domingo, 24 de diciembre de 2017

Forja 32, un nuevo número de la revista de Los Navalmorales



 Forja Nº 32 Diciembre 2017

“Este número de Forja queremos dedicárselo a Raquel NevadoMaestra y Profesora de muchos niños, niñas y jóvenes de nuestro pueblo, entre los cuales me encuentro. Queremos que este sea el comienzo del reconocimiento que mereces por tu inmensa y entregada tarea en la instrucción y educación de tantas generaciones de navalmoraleños. Gracias, Raquel”. Así rinde homenaje María Teresa de Castro a su maestra, en su Saluda de la Presidenta de la Mesa de Trabajo (p. 2).

“Raquel Nevado y su Escuela fueron el faro que nos orientó hacia el futuro, en la oscuridad de un pueblo entonces sumido en una pobreza áspera, donde la cultura no era un valor en alza, y nos abrió las puertas del porvenir a los que entonces empezábamos a vivir, a mirar más lejos gracias a “esos queridos gigantes” que nos auparon con su esfuerzo y tesón, para que pudiéramos ver más lejos y saliéramos adelante, hacia  una vida mejor”.  De esta forma expresa su reconocimiento José Félix del Puerto a su maestra, en el artículo titulado Raquel Nevado (pp. 4,5).

El Consejo de Redacción de Forja hace suyas las palabras de Tere y de Félix, y lo hace con la intención de que esta sea solo la primera piedra en el reconocimiento que Raquel tiene bien merecido. Así pues, Forja propone a todo el pueblo, encabezado por sus autoridades, que se inicien los preparativos de un discreto y sentido Homenaje a Raquel cuyo lema podía ser el título de este editorial.

Terminemos con palabras de Félix: “Raquel Nevado García es una de esas personas que merecen el reconocimiento de todos aquellos que se beneficiaron directamente de su arrojo, esfuerzo y valor, pero también de aquellos que lo fueron indirectamente. Saldemos esta injusticia de olvido e ingratitud, en la forma que mejor podamos y sepamos”.
                                               
                                                                       El Consejo de Redacción 
   






Feliz Nochebuena

Belén en san Ginés. Madrid


Os deseo a todos los que entráis en este blog una feliz Nochebuena en compañía de vuestros familiares y amigos y un año 2018 lleno de paz, de buena ventura, de trabajo y de buenos ratos para vuestras aficiones.


Mi hermana y aquel anuncio



En aquellos días de Navidad íbamos en casa de El Sordo, que era de los pocos que tenía televisor. De pronto apareció en medio de una película: era un anuncio pegadizo y sencillo, rural y antiguo; venía del fondo del tiempo y te trasladaba lejos, a la casa del pueblo, entre los familiares y amigos de toda la vida.

Aquel anuncio siempre acompañaría a mi hermana, siempre, en la granja y en Madrid, en Canarias y en Sevilla, en Tres Cantos y en Aldeanovita. Era el mensaje feliz.

Aquel anuncio, a pesar de lo que vino después, siempre la ayudaría a encontrar la alegría de la Navidad, envuelta en ritos familiares.

Sí, aquel anuncio sería para mi hermana la Navidad, una mezcla de frío y misterio, de risas y villancicos.

Un beso, hermanita.


lunes, 11 de diciembre de 2017

Aldapeko





El viernes, 21 de enero de 2011, escribí una Entrada en este blog titulada Aldapeko. Ha sido leída más de 4500 veces. Y en Google, cuando se busca Aldapeko, muy pronto aparece en Robles Amarillos, en octavo lugar. 

La traigo aquí de nuevo, como homenaje a los buscadores de perlas. Y se la dedico a Karlos, el hacedor de cenas, de vez en cuando, con un grupo de amigos.

Gracias, también, a todos los visitantes.




Viernes, 21 de enero de 2011

Aldapeko

Hace unos meses me envió mi hermano un audio con la canción Aldapeko. En su comentario Javi me decía "¿Cuántos años hace, cuarenta quizá?". Luego hacía una reflexión sobre el paso del tiempo y sobre lo extraño de que por aquel entonces en Madrid, años sesenta, yo hubiera aprendido una canción en vasco.

Y así era. En la Escuela Normal de Magisterio de Madrid y en el coro de la Residencia Divino Maestro nos enseñaban a solfear, y además aprendíamos canciones a cuatro voces en castellano, en vasco, canciones rusas, italianas; en fin, un buen repertorio de música coral y popular. En vacaciones yo cantaba algunas de aquellas canciones y Javi se las aprendía.

Muchos años después, sin buscarlo, ¡zas! se encontró en Internet con  Aldapeko. Y me escribió un correo todo contento. Y yo aquí os la traigo hoy, por si os gusta.


Versión original

 
Aldapeko sagarraren
adarraren puntan
puntaren puntan
txoria zegoen kantari.

Xiru-liruli, xiru-liruli,
nork dantzatuko ote du
soinutxo hori?

Zubiburu zelaieko
oihanaren zolan,
zolaren zolan,
lili bat bada beilari.

Xiru-liruli, xiru-liruli,
nork bilduko ote du
lili xarmant hori?

Mende huntan jasan dudan
bihotzeko pena,
penaren pena,
nola behar dut ekarri?


Xiru-liruli, xiru-liruli,
zuk maitea hartzazu
 ene pena hori!
...

Traducción

En la última punta
de la rama del manzano
de la cuesta
estaba cantando el pajarillo.

Chiru- liruli, chiru-liruli,
¿Quién ha de bailar
esa musiquilla bien?

En el fondo,
muy al fondo del bosque
junto al prado sobre el puente
hay una flor en vela.

Chiru- liruli, chiru-liruli,
¿Quién ha de recoger
esa flor encantadora?

La pena de mi corazón
pena penísima que he sufrido
a lo largo de este siglo
¿cómo la voy a contar?

Chiru- liruli, chiru-liruli
¡Recibe tú, querida,
esa pena mía!



 Versión libre 

En la punta del manzano
 hay un pajarito,
un pajarito
 que sin cesar canta siempre así:

chiruliruli, chiruliruli,
canta pajarito,
canta y canta siempre así. 

En la vega, la avecilla
alegre y trinadora
canta a la aurora
¡qué juguetón suena su cantar!

chiruliruli, chiruliruli,
canta pajarito,
canta y canta siempre así.

¡Quién podrá cantar
música mejor!
Canta pajarito
 la esperanza y el amor.


 





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viernes, 24 de noviembre de 2017

Extremadura: tren digno ya. Manifestación en Madrid




Artículo de Julio Llamazares en El País del 25 de noviembre de 2017

Tanto hablar de Cataluña, del procés, de la DUI, de la rocambolesca huida de Puigdemont a Bruselas, del encarcelamiento de los exconsellersque se quedaron aquí, de la fuga de empresas, del 155, de las elecciones del 21 de diciembre, de Gabriel Rufián, ¿sabían ustedes que existe un lugar en España que se llama Extremadura?
Extremadura es una región española situada al oeste de la Península, en la frontera con Portugal, compuesta por dos provincias, Cáceres y Badajoz, y habitada por un millón de personas (otras tantas al menos viven fuera de ella por necesidad). Su capital es la antigua Emerita Augusta, una de las capitales del imperio romano en la península Ibérica, y de sus tierras salieron los principales conquistadores de América, desde Pizarro a Orellana y desde Hernán Cortés a Valdivia. Su paisaje es muy variado, como corresponde a las dos provincias más extensas de este país: Cáceres tienes sierras indómitas y valles llenos de frutales como los de la Vera o el Jerte y Badajoz inmensas dehesas donde se crían cerdos ibéricos y millones de cabezas de ganado entre los alcornoques y las encinas más venerables de toda Europa. Los ríos Tajo y Guadiana riegan sus tierras y entre sus ciudades y pueblos hay tres al menos que han sido declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, pero su pobreza y atraso seculares no han remitido, al contrario, van en aumento, dada su falta de industrialización.
Esta semana, los extremeños se han manifestado en Madrid para pedir trenes dignos para su tierra y no los que continúan teniendo, que tardan hasta seis horas para distancias que hacia otros puntos de España los modernos AVE hacen en menos de la mitad. Viéndolos en la televisión, bastantes españoles repararon en su existencia, así como en la de la región de la que proceden y que para muchos es un agujero negro en el mapa. Habrá incluso quien se haya dado cuenta al ver las imágenes de que Extremadura no es una entelequia o el pozo sin fondo que los independentistas catalanes ponen como ejemplo de sus desdichas a la hora de repartir los dineros que aportan a la Hacienda Pública. Extremadura nos roba diría de buen grado más de uno si hacerlo no fuera una afirmación vergonzosa.
Pero se equivocan los extremeños manifestándose pacíficamente en Madrid para pedirle al Gobierno que les construya trenes del siglo XXI como a las demás regiones. Si los extremeños quieren que el Gobierno y España les hagan caso tienen que dejarse de manifestaciones y cartas a los periódicos y declarar la independencia de su comunidad autónoma, para la que tienen el mismo derecho, ni más ni menos, que cualquier otra. ¿O no?









Los Navalmorales: La troje


Una troje, así, en femenino, es en Toledo lo que en Ávila se llama desván. Aunque hay diferencias. El desván es un trastero. La troje, además, era el sitio a donde sus dueños subían, en tiempos, la cosecha de cereal. Era, por tanto, un lugar seco, grande y ventilado.

La troje de nuestra casa del pueblo no es solo un  trastero, es también un pequeño y alborotado museo etnográfico, un recinto para tender cuando llueve y, sobre todo, el lugar a donde van todas las estanterías y libros que no caben en el estudio ni en las otras habitaciones. Y además, por si fuera poco, alberga los sillones y muebles de verano del patio. Y juguetes de bebés y niños. Y cunas, carritos, edredones…

A veces me subo a la troje y me siento a leer algún libro de viajes. Allí está una estantería con guías y libros de muchos lugares del mundo.

¡Qué sería de nuestra casa del pueblo sin la troje! La troje, en su alboroto aparente, es el cuarto de la casa que propicia que en las demás estancias reine, más que el orden, la tranquilidad y el espacio mesurado, solo lleno con lo que cada cuarto admite. Como decía una prima de mi padre, a propósito de una receta de dulces:
-Petra, ¿cuánta harina se echa?
- La que te admita- decía Petra.

Pues eso, cada habitación, lo que admita. Y la troje para redimir a todas.









domingo, 29 de octubre de 2017

Los Navalmorales: Camino hacia el reposo



Biblioteca Municipal de Los Navalmorales

Taller de Lectura

 27 de octubre de 2017

Presentación de Camino hacia el reposo
Un libro de Ángel Muñoz y de José Félix del Puerto
Madrid, Polibea
  




Presentación y Moderación 

María Victoria Navas


Buenas tardes a todos. Muchas gracias por vuestra asistencia.

Me ha pedido Lourdes, la coordinadora de este Taller de Lectura que modere hoy esta mesa en la que se va a hablar del libro de Ángel Muñoz Jiménez, poemas, y José Félix del Puerto Almazán, pinturas, Camino hacia el reposo.

Antes de nada, quisiera dar la enhorabuena a la bibliotecaria, Lourdes,  por el Premio María Moliner concedido un año más a esta Biblioteca por la animación a la lectura, con el Proyecto, “La biblioteca está a tu lado. Si tú no puedes venir, nosotros te visitamos”, con un premio en metálico para la adquisición de libros, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (entre otros). Así que de nuevo, mi enhorabuena, Lourdes.

La Federación Española de Municipios y Provincias y la Fundación Coca-Cola, entre 300 seleccionados de los 604 presentados, por ser una de las mejores iniciativas de lectura ejecutadas por las bibliotecas municipales de menos de 50.000 habitantes.
  
El orden de esta sesión, según hemos acordado, va a ser el siguiente:
Primero va a intervenir Jesús para dar a conocer sus impresiones como lector de los poemas que se incluyen en este volumen.
A continuación Félix va a explicar el contenido pictórico del volumen y algunas tendencias de su pintura.
Seguidamente, nos hablará Ángel de la gestación de su poemario  y de algunos de los textos en él contenidos, que recitará intercaladamente Paco Torres.
 Por último, como siempre, habrá un tiempo para preguntas.
  
Paso, a continuación a presentar a los dos protagonistas de la tarde, porque a Jesús Bermejo y a Paco Torres ya los conocemos de otras ocasiones.
  
Félix del Puerto Almazán, José Félix de nombre artístico, es, como dice la solapa del libro, Ingeniero de Telecomunicaciones. Pero lo que no dice ese texto es que es el responsable por la puesta en marcha del desarrollo de la plataforma de televisión Imagenio, hoy Movistar.

Ni tampoco nos indica la nota que Félix acaba de clausurar una exposición en el Centro Cultural Casa del Reloj de Madrid.

Ni que es el primer artista que aplica el concepto físico de la entropía a la pintura, concepto del que supongo que Félix nos hablará después.
  
Ángel Muñoz Jiménez, como habréis visto en la solapa del libro es médico traumatólogo y cirujano, y ha obtenido el Premio Nacional de Investigación. Pero lo que no refiere  esa información es que introdujo en España el método de operar la hernia discal con endoscopia y que por ello  el periódico El País le dedicó una página con foto incluida.

Ni tampoco refiere la solapa del libro que tiene casi la licenciatura de Magisterio.

Y de lo que tampoco informa esa nota es que fue director de la revista Espartal, que como bastantes de vosotros aquí presentes no habríais nacido, no sabréis que se publicó en Los Navalmorales, entre 1977 y 1979, y de la que salieron a la luz, si no me equivoco 9 números.

Tanto Ángel como Félix, que son amigos míos desde hace muchos años, forman parte de una de esas generaciones que en este pueblo vivió y aquí se formó de la mano de Raquel Nevado,  -más que profesora Maestra con mayúsculas-, la Srta. Raquel, como decíamos todos, que en Los Navalmorales abrió muchos caminos y desembruteció muchas cabezas, también la mía, a lo largo de medio siglo (pues empezó a enseñar a los 16 años y se jubiló a los 65).

Quede hoy aquí constancia de nuestro humilde reconocimiento por su ingente labor.

Ángel y Félix, Félix y Ángel mantienen aquí sus raíces, ambos tienen casa en el pueblo, y hoy acuden a esta biblioteca para dar a conocer a sus paisanos, a la tierra donde afectivamente se  formaron, la obra que juntos han realizado.


Y por ello, en nombre de todos, les damos las gracias. 






Exposición de Impresiones después de la lectura del libro 

Camino hacia el Reposo

Jesús Bermejo Bermejo



Buenas tardes, Lourdes, Mariví, Félix, Ángel y Paco.   
Buenas tardes a todos.

Lourdes, antes de empezar, quiero darte las gracias por invitarme a participar en la presentación del libro Camino hacia el reposo. Ya sabes que nunca te digo que no, y menos si el libro que se presenta lo han hecho dos amigos de Los Navalmorales, Ángel Muñoz y José Félix del Puerto.

Y también ya, desde el principio, quiero daros la enhorabuena a los dos autores por los muy buenos resultados de vuestro trabajo, que sin duda habrá sido muy duro. Y quiero además daros las gracias, pues habéis hecho posible que hoy nos reunamos aquí, en la Biblioteca de Los Navalmorales, para hablar de poesía y de pintura. Y es un privilegio que nos acompañéis los dos, porque así podremos oír vuestras observaciones en este acto tan singular, un acto que da idea de lo mucho y bien que se trabaja en el Taller de Lectura de Los Navalmorales, tan acertadamente dirigido por Lourdes.

Quiero comenzar mi intervención señalando que mis conocimientos de pintura son los de un simple aficionado, y que, por lo tanto, voy a limitarme a exponer mis impresiones acerca de los poemas del libro, asunto del que sé algo más debido a mi profesión.

Como bien se dice en los textos que prologan el libro, en el origen del mismo están las pinturas de Félix, de cuya amplia producción Ángel seleccionó una colección de cuadros que le sirvieron de inspiración para ir haciendo sus poemas. Y supongo que, después de muchas vueltas, el poeta hizo caso de aquel brevísimo poema de Juan Ramón Jiménez:


¡No le toques ya más,
que así es la rosa!

No toques más tu poema, que ya está maduro. Y así, uno a uno, el poemario cobró forma de libro acompañado de los cuadros de referencia. Y ahora nos ha llegado a los lectores, sus destinatarios últimos.


Con frecuencia una obra de arte se inspira en otra y, en determinados casos, se establece un diálogo entre ellas que a ambas enriquece. Así sucede con una película titulada El sol del membrillo, de Víctor Erice, en la que el director nos muestra al pintor Antonio López haciendo un cuadro que se titula también El sol del membrillo. Lo que hace el director en su película es mostrar la lucha del pintor con la luz del otoño para hacer su cuadro. Una lucha acompañada de ciertos momentos de humor, algún amago de canción y un trago para aliviar ese empeño de artistas.

Por traer otro ejemplo, recordaremos aquí que el poeta Rafael Alberti, que también fue pintor, tiene un libro titulado A la pintura, en cuyos poemas dialoga con los cuadros de Velázquez, de Goya, de Picasso, obteniendo un resultado vibrante y colorido.

Y como no hay dos sin tres, quiero traer aquí un caso más de intercambios artísticos. Me refiero al Evangelio según san Mateo. Inspirado en el texto del evangelista, el director de cine Pasolini hizo una desnuda y portentosa película, tan expresiva que nadie que la haya visto podrá nunca olvidar aquellos rostros tan singulares.  Y también inspirado en el texto evángélico, el músico Juan Sebastián Bach compuso la Pasión según san Mateo, una obra cuya audición produce un profundo dolor, provoca un emotivo y silencioso llanto, y nos adentra, en su final, en un estado de tranquilidad y de sosiego, algo similar al Camino hacia el reposo, el libro del que hoy estamos hablando.


Francisco del Puerto, en su presentación del libro, nos dice que el punto de partida del mismo es la entropía, es decir, la idea de que, en su evolución, el universo camina hacia la destrucción. Pero aunque así sea, lo importante, afirma, es el camino, el camino como vida, belleza y arte. Paco observa que en la confluencia de las personalidades creadoras de los dos autores, el pintor y el poeta, se produce una chispa, y que en eso consiste la magia del arte. El resultado, concluye, es de una dignidad y de una altura sorprendente, y el libro suena a desgarrada confesión, a vida.

Ángel, desde la visión del poeta, afirma que la contemplación de  la pintura de Félix provocó en él una emoción que ya bullía en su interior, una emoción que suscitó el deseo de explicarla con palabras. Y concibió el libro como un relato, un camino que lleva hacia el final, hacia el reposo. En ese camino encontró tres fases: el Universo, la Humanidad y luego el Individuo, el Yo. Un universo que poco a poco se hace frío, una civilización más frágil cuanto más compleja, y un hombre que expresa su dolor, su serenidad, su duda y sus sospechas.

Félix, desde su visión de pintor y de lector, dice en el prólogo que los versos de Ángel, destilan con gozo un fulgor intenso, una inesperada nostalgia, una alegría de lo que importa, una búsqueda interior. Y obtiene respuestas para caminar hacia el reposo. Con el arte, afirma, se llega a la verdad, el arte es un buen compañero de viaje. Como decía Picasso, “el arte es una mentira que nos ayuda a llegar a la verdad”; y como afirma Vargas Llosa, “en la literatura siempre encontré la verdad de las mentiras”.



Camino hacia el reposo contiene un poemario en el que cada texto, como habréis observado los que hayáis leído el libro, va acompañado del cuadro que lo inspira. Los poemas suelen ser breves, si bien es verdad que algunos, pocos, son más extensos. En muchos de ellos hemos encontrado versos con rimas, asonantes y consonantes, y hemos leído algunos versos endecasílabos muy, muy logrados. Pensamos que existe en el poeta un verdadero interés por las normas clásicas, aunque pudiera creerse que la rima y la medida aparecen en los textos sin que medie un interés especial del poeta por buscarlos. Nada más lejos de la verdad, pues se percibe un trabajo intenso detrás de cada hallazgo formal, pero sin que el poeta se proponga hacer un soneto u otras estrofas clásicas. Y también se percibe un vigoroso esfuerzo en la búsqueda del lenguaje poético y en la disposición visual de los versos.
El poeta nos presenta dos tipos de textos. En unos, se muestra en primera persona y expresa sentimientos intensos y muy íntimos.  Los otros poemas, la mayoría, nos sitúan ante el universo, la humanidad y el yo. Y con  buen criterio, decide ordenar unos poemas y otros arropados y envueltos, siguiendo un relato cuya cadencia nos muestra lo que sería ese perseguido camino hacia el reposo.

Veamos el primer texto, Tras la mirada

¿Quién hay detrás de esa mirada?
            Morada.
¿Cuánto vacío prieto?
 Quieto.
 ¿Es el deseo de un encuentro?
 Dentro.
 ¿Acaso compartir ese dolor?
¿El tuyo? ¿El mío?
¿El nuestro?

En este texto, en el que hemos observado algunos ecos del Cancionero y romancero de ausencias de Miguel Hernández, el poeta se pregunta qué hay detrás de la mirada, y se contesta: hay un hombre en su morada, quieto, mirando hacia un vacío, quizá queriendo compartir el dolor. Las tres preguntas iniciales tienen respuesta, pero la tercera, no, es una triple pregunta. Pareciera que el poeta nos está proponiendo compartir el dolor, “el tuyo, el mío, el nuestro”. Quizá en eso va a consistir el libro, en compartir.


En el poema Alma se nos dice que esta consiste en redes que forman un cerebro. El alma son ideas, luz que enloquece, algo más que circuitos. Y en el poema siguiente, se pregunta acerca de lo que ocurre con las ideas que no llegan a expresarse, dónde quedan esas ideas que no se concretan.


Y llegamos al poema El gozo, el primer texto escrito en primera persona, en el que el poeta se nos muestra más íntimo y nos participa de su alegría

Ese ardiente escalofrío,
sensación de plenitud y de vacío
que mansa se desborda por el borde de los vasos.
No me cabe el mundo entre los brazos
 ni me cabe la miel en los mil ríos.
 Me mezclo con la flor y con el árbol,
me baño con las gotas de rocío.
Me muero y me renazco
 y me oculto de los bosques del olvido.
Gozo compartido, tuyo y mío,
 ese milagro.

El poeta nos presenta su alma y nos la abre en gozo. Y nosotros, lectores agradecidos, nos dejamos acompañar por él, con el eco de otros grandes, san Juan y el propio Miguel Hernández.


En el siguiente texto, Tu nombre, escrito también en primera persona, el poeta nos alerta, desde el primer verso, de una posible pérdida del gozo, de un inquietante mundo que se derrumba. Y encontramos en sus versos un homenaje a la mujer, el sortilegio que da la vida al poeta.

Nadie dice tu nombre.
(Alimento de un alma que agoniza).
Tosco golem de barro
arrumbado en las esquinas.
Dulce nombre de mujer.
Nadie dice tu nombre.
 y, en cada instante, yo lo recito.

El poeta nos ha participado ya de su gozo, y también, ¡ay!, de su dolor. Y dándonos un descanso en la mostración de sus sentimientos, nos habla a continuación del espacio, del paisaje y del tiempo, buscando en esos conceptos el acomodo de la expresión de su intimidad.


Y así llegamos al texto El tiempo devora todas las cosas, inspirado en el cuadro titulado Tempus edax rerum, elegido por los autores para la cubierta del libro. En este poema se nos muestra la metamorfosis que sufren todos los seres con el paso del tiempo. La flor  ya no es flor sino vacío, el color solo un recuerdo, el perfume, aire herido. El tiempo devora todas las cosas pero

persiste aún el recuerdo de su ruta
hacia el tiempo que nos juzga, hacia su gruta.

Persiste el recuerdo nos dice el poeta; no llega al extremo de Luis Cernuda cuando escribe:
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas.




En Verónica el poeta nos muestra la angustia del ser que nunca olvida el dolor, bien que con cierta serenidad. Y en el texto El ojo, ese ojo grande y redondo que mira y juzga sin clemencia, en el que encontramos reminiscencias del ojo triangular del Dios que todo lo ve, el poeta afirma que la esfera del sol da sombra, no ilumina

solo alumbra la soledad de quien sabe que no hay cura.

Viendo el cuadro, y leyendo el poema, nos hemos acordado de aquel texto de Antonio Machado:
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve. 



La poesía titulada Doloroso tiene como referencia el cuadro Piedad. El poeta recupera la primera persona para manifestarnos su angustia ante el dolor y la pérdida de la amada.

Tú eres la que tiene el mal, la que lo sufre.
Yo, doliendo tu dolor, soy descompuesto.
De tu herida estoy herido
porque muero por no ser el que me muero.

La intensidad del dolor ante la pérdida del ser querido, un asunto omnipresente en la poesía universal, muestra en este texto una fuerza en la que el poeta parece tener cerca a san Juan de la Cruz y a santa Teresa

De tu herida estoy herido
porque muero por no ser el que me muero.


En Viacrucis, el poeta nos presenta su inmenso dolor ante la desaparición de la amada, expresado desde la rebelión ante lo que es inexorable.  

Bajo el peso de la cruz de tu ausencia
se inclina mi cabeza de espinas coronada.
            Hacia el suelo dirige mi mirada
el dolor convertido en pura esencia.
¡Qué largas las calles empinadas!
¡Cuánto guijarro retrasa mi impaciencia!
            ¡Qué prisa por llegar a mi final! Hacia la nada.
Porque esta vía dolorosa no conduce a tu presencia.


Una serie de textos en tercera persona suponen ahora una transición en el relato del poemario, quizá un bálsamo, un remanso. De entre ellos destaco el titulado Pausa, que está basado en el cuadro La comida en la hierba revisitada, en el que se nos muestra el tiempo detenido, el recuerdo del espacio que no quiere huir hacia otra parte, el tiempo tranquilo, el tiempo de gozo mientras el río fluye.


Habréis observado los lectores de este libro que varios cuadros de Félix llevan títulos en latín. A ello hace referencia el poeta en su prólogo, en sus palabras dirigidas “al improbable lector”. La mayor parte de dichos títulos proceden de un texto de Cicerón. Están sacados del libro De finibus bonorum et mayorum (Acerca de los límites del supremo bien y del supremo mal), en el que, entre otros temas, el filósofo nos habla del dolor. Desde muy antiguo, en la imprentas se han usado fragmentos de este libro para los trabajos de edición, pero manipulados y amputados, con el fin de que al componer los textos, los tipógrafos no se distrajeran con el contenido. Y en el mundo actual son utilizados en el diseño de todo tipo de impresos, folletos y documentos. Donde  Cicerón escribió “dolorem ipsum” (el dolor mismo) los tipógrafos escribieron “lorem ipsum”. El pintor ha querido dar a algunos de sus cuadros títulos sacados de este texto de Cicerón, sin duda porque encuentra que su significado es acorde con el tema de los mismos. Pero, en un juego estimulante, ha utilizado los textos de los tipógrafos, y así considera que cada cuadro es una prueba que hay que corregir. Yel poeta le sigue la corriente.

Todo esto viene a propósito del texto Ligula eget dolor, en el que el poeta nos adentra en el significado del título y nos confirma lo que él ya intuía

Solo sirve el dolor si es el aviso
de un peligro oculto e inminente.


Siguiendo adelante en el poemario, nos encontramos con el texto titulado Nana, basado en un cuadro de título Ecce Homo (Aquí está el hombre).

Siembra tu boca sobre la nieve
sueños de espumas jazmín y leche.
            ¡Cállate niño! …tu madre ha muerto.
Ya no llega ni el llanto, ya nadie llora.
Se ha callado la boca vacía y sola.
Bocas sin madre: muertes sin boca.

Ante esta poesía, es inevitable traer a la memoria las Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández. Hemos de confesar que nuestro poeta consigue un hermoso y logrado texto, en el que se nos muestra la esencia de lo que es la madre para el niño y la tragedia de su ausencia.


Y llegamos al poema Casa sin muros, inspirado en el cuadro Lorem ipsum. Escrito en primera persona, nos muestra al poeta en su casa, encerrado entre la soledad y el desconsuelo:

En la casa del dolor vivo encerrado
buscando algún alivio hacia mi pena.
Ya no hay gozo al subir las escaleras
que conducen a un lecho no olvidado.
Casa sin muros. Espacio helado.
Así va mi desvarío.
Frígido sol.
Ardiente frío.

Y percibimos ecos del poeta de Orihuela, de aquellos versos

Pintada, no vacía.
Pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Una vez más, con precisión de orfebre, el poeta nos conduce a una tregua, varios textos en los que se nos muestra una serenidad aún incierta. Y después nos adentramos de nuevo en la intimidad. Es el poema Segundo aniversario, inspirado, este sí, en dos cuadros.

Si supiera pintar, hoy pintaría
casas caídas, solares yermos.
Pero antes de caer, antes del seísmo
la casa era el solar jardín de las delicias.
el esplendor del antiguo gozo inmerecido.

Pero ahora, con tristeza, el poeta nos recuerda que la casa es

violeta y negro, mi actual desdicha.


Vamos llegando al final de Camino hacia el reposo. El poeta decide cerrar su libro con dos poemas complementarios, uno en primera y el otro en tercera persona. Casa en la playa comienza con un verso de incierto significado

Nada hay tan pecaminoso como una casa entre las dunas.

En el principio de la descripción van apareciendo palabras que casi ahogan

Hay algo que ciega y que no espanta
que sume la casa, sin tragarla
en el pozo profundo y sin garganta
del horror tentacular que nace al alba.

Pero, calladamente va apareciendo la esperanza en la evocación del recuerdo que perdura

            Al rayar el sol nos desnudamos.
Y, a lo lejos, sin mirar, vimos arder la casa.
Desnudos y alegres, recostados.
¡Qué importan la casa y el fuego que la abrasa!
Un aire de yodo nos unge las mejillas.
Y tu voz -¿o es el mar?- nos arrulla con su danza.

Pareciera que, después del dolor compartido, el poeta quisiera como ir dejándolo atrás y, en este espacio cálido del recuerdo vivido, se nos muestra fundido en un abrazo con la amada. Y desearía quedarse así, suspendido en el amor, un amor más poderoso que el dolor, más poderoso que la muerte.  


El último poema, Reposo, nos adentra en ese final que ya se ha ido perfilando en el texto anterior. El reposo no necesariamente tiene que ser negro, ni oscuro ni vacío. Puede ser tibio y meloso.

Pudiera ser del mar en calma el rizo.
Pudiera ser
Que en un solo mar quepan mil ríos.

Y al modo de León Felipe y sus poemas como salmodias o letanías, el poeta va destilando sus versos con una cadencia serena:

Pudiera ser
Que angustia y alegría no sumen ya dolor.
Que el reposo no sea la nada, sino un mundo en equilibrio.
Donde bajo la amorosa tibieza de un infinito vientre femenino,
nos parece sin precisar ser redimidos,
serenos, sin futuro y sin pasado,
descansen el final de todos los caminos.


En esa búsqueda incesante del sosiego, el poeta encuentra en estos versos la paz, un apaciguamiento íntimo que le permite vislumbrar un porvenir reposado. Un final de camino que, para nosotros, sus lectores, significaría esperanza y luz.

Nos gustaría creer que la poesía, esa buena compañera de viaje, le hubiera permitido ver la luz al final del viacrucis que desgarradamente nos ha ido mostrando. Quizá entonces sería verdad aquello que decía Manuel Machado

            Cantando la pena, la pena se olvida.

Vayamos terminando. Aplaudamos el buen criterio que ha tenido el poeta en la elección de los textos que sirven para abrir y cerrar el poemario. Son dos fragmentos que constituyen un broche cabal. El poemario se abre con unas palabras de Jorge Wagensberg que parecen sacadas del Génesis:

“El primer sonido sonó mucho antes de que el primer oído pudiese escucharlo.”

Y que se cierra con unos versos definitivos de Ignacio Cartagena:

“Llegado a este remanso del día en que te observo desvestirte, me viene a la memoria aquella frase que vi en un manual de astronomía: “…y nunca pasó nada en el primer millón de años”.


Muchas gracias a los dos, a Ángel y a Félix por vuestra poesía y por vuestra pintura. Y muchas gracias a todos por vuestra atención.


                              Fotografías de cuadros tomadas del sitio: 
   http://felixdelpuerto.com/camino-hacia-el-reposo-entropismos/