y cantando felices, camino de la Puerta del Sol. Al entrar en la plaza por la calle del Arenal, nos sobrecogió ver un gentío impresionante, una muchedumbre insólita que la abarrotaba y que gritaba unánime: “¡Viva la República!” Encima de algunos tranvías varados entre la multitud y en lo alto de la marquesina del metro, decenas de personas intentaban seguir el espectáculo desde aquellas atalayas privilegiadas. Toda la plaza se fundió en un inmenso aplauso cuando don Niceto Alcalá Zamora salió al balcón de Gobernación y se dispuso a hablar en nombre del Gobierno provisional. Aquel edificio siniestro, lleno de calabozos y de despachos como covachuelas, se iba convirtiendo poco a poco en el rompeolas de la República, sobre todo cuando, terminado aquel vibrante y cálido discurso, la plaza rugió con entusiasmo, se dieron vivas al gobierno provisional y cantamos hasta tres veces el himno de Riego.
Aquel gentío se fue dispersando poco a
poco por las calles que dan a la plaza y nosotros nos dirigimos hacia el
Palacio Real, llevados casi en volandas por la gente que bajaba hacia Ópera. Al
llegar a la plaza de Oriente, un cordón compacto de jóvenes con escarapelas
rojas tenía como misión impedir el paso al recinto. ¡Así se evitarán desmanes
en el Palacio Nacional! dijo quien parecía tener algún mando en aquel sector.
Mientras volvíamos sobre nuestros pasos, nos íbamos riendo con los comentarios
que hacía Honorio sobre el cambio de nombre del palacio: “¡Como todo vaya así
de rápido, algunos deberían ir haciendo ya las maletas por si tienen que seguir
los pasos del rey!”
Serían ya más de las nueve cuando
Honorio, Baldomero, Valentín y yo bajábamos por la Cuesta de San
Vicente, camino de San Antonio de la Florida, nuestro barrio,
y todavía seguíamos excitados hablando de lo que habíamos
visto aquella tarde y de lo mucho que nos agradaba que la llegada de la
República coincidiera con el inicio de nuestra juventud. Fue entonces cuando
Baldomero, con voz queda y casi como pidiendo disculpas, nos aguó la fiesta al
decirnos cuánto le extrañaba que todo hubiese ocurrido tan alegremente, como si
en España no hubiera enemigos del nuevo régimen, como si hasta el día
anterior en el país no hubiera habido poderosos ni gobiernos a su servicio. “¡A
saber qué es lo que estarán preparando ésos, porque quietos no creo que vayan a
quedarse!” añadió Baldomero y una brizna de inquietud aleteó sobre aquel
catorce de abril." Jesús Bermejo
Todo el relato:
https://roblesamarillos.blogspot.com/2011/01/junto-al-molino.html
Monumento a la Constitución de 1978. Madrid
jueves, 7 de abril de 2022
Carta mía publicada en El País: No olvidemos qué es la guerra
En El País de hoy, 7 de abril de 2022, han
publicado una carta mía a propósito de la alocución del presidente ucranio
Volodimir Zelenski ante el Congreso y el Senado de España. Aquí la traigo
completa para quienes la queráis leer.
No olvidemos qué es la guerra
“Estamos en abril de 2022,
pero parece que estamos en abril de 1937, cuando todo el mundo se enteró del
bombardeo de Gernika”, afirmó el
presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en el Congreso. Tiene
toda la razón, pero seis meses antes, Madrid fue castigada sistemáticamente por
la Legión Cóndor, que bombardeó objetivos civiles. Y así fue durante toda la
guerra. La dictadura borró con precisión las huellas de los bombardeos en la
ciudad y también en la memoria de las gentes. Se cumplió lo que escribió Juan
Eduardo Zúñiga en Capital de la gloria: “Pasarán unos años y
olvidaremos todo; se borrarán los embudos de las explosiones, se pavimentarán
las calles levantadas, se alzarán las casas que fueron destruidas. Cuanto
vivimos, parecerá un sueño y nos extrañará los pocos recuerdos que guardamos”.
Aunque más adelante le dice una madre a su hijo: “Esto es la guerra, hijo, para
que no lo olvides”. Las fotos de Gerda Taro, y las de tantos otros, darían
después testimonio de aquel crimen.
Jesús Bermejo
Bermejo
https://elpais.com/opinion/2022-04-07/no-olvidemos-que-es-la-guerra.html
Gernika-Guernica, abril de 1937