miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tres preguntas para un referéndum





Según tengo entendido, el gobierno de la Generalitat catalana tiene previsto realizar un referéndum sobre el futuro de Cataluña. Aunque parece que no tiene encaje en la legalidad vigente, parece que dicho referéndum tendría dos preguntas. Un referéndum normalmente tiene una sola, y quien lo convoca, establece la pregunta de tal forma que siempre gana.

Dicho esto, parece adecuado concluir que el referéndum no se va a celebrar, y que los partidos que han acordado las dos preguntas más pareciera que han pactado un acuerdo con la disculpa del referéndum .

Las preguntas planteadas son:
¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado? 
En caso afirmativo, ¿quiere que Cataluña sea un Estado independiente?

Puestos a preguntar, se podría hacer una tercera pregunta:
En caso afirmativo, ¿quiere usted que Cataluña sea una Monarquía o una República?

Y, claro, rizando el rizo, podría proponerse una cuarta pregunta:
Si quiere usted que sea una Monarquía, ¿quiere usted que Cataluña sea borbónica o habsburgo?



martes, 26 de noviembre de 2013

En Donosti: Otro maratón de Javi




Y otro maratón más de Javi. Y ya van…
Enhorabuena, esta vez especialmente.


DONOSTI-2013
Si te digo la verdad, esperaba cualquier cosa. Se ha dicho mil veces, y es verdad: un maratón no se parece a nada, y menos aún a otro maratón.

El de hoy era en Donosti, medía 42.195 metros y se corría con cielo nublado y viento casi en calma. Un maratón ‘de durse’ que le dicen por Osuna.

Lo que pasa…Lo que pasa es que los maratones hay que correrlos, y con eso no contábamos. O peor: esta vez todo pintaba mal, salvo el cielo, que, como queda dicho, se portó divinamente.

Las dos semanas previas fueron de pena: lesión en el gemelo, entrenamiento chafado y todas las dudas del mundo. Tantas que desde la salida ya iba pensando en cobrarme la revancha en Málaga el 8 de diciembre, o en Pisa el 15. Para acabar de arreglarlo, el pulso se puso de morros.

¡Pues qué bien!

Descartada cualquier opción medio decente, me descolgué detrás del guía de 3h30 y me dediqué a divagar a la espera de que fueran cayendo kilómetros al cesto.

El paisaje del maratón donostiarra da bastante de sí: la isla de Santa Clara (cementerio de marginales y apestados hace ya siglos) viene a ser un imán que te atrae a la altura del k10, aunque no sabes si por apestado o por tontaina; delante va una chica de negro con las cuatro extremidades enrojecidas, casi amoratadas (‘moraíta de martirio’, se diría); poco más allá, otra corredora viste con camiseta de la selección española y un tutú (¿otro canto del cisne?). Lo que digo, un paisaje de fantasías variadas que le colocan a uno en un territorio de ensueños. Lo que viene siendo un maratón.

Y efectivamente, me he dormido; pero en el lote va todo, incluso el gemelo, que también dormita. Eso que vamos ganando.

A lo tonto modorro, pasamos la media, con un tiempo muy mediocre, aunque me siento  medio aliviado, porque hoy solo aspiro a llegar como sea (“¡Cómo no vas a llegar, la hostia!”, me ha soltado Volcán, en plan bilbaíno, diez minutos antes de la salida), de modo que lo doy por bueno.

A partir del k24, me voy sintiendo mejor (“si no ha saltado ya el gemelo, lo mismo aguanta”, me animo), y comienzo a hacerme ilusiones. En el 30 me espera Gloria con el viático (esta vez, medio maratón es suyo), y ahora sí, de nuevo frente a la isla de Santa Clara, me olvido de pestilencias y me pongo a correr. Si acierto, bien; y si no, otra vez será.

Con ese barrunto, me planto en el 34, el momento clave de esta prueba, un  paisaje vacío que siempre me ha gustado porque te pone cara a cara frente a la carrera, sin otra compañía que el zarpazo de un corte de rock agrio en la megafonía. Ahí supe en 2007 que iba a bajar de 3h, y aún no se ha disipado el encanto.

Ya solo queda volver a casa, con algo de viento a favor. Comparto un kilómetro con la chica del tutú, que recibe el aplauso constante del público. Cada paso que doy me confirma que el gemelo aguantará, de modo que me pongo al ritmo que había previsto durante la preparación. De ahí a meta, voy pasando a docenas de corredores e incluso me regaño un poco por no haber arriesgado algo más desde el principio; pero como estoy disfrutando, se me pasa el enfado.

En el 41, mucha gente animando, entre ellos Gloria y Daniel (que ha hecho un diez mil de lujo). Inevitable congestión de emociones (hoy he vuelto a recordar que el principal objetivo de quien corre maratón es acabar) y enseguida la meta.

El vigésimo, si nada se tuerce, en primavera. 





De agujas y camellos: Una carta mía en El País


CARTA PUBLICADA EN EL PAÍS

De agujas y camellos

Madrid. 26 NOV 2013

Es muy frecuente leer artículos en los que sus autores sacan a relucir la famosa frase del Evangelio acerca del camello y la aguja. Publicaron ustedes el 23 de noviembre uno titulado ¿Por qué odiamos a los ricos?,de Jesús Andreu, que incluye la famosa cita: “Es más difícil que entre un rico en el Reino de los Cielos, que el que pase un camello por el ojo de una aguja”. (Mateo, c.19, vs. 23 y 24)
Siempre me llamó la atención lo estrambótico de la metáfora, y mucho más las elucubrantes explicaciones al respecto. Un buen día, sin buscarlo, encontré en un libro de don Miguel de Unamuno una referencia a la citada frase. Se trataba del libro El Caballero de la Triste Figura, y esto dice el autor a propósito de La reforma de la ortografía: “A veces esas divergencias —entre lengua oral y lengua escrita— pueden ocasionar interpretaciones erróneas. Vaya de ejemplo: la eta griega leíase ya en la época clásica lo mismo que la iota, por manera que escribiéndose de distinto modo los vocablos cámelos  (camello) y cámilos (calabrote, cable, cabo de cuerda), ambos se leían del mismo modo,  cámilos. 
Y esta confusión hizo que por una falta de ortografía se tradujera un famoso pasaje del Evangelio: “Es más difícil que entre un rico en el Reino de los Cielos, que el que pase un calabrote por el ojo de una aguja”, haciendo del calabrote, camello, y resultando así una metáfora disparatada por lo incongruente. Y una vez cometido el error, no han faltado interpretaciones ingeniosas a lo del camello”.
Jesús Bermejo. Madrid.






jueves, 21 de noviembre de 2013

"De purísima y oro" de Joaquín Sabina: Estampas de posguerra



                                     

En 1999 Joaquín Sabina publicó el álbum 19 días y 500 noches y en él incluía la canción De purísima y oro, en la que nos presenta un homenaje a Manolete, el torero que muere en la plaza de Linares en un lance trágico, que fue resuelto de forma chapucera y aprovechado de manera escandalosa. Un homenaje a Manolete y a toda una época, los primeros años de posguerra, un tiempo detenido en la letra de esta canción, un ambiente triste y gris de un país vencido, pobre y amordazado. Un país que intenta sobrevivir después de la devastación, que se engancha a las canciones para después de una guerra, que intenta dejar atrás la miseria del hambre y de la angustia.

Un país de labradores y jornaleros, de obreros y empleados menesterosos, de academias de corte y confección, de frías casas sin calefacción, de sabañones y aceite de ricino, ese recuerdo atroz para quienes fueron obligados a tomarlo como purga por su pasado republicano. Un país arrasado y aislado del mundo, sin apenas comercio exterior, con coches alimentados con gasógeno, toscas prendas de vestir y zapatos topolino para quienes podían permitirse algún lujo más allá de las alpargatas y las sandalias. Un país con cartillas de racionamiento, con escasez y estraperlistas, con tenderos que usaban un lenguaje entre cursi y cheli y elaboraban carteles como El género dentro por la calor.

Academia de corte y confección,
sabañones, aceite de ricino,
gasógeno, zapatos topolino,
el género dentro por la calor.

En el Rastro estaban las galerías Piquer, un comercio especializado de la época. En la inclusa estaban los niños huérfanos, niños cuyos padres habían muerto en la guerra, niños perdidos, niños de padres encarcelados, niños pobres, niños con anginas, llenos de miedo y de tristeza. El hambre y otras miserias multiplicaron los casos de tisis, de tuberculosis, que según receta popular se combatía con caldos de gallina, es decir, con una buena alimentación, entonces tan poco común.

Para primores, galerías Piquer,
para la inclusa, niños con anginas,
para la tisis, caldo de gallina,
para las extranjeras, Luis Miguel.

Y en contraste con esa miseria apenas enunciada en la canción, el autor nos muestra otros ambientes, de gente con dinero y poderío, que se relacionaba con visitantes extranjeros atraídos por el mundo de los toros y otras peculiaridades de aquella España. Tales son los casos de Hemingway y Orson Welles; y también de Ava Gardner, cuya relación con el torero Luis Miguel Dominguín era de todos conocida.

El mundo de los toros tenía sus protocolos, sus lugares y sus calendarios. Y en los bares donde se vendían las entradas de toros siempre había un limpiabotas, un hombre que atesoraba la historia menuda del lugar y las confidencias de sus clientes, uno de los cuales le invita a un carajillo, un café con coñac, a la vez que atiende a un estraperlista y le regala dos buenas entradas de toros, dos barreras.

Y para el Corpus, retales amarillos que aclaren el morao de las banderas”. El Corpus, la procesión por excelencia, con las calles alfombradas de plantas aromáticas y los balcones adornados con sábanas, mantones y tapices, es invocada por el autor con ese doliente tono de contrastes que aparece a lo largo de la canción, y muestra el empeño de los poderes por disimular el color morado del Corpus, principalmente de los caballeros del Corpus Christi. Disimular ese color morado con retales, sábanas y tejidos de colores amarillos, para que así no se evocase el morado de la bandera de la República, tan cercana y a la vez tan lejos.

Para el socio del limpia, un carajillo,
para el estraperlista, dos barreras,
y para el Corpus, retales amarillos
que aclaren el morao de las banderas.

Este es el escenario de la canción, descrito con nombres y adjetivos, en las pinceladas de las tres primeras estrofas. Ahora empieza la acción, ahora vienen los verbos, una acción cuyos protagonistas son los vencedores de la guerra. De ahí ese Tercer año triunfal, tan repetido en radios y noticiarios como el último parte de guerra:

"Cautivo y desarmado el Ejército rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. 
Burgos, 1 de abril de 1939. 
El Generalísimo Franco.”

Era su tercer año triunfal, a contar desde que empezó la guerra; para ellos, una nueva era; una nueva era que querían imponer a todos los españoles. Era su tercer año triunfal, sí. Y en un país donde todo era escasez, hambre y dolor, había señoritos fascistas peinados con brillantina que se divertían a sus anchas en salas de fiestas como Alazán, y que en medio de sus borracheras y con la impunidad más absoluta, terminaban su fiesta dando una paliza a algún cantante, como le sucedió a Miguel de Molina, por ser republicano y gay ( Ellos, los nacionales, decían: Por rojo y por maricón). Por su seguridad, Miguel de Molina se vio obligado a embarcar hacia la Argentina.
Tercer año triunfal, con brillantina,
los señoritos cierran Alazán,
y, en un barquito, Miguel de Molina,
se embarca, caminito de ultramar.

Habían pasado ya los nacionales…En noviembre de 1936 empezaron los primeros bombardeos sobre Madrid. No cesaron hasta el final de la guerra. En aquel noviembre, el pueblo se levantó contra el fascismo e impidió la entrada en la capital del ejército franquista, los nacionales. Aquella impetuosa resistencia se inmortalizó en el célebre lema No pasarán. Y ese lema, esa consigna fue convertida en sangrante afrenta en el chotis Ya hemos pasao, cantado por Celia Gámez.

Habían pasado ya los nacionales y Habían rapado a la señá Cibeles, a ella, la diosa de la famosa fuente madrileña, aquella fuente protegida por una estructura de hormigón durante toda la guerra, para que no fuese destruida por los bombarderos nazis. Sí, habían rapado ya a la señá Cibeles, como hicieron con tantas mujeres republicanas de todo tipo y clase, que fueron ultrajadas, rapadas al cero, embadurnadas con pez y paseadas desnudas en carretas infames como castigo y escarnio. Habían pasado ya los nacionales, dejando un rastro de sangre, dejando un rastro de lágrimas.


Y parafraseando el comienzo del último parte de guerra, Cautivo y desarmado [el Ejército rojo] , las tropas nacionales, una vez alcanzados sus últimos objetivos militares, se divierten en Los Grabieles hasta la madrugada, la hora de la zambra, con el frío en la calle y el vaho en los cristales. Otros nacionales, formando un pelotón, fusilan cada amanecer a decenas y decenas de presos republicanos junto a las tapias del cementerio del Este, o de la Almudena, no muy lejos de la plaza de toros de Las Ventas.

Al día siguiente, en aquella España amordazada, los periódicos hablaban de Celia Gámez, del escritor Pemán (autor del famoso poema La bestia y el ángel,  en el que la bestia era la República y el ángel, el general Franco) y del bayón, un baile popularizado por la película Ana, que, cómo no, fue censurada en el momento en el que Silvana Mangano interpreta El bayón de Ana.

Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la señá  Cibeles,
cautivo y desarmado el vaho de los cristales
a la hora de la zambra, en Los Grabieles,
por Ventas madrugaba el pelotón.
Al día siguiente hablaban los papeles
de Celia, de Pemán y del bayón.

Estamos en España, en los años cuarenta, un tiempo de silencio. En la segunda parte de la canción se nos presenta un espacio privilegiado, solo accesible para la clase alta, para cantantes de postín y toreros famosos y para extranjeros ricos. Es el bar Chicote, en plena Gran Vía de Madrid, recién bautizada como avenida de José Antonio, el fundador de Falange, el partido único. En Chicote también tienen cabida estraperlistas, contrabandistas de la tan ansiada como carísima penicilina, y prostitutas de alto postín.

Enseñando las garras de astracán,
reclinada en la barra de Chicote,
La bien pagá derrite, con su escote,
la crema de la intelectualidad.

Esa prostitución de alto postín aparece en nuestra canción como La bien pagá, un guiño a otra canción popularizada precisamente por Miguel de Molina, esa bien pagá que enseña sus garras de astracán, un abrigo de piel que simboliza aquel ambiente y aquel dinero sucio, y derrite a la crema de la intelectualidad, en alusión a otra célebre canción del mejicano Agustín Lara dedicada a Madrid: Y en Chicote un agasajo postinero/ con la crema de la intelectualidad. Sí, claro que hubo intelectuales fascistas, bastantes. Y otros muchos se fueron adhiriendo por acomodo y para buscar su sitio. Y también los hubo que no se doblegaron y sufrieron lo suyo hasta que fueron encontrando sus maneras de vivir en los márgenes de aquel régimen.

Por entonces, esas mujeres que frecuentaban Chicote y otros sitios de moda, imitaban a prototipos de la época, uno de los cuales fue Eva Perón, que vino a España junto a su marido, el general Perón, que era presidente de Argentina, cuando ningún jefe de estado visitaba la España de Franco. Eva Perón llevaba el pelo recogido en rodetes, a la manera de la dama de Elche, la escultura ibérica. Esas mujeres tomaban cócteles elaborados con el licor Parfait amour  y a veces imitaban, en lugares más discretos, la forma de vestir de la protagonista de la película Rebeca, de Alfred Hitchcock, en concreto aquella chaqueta de lana que pasó a llamarse rebeca, y que, en armonía con el uniforme de Falange, en la canción es de color azul marino.

Permanén
, con rodete Eva Perón,
Parfait amour, rebeca azul marino,
-”Maestro, le presento a Lupe Sino,
lo dejo en buenas manos, matador”.

Y fue en aquel bar Chicote donde a Manolete, que ya era un torero famoso, le presentaron a Lupe Sino, una mujer de la que se enamora el diestro y que nunca fue admitida ni por su familia ni por su entorno, y cuyo emparejamiento sin casarse era un engorro diario para aquel régimen, ya que se vio en un aprieto, pues Manolete era un personaje muy popular. Le presentan a Lupe Sino, surge el flechazo y nuestro cantante nos los lleva por los lugares famosos de Madrid, el bar Gitanillos, el restaurante Riscal, la plaza de Ventas, con toros de la ganadería Saltillo, las joyerías, las tiendas caras, los hoteles de lujo y las bebidas espirituosas.

Y, ya lanzados, hoy vamos a perder los alamares, las presillas de adorno que van en las mangas de las chaquetillas de los toreros. Hoy, vestido De purísima y oro, es decir, de azul intenso, como el manto de la virgen, y de amarillo, Manotete cuadra al toro en la plaza de Linares. Y el toro, Islero, lo hiere gravemente. Según muchos, si hubiera tenido mejores cuidados médicos, se hubiera impedido su muerte.

Y, luego, el reservao en “Gitanillos”,
y, después, la paella de “Riscal”,
y la tarde del manso de Saltillo,
un anillo y unas medias de cristal.
-”Niño, sube a la suite dos anisetes,
que hoy vamos a perder los alamares”-
de purísima y oro, Manolete,
cuadra al toro, en la plaza de Linares.

(En verdad Manolete no iba vestido ese día fatídico De purísima y oro, esa es una licencia del autor, que reconoce que ese nombre del traje es la clave de la canción, licencia que se vio reconocida cuando el famoso torero José Tomás, vestido, él sí, De purísima y oro, le brindó su toro a Joaquín Sabina en la plaza de Linares muchos años después.)

Todo esto sucedía en un tiempo sombrío, en el que habían pasado ya los nacionales y habían rapado a la señá Cibeles. En un tiempo de silencio en el que las personas formales volvían a sus cuidados a una hora decente y no se daban por enterados de nada, unos por miedo, otros porque preferían mirar para otro lado y bastantes por complacencia con los vencedores. Y a la hora de la conga, en la madrugada de los burdeles, los señoritos de gomina, los burgueses de doble vida, los estraperlistas, los famosos y otras faunas, se marchaban a sus casas cuando ya apuntaba el amanecer, mientras por san Blas, un barrio cercano al cementerio, descansaban los pelotones de fusilamiento. Al día siguiente, los periódicos silencian las siniestras madrugadas de hipocresía y asesinatos y hablan de la película Gilda, también censurada, claro, y del Atleti de aviación, que era el nombre del equipo de nuestro cantante, el Atleti de Madrid.

Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la "señá " Cibeles,
volvían a sus cuidados las personas formales
a la hora de la conga, en los burdeles,
por san Blas descansaba el pelotón.
Al día siguiente hablaban los papeles
de Gilda y del Atleti de Aviación.


Jesús Bermejo
Noviembre de 2013








   






    





Los Navalmorales: Las Becerras, un paraje singular en los Montes de Toledo



Salís de Madrid hacia el pueblo y vais viendo avanzar el otoño en los campos de viñedos de Méntrida y en las rañas de cereales de Malpica de Tajo. Llegáis a Los Navalmorales, oléis la casa, os ponéis ropa cómoda y después dais una vuelta por el pueblo y hacéis algunos recados. Como llueve levemente, volvéis en seguida y dejáis que la casa os temple y os acoja en esta tarde fría y desapacible. Cena, periódicos, libros, tele. Y luego a la cama. Fuera aúlla el viento.
A la mañana siguiente el sol se ha apoderado de todo, rebrillan los árboles y los tejados, Pipo está echado en el patio y vosotros miráis al cielo, azul y limpio hasta el infinito.

Os vais a Las Becerras, un sitio singular de los Montes de Toledo, en pleno parque de Cabañeros. Pasado el pueblo de Los Navalucillos, el camino discurre por una carretera bordeada de encinas y chaparros, que abandonáis hacia la izquierda para entrar en una inmensa hoya, salpicada de jaras, castaños y robles.

Abajo, en el soto, el amarillo de los álamos y los chopos serpentea suavemente y muestra el curso de algunos arroyos y riachuelos que van a dar en el Pusa, perdiéndose en el horizonte camino de El Chorro, el salto de agua donde la tradición dice que nace el río, al lado del Rocigalgo, el pico más alto de los Montes.

Entrar en el soto de Las Becerras es como volver a un tiempo antiguo, como regresar con vuestros antepasados a un lugar tranquilo y feliz. Un merendero junto a las aguas sosegadas de un riachuelo, la presilla para el baño, el puente mínimo, los álamos y los chopos centenarios, centinelas del tiempo todo el año, de sombras gozosas y agradecidas en verano, junto a las mesas y bancos de madera, y hojas amarillas y marrones en noviembre, para mirar desde la templanza del comedor con chimenea.


Saludáis al dueño del merendero y pasáis a comer un cocido saboso y abundante. Después os vais por un carril pedregoso junto al río, camino de una presa acotada para truchas. Mariví se va paseando con Pipo hasta la presa, y tú te quedas junto al arroyo, y la esperas, mientras miras el paisaje desde el sillón del coche, y notas que te vas durmiendo sosegado, arrullado por el rumor del agua del riachuelo.

Sea invierno, sea verano, en cualquier estación os gusta este sitio: un lugar pacífico, tranquilo, natural e íntimo. Se llama Las Becerras y está en los Montes de Toledo.




Dedicado a Juan Pablo e Isabel, que estarán ahora bañándose en las aguas del Atlántico, junto a las costas de El Hierro.




sábado, 9 de noviembre de 2013

Esto sí es lo que parece


Madrid en la vanguardia.

En el pelotazo inmobiliario.
En los recortes educativos y sanitarios.
En la trama Gurtel.
En la privatización de servicios esenciales.
En el chalaneo de las preferentes de Bankia.
En el todo vale con tal de que el Estado merme al máximo.

Los gobernantes salían elegidos por mayorías absolutas.
Pero nadie pareciera haberles votado.


 
Después de bien encauzado el gasto a tope,
La deuda al máximo y el adversario reducido al mínimo,
Vinieron los segundones a terminar la faena.
Y así estamos.

El presidente de la Comunidad,
Ansioso con su estimulante alternativa económica:
Un muladar de juego y chalaneo conocido como Eurovegas.

Y la señora Alcaldesa,
Muda ante la ciudad sucia,
Exigente en el pago de tasas y de IBIs
Y paralizada ante las empresas encargadas del servicio,
cuyo objetivo consiste en ganar dinero escatimando el coste.

Así estamos, con tanta externalización:
Calles sucias, obreros sin futuro, ganancias de los ricos,
Sinvergüenzas en espera de juicio, que apenas llega nunca.


Madrid en la vanguardia.


A ver si ya de esta

Les pegamos un puntapié en el trasero,
con el lema sagrado
Cada persona, un voto.

Y después, rendimiento de cuentas ante los jueces
Por haber desgobernado tanto
Y una tanda de años en la arena baldía
Hasta que purguen tanto despilfarro y tanta desvergüenza.