jueves, 28 de mayo de 2015

Telesforo en La Calera


Mi compañero y amigo, el pintor Miguel Ruiz-Poveda, me ha entregado hoy este retrato de mi suegro, Telesforo. Me lo prometió cuando le conté su trabajo durante más de cuarenta años en La Calera. Desde aquí, de nuevo, mi agradecimiento y mi asombro ante el arte del Dibujo. Gracias, Miguel.

“Este verano pasado, con 98 años bien cumplidos, Telesforo aún ha ido a La Calera. Arrimaba yo el coche junto a la puerta de su casa a las ocho  en punto, siempre me estaba ya esperando, y nos íbamos un par de veces por semana a regar, a tapar las uvas para guardarlas de los pájaros y a limpiar y cavar lindes y alcorques. Mientras yo llevaba cubos de agua a algunos arbolillos, él, imponente como un héroe griego,  con su camiseta de tirantes y su sombrero de paja, ajustaba la abertura de sus ojos al resplandor del sol y subía cubos de agua acariciando la carrucha del pozo. Así se olvidaba de sus muchos años. Aún ha vareado más de quince almendros, y todavía le he visto comer uvas e higos a pecho y con deseo. El bastón quedaba en el portalón, pues la tierra, blanda, le sustentaba con un plus de fuerza y juventud.”                Jesús Bermejo

http://roblesamarillos.blogspot.com.es/2011/02/la-calera-memoria-de-un-tiempo-de.html








martes, 26 de mayo de 2015

Caminando junto al Manzanares



Diez de la mañana de un día de mayo de 2015. Voy en metro  hasta Príncipe Pío. Bajo hacia la explanada de acceso a la Casa de Campo y tomo la orilla derecha del Manzanares. Caminantes, ciclistas y corredores no faltan pero todo está bastante despejado. A buen ritmo voy andando y atrás van quedando el palacio Real, el puente de Segovia, San Isidro y el Calderón. El puente de Toledo, siempre sublime, lo es aún más con los rosales y parterres que lo rodean. Quedan atrás también la Arganzuela y el Matadero y los nuevos puentes sobre el río. Dejamos atrás Legazpi. La M-30 sale de sus túneles y rodea el río a a derecha e izquierda. Los espacios para andar y correr se estrechan mucho pero no desaparecen. 

Por un puente sobrevolamos el nudo sur y accedemos al Parque Lineal del Manzanares, una extensión verde considerable y muy bien ajardinada desde cuya atalaya vemos una extraordinaria panorámica de Madrid.

 Aprovecho para sentarme un rato y tomar un bocadillo. Cuadrillas de empleados cuidan el parque.




El río corre desahogado y se nos presenta en toda su ruralidad. Por su orilla izquierda, y luego por la derecha, recorro más de tres km de senda, en la que de vez en cuando aparece algún ciclista o corredor. Veo a la derecha la Caja Mágica (¡Lo que ha quedado de aquellos delirios de Olimpiada!). Más adelante, una depuradora vierte sus aguas al río doblando el cauce. Paso bajo sucesivos puentes, sobre los que van veloces coches y trenes. A pesar de ello el paseo es gratificante. 


Miro el reloj: La una y diez. A la altura del barrio de Los Rosales dejo la senda y me dirijo a la estación de cercanías de Villaverde Bajo. Cojo el tren y a los trece minutos estoy en Sol.






Si pinchas en el enlace, podrás ver la ruta seguida.





jueves, 21 de mayo de 2015

Últimas lecturas



En los últimos seis meses he ido leyendo libros de lo más variado, si bien lo que ha predominado ha sido la narrativa. Voy a resumir aquí lo más interesante.

Novelas

Así empieza lo malo, de Javier Marías
Como la sombra que se va, de Antonio Muñoz Molina
El impostor, de Javier Cercas
Distintas formas de mirar el agua, de Julio Llamazares
El balcón en invierno, de Luis Landero
El final de Sancho Panza, de Andrés Trapiello
Intemperie, de Jesús Carrasco

Los novelistas más consagrados de mi generación han publicado libro recientemente. Marías, o el gusto por el estilo y la referencia ética; Muñoz Molina, la introspección en una mente ajena y el ajuste de cuentas con la memoria personal; Cercas, el ensayo imposible o la realidad narrada en lucha con la impostura; Llamazares, la memoria de resistencia de lo que ya no existe; Landero, un intento irónico de memoria familiar; Trapiello, una aceptable continuidad de una historia universal; Carrasco, una historia desgarrada y seca narrada con un estilo clásico


La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares
Liberados, de Sándor Márai
El último encuentro, de Sándor Márai

Tres clásicos de la literatura mundial. Bioy, una historia brillante y bien escrita pero que no me ha llegado; Márai, dos narraciones de un autor clásico del siglo XX, mejor la segunda, escritas con un estilo envolvente y refinado.

La hierba de las noches, de Patrick Modiano
Koba el temible, de Martin Amis
Miguel Strogoff, de Julio Verne

Modiano, una historia de posguerra y un ambiente clandestino en un estilo cortante y sincopado; Amis, un ajuste de cuentas con Stalin y su séquito; Verne, la aventura entusiasta narrada con solvencia y desenvoltura.


Ensayo

La invención del Quijote, de Manuel Azaña
Teresa de Ávila, de Kate O’Brien
Vivir es resistir, de Jorge Semprún
Sosiego, de Wilhelm Schmid

Azaña, la modernidad de una visión del Quijote adelantada en más de cincuenta años a la crítica; O’Brien, una visión novedosa de Teresa de Ávila; Semprún, tres conferencias sobre la vida y la resistencia moral; Schmid, el intento de presentar la serenidad como la mejor virtud de la vejez.


Diarios

El tejado de vidrio, de Andrés Trapiello

Uno de sus muchos diarios, con momentos interesantes, observaciones acertadas y entretenida curiosidad.

Viajes

Viaje a Rusia, de Stephen Zweig
Guía de Lisboa, de Fernando Pessoa

Zweig, el extraordinario estilo y la novedad al servicio de una buena crónica; Pessoa, el amor por una ciudad que impide la melancolía que uno podría esperar.

Música

Canciones para enmarcar, de Jaime Urrutia

Urrutia, una historia de los últimos cincuenta años contada con gracia y precisión a través de su música preferida.





























Forja 27: La revista de Los Navalmorales



Acaba de salir el nº 27 de la revista Forja, de Los Navalmorales. Aquí está el enlace por si queréis echar un vistazo.



miércoles, 20 de mayo de 2015

Caminando por Madrid


La verdad es que soy vago para el ejercicio físico. Pero cada vez más frecuentemente voy andando  por Madrid en lugar de ir en metro, en autobús o en el coche. En algunos casos me animo y ya no es una hora de camino sino algo más: tres o incluso cuatro horas. En estas caminatas suelo combinar lo conocido con barrios que apenas frecuento, y tanto en unos casos como en otros descubre uno cosas nuevas.

Travesías

1. Casa de Campo


Desde el estanque hasta la tapia limítrofe con Pozuelo. El campo dentro de Madrid. Era un día de julio, de buena mañana. Al volver, las cigarras del pinar sonaban con un estruendo inimaginable.

Desde Legazpi hasta el puente de los Franceses. Matadero, Arganzuela, Puente de Toledo, Parque de san Isidro, Puente de Segovia, Casa de Campo, Palacio Real, Casa Mingo, Goya, Puente de la Reina Victoria, Puente de los Franceses. La vuelta por el paseo de la Florida, plaza de Oriente, Sol, Paseo del Prado y Castellana. Era una mañana fría y luminosa de enero. Junto al río solo algunos andarines y ciclistas.





3. Madrid Centro


Bajé por la Castellana, crucé el Retiro, y luego Cuesta de Moyano, Atocha, Antón Martín, Cascorro, La Latina, Plaza de la Paja, Calle Mayor y Plaza de Oriente. Mañana de invierno tibia y mucha gente a sus cosas.








4. Anillo verde: De Mirasierra a Aluche


Tomé el metro y bajé en Lacoma. Busqué el anillo verde ciclista y empecé a andar. El anillo son 66 km. Yo decidí hacer el tramo oeste, bajando de norte a sur. Arroyo del Fresno, Peñagrande, Puerta de Hierro, Puente de san Fernando, tramo del río Manzanares más desconocido, Club de Campo, Casa de Campo, Lago, Batán, Zoológico, Aluche. Mañana de frío y viento. Nieve en la sierra. Ciclistas, pocos, y algún andarín o corredor. En muchos tramos yo solo. Lo mejor: el trayecto junto al río desde el puente de san Fernando hasta el Club de Campo; la universidad al fondo y el Manzanares, secreto y atrincherado, entre la Puerta de Hierro, la M·30, la carretera de La Coruña y la cerca de la Casa de Campo.




                                                                                                                                                            5. Anillo verde: De San Blas a Vallecas

                                                                                                                                                 Tomé el metro y bajé en Estadio Olímpico. Busqué el anillo verde ciclista y empecé a andar. Hice el tramo este, bajando de norte a sur. Siempre la M-40 al lado izquierdo, pero bien aislado su impacto. Bordeé Las Musas, San Blas, Cementerio de la Almudena, Moratalaz y Vallecas hasta Miguel Hernández. Pocos ciclistas y algún corredor. En muchos tramos yo solo. Lo mejor: ver los nuevos barrios, tan extensos y tan bien dotados de zonas verdes y de instalaciones deportivas. Día limpio de finales de invierno.
Bajé por la Castellana, crucé el Retiro, y luego Cuesta de Moyano, Atocha, Lavapiés, el Rastro, Acacias, Pasillo Verde y vuelta a casa. Una mañana de comienzo de primavera tibia; ajetreo en las calles.



Castellana, Retiro, Parque Tierno Galván, Madrid Río, Legazpi, Usera, Plaza Elíptica y Puerta Bonita. Diversidad: desde el Retiro con corredores y paseantes al Tierno Galván solitario; mucha gente al trabajo en Castellana y Serrano, soledad junto al río y bullicio y mezcla de gentes en Usera. Mañana fresca de primavera y mediodía de calor.



                                              
8. Posdata