miércoles, 24 de mayo de 2023

Tina Turner siempre



El País. 24.05.2023

Diego A. Manrique

Tina Turner era esencialmente una superviviente. Nacida Anna Mae Bullock en 1939, la vocalista, fallecida este miércoles, abandonó su vida en el sur rural de Tennessee cuando se instaló con su madre en San Luis, en Misuri. De cantar en la iglesia pasó a frecuentar los locales nocturnos de la ciudad. Allí conoció en 1957 a Ike Turner, el líder de los Kings of Rhythm, con los que comenzó a cantar. Ike era un veterano que subsistía en un negocio duro, siempre en la frontera con la ilegalidad; entendió que había un filón en la fiereza interpretativa de Tina y la convirtió en su esposa en 1962.

Como Ike & Tina Turner, acumularon éxitos en las listas de rhythm and blues, es decir, en el mercado afroamericano. Las jugadas de Ike, que prefería ir saltando entre discográficas, no ayudaron a establecerlos como primeras figuras. Sin embargo, en 1966 aceptaron una propuesta para grabar con el productor Phil Spector, que en realidad solo quería trabajar con Tina. El resultado fue un tema orgásmico, River Deep, Mountain High, que fracasó en Estados Unidos, pero impactó en Europa. En el Reino Unido, Tina se convirtió en artista de culto. La fascinación de Mick Jagger, Rod Stewart o David Bowie desembocaría en su llegada al mainstream.

Los Rolling Stones contratarían a Ike & Tina Turner para su gira estadounidense de 1969: el público blanco se quedó boquiabierto ante la sexualidad turbo de Tina y sus bailarinas, las Ikettes. Ike, que rara vez pensaba más allá del corto plazo, comprendió que era el momento para establecerse en el mercado del rock. Lo hicieron con versiones tórridas de éxitos como Proud Mary (Creedence Clearwater Revival) y Come together (The Beatles), aparte de rotundos temas originales como Nutbush City Limits, una creación de Tina que celebraba sus orígenes.

Lo que Tina se callaba era que la vida con Ike, cocainómano, era infernal. Hasta que en 1976 lo abandonó en Dallas (Texas) y pidió el divorcio. Ese sería el punto central de su maquillada autobiografía, luego reflejada en el correspondiente biopic —donde fue encarnada por Angela Bassett— y en el musical Tina.

Tuvo que empezar de nuevo y debió aceptar todo tipo de bolos alimenticios, flirtear con la disco music y aparecer en el circuito de nightclubs o, para su eterna vergüenza, en la Sudáfrica del apartheid. No fue fácil: precisamente, tal día como hoy, en 1979, debutó en España con un concierto en el Palacio de los Deportes barcelonés… que no llenó (volvería más veces, ya con éxito de público).

Ese mismo año, conectó con Roger Davies, un manager australiano que desarrolló un inteligente plan para potenciar su carrera. Firmó con la multinacional Capital Records y se dedicó a hacer discos con canciones seleccionadas para resaltar su imagen de mujer sensual y empoderada; a fin de garantizar la potencia de su oferta, contaba con diferentes productores que cubrían desde el techno pop al rock. Su álbum Private dancer (1984) vendería millones y sería el prototipo de una nueva manera de entender el pop de amplio espectro, imitada luego en el lanzamiento de Whitney Houston y otras divas.

Dominó las ondas y los escenarios durante los ochenta y los noventa. Lo cierto es que no paró: se apuntaba a duetos con sus admiradores británicos y apareció poderosa en una película de la saga Mad Max. Y rehizo su vida con un ejecutivo discográfico, el alemán Erwin Bach, con el que compartía creencias budistas. Se retiró en 2000, aunque todavía protagonizaría una gira de despedida en 2008. Para entonces, ya residía en Suiza, país que se portó bien con ella. En agradecimiento, en 2013 se naturalizó suiza y renunció a la nacionalidad estadounidense. 



                                         

 

 



miércoles, 17 de mayo de 2023

Rebaño

 

Inteligencia de rebaño

Alex Grijelmo. El País, 15 de enero de 2021

La palabra “rebaño” se ha convertido en positiva. Ahora asumimos ser parte de un rebaño si eso nos da inmunidad, sin importarnos que la metáfora implique una asociación de ideas con los borregos.

“Rebaño” no sólo designa a un grupo de ovejas, sino también a un “conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etcétera”. Por su parte, un “borrego” es también quien “se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena”.

Usamos el nombre común de algunos animales para insultarnos o despreciarnos: burro, acémila, perra, gorila, cernícalo, buitre, cerdo… Pero en el caso de “rebaño” hemos ido transformando su descalificador significado metafórico (grupo de individuos acríticos) para apropiarnos de sus ventajas: algo bueno habrán visto las ovejas en ir todas juntas.

Hace ocho años, unos investigadores de la Universidad de Londres colocaron microprocesadores en estos animales para observar desde un satélite sus movimientos y la manera en que el rebaño se reconfigura cuando aparece un peligro (por ejemplo, un lobo). Y las ovejas en esos casos, lejos de salir despavoridas en todas las direcciones, huyen hacia el centro del grupo. Su instinto de supervivencia las conduce a apretarse para reducir las probabilidades de ser elegidas por el depredador. Se trata del mismo sentido de protección y cuidado mutuo que las lleva a evitar las aglomeraciones en la salida de un cercado y desalojarlo más ordenadamente que como lo haríamos los seres humanos.

Ya se ve que tenemos cosas que aprender de los rebaños.

Los lexicógrafos no conocen con certeza el origen remoto de esta palabra peculiar del castellano y del portugués (rebanho). Hace seis siglos se decía en castellano “rabaño” (variante que todavía pervive en zonas rurales de España). Los eminentes lexicógrafos Joan Corominas y José Antonio Pascual (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico) se inclinan por relacionarla con un hipotético “ramaño” intermedio, derivado de “rama” y relacionado a su vez con el catalán ramada (que significa precisamente “rebaño”). De ese modo, se supone que este grupo de animales fue vinculado en catalán y en castellano con la imagen de un haz de ramas o de varas, agrupadas y juntas como las ovejas; o bien con la rama o vara que maneja el pastor (de ahí que aún se diga “vara de cerdos” en referencia a un grupo de medio centenar de cochinos).

Las interpretaciones actuales de “rebaño” nos presentan un grupo homogéneo de animales o, en sentido metafórico, de personas; que en ambos casos se amparan unas a otras y actúan coordinadamente, por lo general bajo el mando de un pastor, ya sea religioso (el mismo Jesucristo es representado así), político o, ahora, científico.

Con todo eso, resulta fácil asumir la locución “inmunidad de rebaño”, que el banco de datos de la Academia documenta en 2003: la consiguen quienes aceptan la vacuna para que todos queden a salvo. En este caso, se trata de que el coronavirus no disponga de domicilios corporales que asaltar al haberse instalado en ellos las pertinentes alarmas, y le sea difícil hallar, estadísticamente hablando, a personas desamparadas pero distantes entre sí y camufladas en el grupo. Con un 70% de gente segura, se considera que vamos bien. El rebaño funciona.

Y con el rebaño, funciona la palabra. Antes sonaba mal. Pero ahora el gregarismo inteligente de los corderos puede inspirarnos. Si hay que balar, se bala.

La Bajada de El Hierro

Jesús Bermejo

Emilio, el guía de El Julan, nos dijo que la romería de la Bajada sigue los mismos pasos que un rebaño: En éste hay dos ovejas guías, quienes por indicación del pastor dirigen el rebaño yendo a izquierda o derecha según aquél indique. Y las ovejas y demás miembros del rebaño que se descaminen son de inmediato obligadas por el perro a seguir la orden del pastor. En la Bajada, los guíos dirigen a los pitos y los danzantes, y el papel del perro lo representan los tambores y los bombos, que marcan el ritmo incansablemente a lo largo de toda la romería. Es ésta por tanto una fiesta antigua, una fiesta de pastores.

De vacas y lobos

Jesús Bermejo

Recién releído un texto de Cela sobre los lobos y la palabra alobarse, le pregunté un día a mi padre, si se usaba en el pueblo dicha palabra, y me dijo que él no la había oído. Y luego me contó una historia.

"En mis tiempos sí había bastantes lobos cerca del pueblo. Había muchas vacas y ovejas y cabras, entonces abundaban, no como ahora. Un día de junio las vacas nuestras, con los chotos y los terneros, se presentaron en el pueblo. Se habían escapado del Llano Mayor, junto a la sierra. Al ojear el camino, vimos que a uno de los chotos lo habían matado los lobos en la cerca Marigonzal, cuando venían al pueblo por la mañana. Se conoce que los lobos estuvieron rondándolas y por eso se escaparon. Esa noche las vacas durmieron en el pueblo, pero a la mañana siguiente las llevamos de nuevo al Llano Mayor. Cuando fuimos a asomarnos al otro día, las vacas no estaban en el prado. Se habían escapado, pero ya no volvieron al pueblo; se fueron por el cordel a Extremadura, a la dehesa donde habían estado el invierno anterior. Las pudimos pillar con los caballos ya cerca de Plasencia..."




sábado, 13 de mayo de 2023

Pregón de las Fiestas del Cristo de la Fuente 2023


A finales de marzo recibí la petición de dar el pregón de las Fiestas del Cristo de la Fuente, que se celebran en Los Navalmorales en torno al segundo fin de semana de mayo. Acepté el encargo y a ello me puse. Y fue ayer, viernes, doce de mayo de 2023 cuando leí el pregón en la Plaza de los Seis Caños, un pregón que traigo aquí como santo y seña y como recuerdo.




Pregón de las Fiestas en honor del Cristo de la Fuente

"Señor Presidente de la Asociación Cultural Santísimo Cristo de la Fuente, señor Alcalde, autoridades, familiares, navalmoraleñas y navalmoraleños, amigos todos: Muy buenas noches.

Quiero que mis primeras palabras sean de agradecimiento al Presidente de la Asociación, y a su Junta Directiva, por haber pensado que yo, un forastero, podría ser el pregonero de estas fiestas del Cristo de la Fuente de 2023. Espero cumplir el encargo de la mejor manera posible y confío en no acabar en el pilón. Algo en mi interior me dice que no será así.

A finales de 1994 vine por primera vez a Los Navalmorales, de la mano de Mariví Navas. Era una tarde fría de invierno, y en esta misma plaza de los Seis Caños se estaba celebrando el Belén viviente. Me gustó mucho el ambiente que se respiraba y la vida que latía en cada caseta, en cada canción y en cada gesto. Allí comenzó mi relación con Los Navalmorales. Allí empecé a conocer vuestras costumbres, vuestra historia, los trabajos que desempeñáis y vuestras fiestas. 

Tres imágenes me vienen siempre a la cabeza cuando hablo de Los Navalmorales, y constituyen para mí algo así como el emblema del pueblo. La primera imagen es ese continuo manto de olivas que se extiende por todo el término municipal. Olivas, sí, en femenino, que es como la gente de esta tierra llamáis a los olivos. Esos rugosos y delicados árboles, de tronco mineral y retorcido, que dan un aceite de calidad superior. “El mejor aceite del mundo”, decía Sixta Sánchez-Élez, la madre de Mariví. El mejor aceite del mundo, ese aceite de oliva virgen extra que es el símbolo del trabajo de los navalmoraleños, de su tesón y de su inteligencia. Un aceite obtenido con el conocimiento y la destreza que generaciones y generaciones han ido acumulando a lo largo de los siglos, empeñadas en el cultivo cada vez más esmerado de esas olivas de presencia centenaria.

La segunda imagen que me viene a la mente cuando hablo de Los Navalmorales es la torre de la iglesia, ese esbelto y espigado monumento, terminado en 1673, que con su gracia aérea parece cobijar el amable caserío de teja árabe, los sombreados patios y las tranquilas plazas de la villa. La he visto desde todos los sitios, desde la sierra del Santo y desde el cerro Gorra; surgiendo de repente al doblar una esquina o paseando por las calles de Tierra Toledo; apareciendo por sorpresa al venir desde Santa Ana o destacando majestuosa al llegar de Los Navalucillos. Muchas veces me he acercado a la torre y he admirado su verticalidad y su elegancia, la geometría y el dinamismo de su vuelo. Es, como todo el mundo sabe, La buena moza, el edificio más noble de la villa.

La tercera imagen que me viene a la mente es la Fuente de los Seis Caños, la referencia imprescindible de esta plaza a la que da nombre, el monumento civil más antiguo del pueblo, el sitio en el que, desde hace casi cuatrocientos años, las gentes de Los Navalmorales se han dado cita para abastecerse de agua, dar de beber a los animales, y celebrar mercados y fiestas. Y justo al pie de la Fuente de los Seis Caños, enlazando los dos antiguos pueblos que en 1835 se unieron en uno solo, la capilla del Cristo se ofrece humilde y magnífica ante el caminante, y en su interior todo gira en torno al Cristo de la Fuente, ese Cristo honrado siempre con hermosas flores frescas, que protege, dulce y armoniosamente, la fe y las ganas de vivir de esta comunidad, una comunidad que lo celebra cada año en estas alegres fiestas de primavera.

Mi infancia son recuerdos vividos alrededor de otras fuentes, vivencias que guardo de mi pueblo pequeño y serrano entre las cumbres de Gredos. Yo no puedo hablar de mis recuerdos infantiles junto a la Fuente de los Seis Caños, porque mis recuerdos son otros. Pero, desde que vine a Los Navalmorales, me he empeñado en conocer con precisión la historia de esta fuente tan hermosa, de esta fuente que tanto me gustó desde aquella lejana tarde de 1994.

En el Diccionario geográfico, estadístico e histórico de España y sus posesiones de ultramar, publicado por Pascual Madoz hace casi dos siglos, aparece una entrada dedicada a Los Navalmorales, y en ella se puede leer este texto:

"Se surte el vecindario de aguas potables en una Fuente de 6 caños, construida en 1627, que hay en una de las plazas, con un pilón de 11 pasos de largo y 5 de ancho, para las caballerías: su calidad, un poco gruesa con algo de sulfato de cal”.

Hay una fotografía de la Plaza de los Seis Caños que me gusta especialmente. Es una fotografía fechada en 1902 que hizo un reportero llamado Hermenegildo Fernández. Cuando Mariví Navas, allá por 1999, estaba preparando la edición del libro Recuerdos y memorias de Telesforo Navas, su padre, vio que, entre sus papeles, había una revista de Madrid, cuyo nombre era Por esos mundos, en la que aparecía una foto de la plaza de los Seis Caños. Sorprendida ante semejante hallazgo, Mariví encargó una buena reproducción de la foto, pues la copia estaba muy deteriorada, y me invitó a restaurarla. En dicha foto se puede observar la plaza de los Seis Caños desde el paseo de Perales. A la izquierda se vislumbra un lateral de la capilla del Cristo de la Fuente y de la posada y, a su lado, el herradero. A continuación, una casa en cuya fachada se puede contemplar el primer reloj público de veinticuatro horas fabricado en España, cuyo autor, según contaba el citado periodista, era un chico de dieciocho años, rubio y de expresivas facciones, llamado Gregorio Talavera. Más a la derecha, se acierta a ver la Fuente de los Seis Caños y un animal abrevando en su pilón. Debidamente documentada, se publicó esta foto en la cubierta del libro de Telesforo Navas. Y unos años después, se reprodujo en los números 26 y 33 de la revista Forja, con el fin de darle la máxima difusión. 

A lo largo de los tiempos, la Fuente de los Seis Caños ha sido incorporada al folklore de los Navalmorales y en algunas de sus canciones aparece como símbolo y reclamo. Pero hay una composición en la que la fuente brota como agua llena de gracia; es la Rondeña, una de cuyas estrofas, como bien sabéis, reza así:

Corriendo continuamente

Seis caños hay en mi pueblo

Corriendo continuamente.

En el verano agua fresca

y en el invierno caliente

seis caños hay en mi pueblo.

Nunca me cansaré en mi afán por destacar la importancia de la Fuente de los Seis Caños, no solo por su antigüedad sino también por su sencillez. Una equilibrada combinación de materiales y formas que convendría cuidar con mucho esmero y mantener siempre limpia como los chorros del oro, procurando que nada, ni siquiera los árboles o las plantas, destaque más que la propia Fuente. Y así se podría celebrar con orgullo que, en la plaza más emblemática del pueblo, una humilde fuente, que en 2027 va a cumplir los cuatrocientos años, es tratada con respeto y con mucho cariño por todos los navalmoraleños. 

Quizá porque Los Navalmorales es un pueblo acogedor y solidario, un pueblo que ha sabido recibir al forastero viniera de donde viniera, si consigo traía ganas de progresar, de trabajar y de convivir, es por lo que se ha decidido que hoy sea yo, un forastero, el que dé el pregón de estas fiestas del Cristo de la Fuente. Estoy seguro de que se me ha invitado a dar este pregón porque desde siempre me ha gustado participar en la vida cultural y asociativa del pueblo, coordinando lecturas en la Biblioteca, preparando paseos del Taller de lectura por diversos barrios históricos de Madrid, escribiendo para la revista Forja o colaborando en las ferias de artesanía y en otras muchas actividades.

Y estoy seguro también de que se me ha invitado porque se sabe que me gustan mucho las fiestas y el baile, la jovialidad de la música y el optimismo que genera la convivencia. Soy una persona convencida de que las fiestas ensanchan y fortalecen las relaciones de una comunidad, porque son la muestra más palpable de la alegría de vivir.

Por todo ello, navalmoraleñas y navalmoraleños, amigos todos: Os invito a disfrutar de estas fiestas en honor del Santísimo Cristo de la Fuente, con moderación y con respeto, sí, pero también con energía y con toda vuestra vitalidad.

¡Viva el Santísimo Cristo de la Fuente!

¡Viva el pueblo de Los Navalmorales!"


                                                               Jesús Bermejo

Los Navalmorales, 12 de mayo de 2023







jueves, 11 de mayo de 2023

Inteligencia artificial y ética

     

Hace un par de días me llegó un texto del Presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, acerca de la Inteligencia Artificial. Y como me ha parecido muy interesante, lo traigo aquí.

 

 Inteligencia artificial y ética

Somos una generación afortunada. Vivimos inmersos en la mayor revolución tecnológica de la historia de la humanidad. Y acaba de comenzar. Si creíamos que la convergencia entre la llegada de internet y la capacidad de computación, el mundo de la web 2.0 y el teléfono móvil, eran un cambio profundo, algo mucho más grande se está abriendo paso.

Cuando parecía que la ley de Moore empezaba a alcanzar su límite físico, descubrimos las redes neuromórficas que, emulando la forma en la que neuronas y sinapsis funcionan en nuestro cerebro, amplían la capacidad de analizar y procesar información, mientras se sigue acercando el momento de la computación cuántica.

Cuando pensábamos que los algoritmos y los modelos de Big Data eran el presente y el futuro, surge algo mucho más poderoso y sorprendente como la inteligencia artificial. Una acumulación de tecnologías (reconocimiento de voz, reconocimiento de imagen, algoritmos de aprendizaje profundo), y nos deslumbra con la irrupción de un modelo imperfecto, pero inquietantemente poderoso como chat GPT.

Cuando aún asimilamos el brutal impacto de la web2 en nuestras vidas con sus redes sociales, plataformas, y sus derivadas sociales y económicas, descubrimos el mundo de la web 3 con la llegada de realidades virtuales o aumentadas, descentralización masiva con la adopción generalizada de blockchain (1) y la irrupción de la tokenización (2).

Cuando parecía que las redes de telecomunicaciones serían una limitación a la explosión de datos que generamos cada día, surgen las redes de fibra y 5G que, una vez desplegadas, evolucionan y ya no son redes de telecomunicaciones sino superordenadores presentes en cada rincón de cada territorio.

La confluencia de una prácticamente ilimitada capacidad de procesamiento y almacenamiento de datos, unos superordenadores terrestres (las antiguas redes de comunicaciones) que complementan y superan el poder de la nube, una web3 que rompe las reglas del juego de la web2 y descentraliza masivamente el mundo de internet, abonan el camino para el gran cambio que es la irrupción masiva de la inteligencia artificial. Con ella, la posible llegada de la denominada inteligencia artificial generativa (AGI).

La AGI es, para muchos tecnólogos, un punto de inflexión en la humanidad, probablemente superior a lo que fue la llegada de la imprenta o la fisión nuclear. La AGI es un sistema computacional capaz de generar nuevo conocimiento científico y de realizar cualquier tarea humana. Es imposible determinar el momento en que llegará, pero estamos cerca. Cada vez más cerca.

La velocidad de aprendizaje de los actuales modelos de inteligencia artificial AI ha aumentado en un factor de 100 millones de veces en los últimos 10 años, tal y como recuerda el FT en un reciente artículo sobre el desarrollo de la IA “We must slow down the race to God-like AI”. El porqué es muy sencillo: en 2012 los sistemas de AI eran entrenados con cantidades muy limitadas de datos y capacidad de cómputo.  Hoy, alimentamos a la AGI con todos los datos disponibles en internet y cada día hay más.

El resultado es que hoy, la AGI es capaz de superar el examen de acceso médico y a la abogacía en el percentil más alto. Hoy, la AGI escribe el 40% del código de un ingeniero de software y empieza a desarrollar capacidades complejas como el engaño. Nuestra capacidad de distinguir un texto generado por AGI o por un humano es ya imposible en la práctica.

La tecnología siempre ha hecho avanzar a la humanidad. La AGI tiene la capacidad de hacerlo de forma exponencial. Como ejemplo, DeepMind desarrolló en 2021 un modelo capaz de predecir la forma de los aminoácidos que componen las proteínas. Esta capacidad estaba al 30% y DeepMind la llevó al 60%. Con este descubrimiento podemos diseñar cultivos resistentes al cambio climático, desarrollar nuevas medicinas, o generar enzimas capaces de degradar el plástico.

Pero también, y como ya ha ocurrido en anteriores revoluciones tecnológicas, no podemos dejar que campe a sus anchas. No todo lo que la tecnología es capaz de hacer es bueno o socialmente aceptable.

Una AGI descontrolada o con afán de poder es un riesgo existencial. Podría elaborar moléculas dañinas para el hombre o llevar los modelos de fake news o deep fakes a convertirse en una amenaza para la democracia a través de campañas masivas de desinformación sistemática e indetectable. Una inteligencia ilimitada puesta al servicio de intereses particulares puede crear armas químicas o cibernéticas. Las propias empresas que desarrollan AGI lo hacen sin saber cómo detener el proceso cuando la propia AGI adquiera una autonomía incontrolable. En el primer trimestre de 2023 las compañías que desarrollan AGI recibieron 11 millardos de dólares, la misma inversión que habían recibido en los 10 años anteriores.

Aceleramos, pero, ¿hacia dónde?

Es el momento sobre todo de las Ciencias Sociales. La tecnología ya está aquí pero no debemos dejarla sola. Es el momento de la sociología, la filosofía, la antropología, el derecho… De decidir cómo queremos que esto pase y sea bueno para todos, y no solo para unos pocos.

¿Es ético poder elegir el coeficiente intelectual de nuestros hijos? ¿Podemos alimentar los sistemas de AGI con los datos que contienen sesgos raciales, de género o de estatus socioeconómico? ¿Dónde quedan derechos analógicos esenciales como privacidad, seguridad o el derecho a la verdad? ¿Cómo defender a la democracia de las amenazas híbridas de ciberseguridad y desinformación? ¿Cómo asegurarnos que los datos, que son parte de nuestra dignidad, son parte de nuestra soberanía individual y colectiva? Hay muchas preguntas nuevas que no tienen respuesta en nuestro mundo actual.

René Descartes vivió el inicio de una gran revolución tecnológica e intelectual, la llegada del racionalismo moderno. Rompió con las explicaciones basadas en la tradición, la religión o la experiencia, para fijar las bases del conocimiento en la razón.

Hasta ahora la razón y el pensamiento científico eran una prerrogativa humana. En nuestro planeta solo el hombre era capaz de desarrollarlo. Pero hoy, el hombre está creando máquinas que también son capaces de razonamientos lógicos y, si siguen evolucionando al ritmo exponencial que lo hacen hoy, probablemente superarán las capacidades de nuestro cerebro.

Sin embargo, las máquinas nunca serán capaces de emular todas las capacidades humanas. Porque algunas como la emoción, la empatía, la compasión, la solidaridad, la amistad, el amor, la valentía, o la necesidad de justicia, son exclusivamente humanas. Son parte de nuestro ser. Y sólo el nuestro.

Ha llegado la hora de parar y pensar como sólo los humanos somos capaces de hacerlo. Ha llegado la hora de parar y redactar un nuevo contrato social. Para decidir y determinar cuáles son los derechos y obligaciones básicas de personas y máquinas en este nuevo mundo.

Ya pasó antes en otras revoluciones tecnológicas previas. La revolución industrial produjo increíbles avances, pero también injusticias y explotación. Hubo que redactar un contrato social que definiera derechos y obligaciones.  La llegada de la energía atómica produjo avances inimaginables hasta entonces pero también la llegada de la amenaza nuclear. La investigación bacteriológica creó nuevas amenazas, pero también avances científicos exponenciales.

Es probable que hoy no exista un consenso sobre si es necesaria una moratoria o no en el avance de la AGI a nivel mundial. Incluso hay opiniones que creen que, si sólo una parte de la humanidad decide declarar esta moratoria, la otra parte tendrá una ventaja competitiva determinante y se podría crear una desestabilización del orden geopolítico mundial.

Es una cuestión de valores. Debemos poner a las personas en el centro. Los derechos de las personas por encima de cualquier otro criterio. Hoy no es así.

“Pienso, luego existo” es una traducción del francés “Je pense donc je suis”, que se tradujo al latín como “Cogito ergo sum”.

La expresión más certera es, probablemente, “Pienso y, por tanto, soy”.  Existir no es lo mismo que ser. Las máquinas puede que piensen y puede que existan. Pero el ser humano, porque puede pensar y sentir, es.

Es el momento de pararse a pensar y a ser.  

(1)    La forma más popular del mundo para comprar, vender e intercambiar criptomonedas

(2)    La tokenización es el proceso de sustituir los datos sensibles por símbolos de identificación únicos que conservan toda la información esencial de los datos sin comprometer su seguridad.