sábado, 2 de mayo de 2020

Caminando junto al Manzanares


Diez de la mañana de un día de mayo de 2015. Voy en metro  hasta Príncipe Pío. Bajo hacia la explanada de acceso a la Casa de Campo y tomo la orilla derecha del Manzanares. Caminantes, ciclistas y corredores no faltan pero todo está bastante despejado. A buen ritmo voy andando y atrás van quedando el palacio Real, el puente de Segovia, San Isidro y el Calderón. El puente de Toledo, siempre sublime, lo es aún más con los rosales y parterres que lo rodean. Quedan atrás también la Arganzuela y el Matadero y los nuevos puentes sobre el río. Dejamos atrás Legazpi. La M-30 sale de sus túneles y rodea el río a a derecha e izquierda. Los espacios para andar y correr se estrechan mucho pero no desaparecen. 

Por un puente sobrevolamos el nudo sur y accedemos al Parque Lineal del Manzanares, una extensión verde considerable y muy bien ajardinada desde cuya atalaya vemos una extraordinaria panorámica de Madrid.

 Aprovecho para sentarme un rato y tomar un bocadillo. Cuadrillas de empleados cuidan el parque.




El río corre desahogado y se nos presenta en toda su ruralidad. Por su orilla izquierda, y luego por la derecha, recorro más de tres km de senda, en la que de vez en cuando aparece algún ciclista o corredor. Veo a la derecha la Caja Mágica (¡Lo que ha quedado de aquellos delirios de Olimpiada!). Más adelante, una depuradora vierte sus aguas al río doblando el cauce. Paso bajo sucesivos puentes, sobre los que van veloces coches y trenes. A pesar de ello el paseo es gratificante. 


Miro el reloj: La una y diez. A la altura del barrio de Los Rosales dejo la senda y me dirijo a la estación de cercanías de Villaverde Bajo. Cojo el tren y a los trece minutos estoy en Sol.



Pipo



Entró en nuestra vida como sin querer, ocupando el hueco que Linda había dejado unos meses antes, cuando desapareció. Pipo era entonces un cachorrillo de color canela, que mordisqueaba todo lo que encontraba a su paso, y que alborotaba la vida allí por donde pasaba. Pero también era un perro miedoso y precavido: aún recuerdo cómo se resistía a entrar en el ascensor cuando nos lo trajimos del pueblo.

Pipo es un perro alegre, bruto y cariñoso. Siempre está dispuesto a saludarte y a jugar, para él es lo mismo, y también a salir de paseo. Come cuanto se le echa en su cuenco, pero además, al menor descuido, se zampa en un santiamén cualquier manjar que encuentre por la calle. Es un perro práctico y astuto. Y testarudo. En el pueblo se pierde siempre al volver del paseo por el campo, y eso le permite callejear y husmear a su antojo. Después, cuando lo considera oportuno, vuelve a casa y llama a la puerta falsa para que le abramos y, si no estamos, unas veces opta por darse una vuelta más y otras, por echarse junto a la puerta hasta que regresemos.

Pipo es muy cariñoso con todos aquellos a los que les gustan los perros, y juega con ellos hasta el agotamiento, sin más límite o freno que el que se le imponga con reiteración. Pero ignora sin rencor alguno a las personas que no conectan con los perros, no les hace caso alguno, les deja estar en paz.

Hasta en el dormir es práctico y brutote. Se le ve a menudo panza arriba, despatarrado y con todo al aire, muy lejos de la dulzura de Linda cuando estaba dormida. Aunque también Pipo puede ser delicado, como cuando prepara su cama en invierno, haciendo un ovillo con la jarapa de la cocina y enrollándose en ella hasta encontrarse a gusto. 

Lo más bonito de Pipo es su mirada, siempre tierna y transparente. Y lo que más enfada, su comportamiento en el pueblo, cuando, libre de correas, lo llamas y, en lugar de venir, hace un quiebro como de juego y se marcha corriendo a la ventura, perdiéndose por las calles. Su tozudez va unida a la  seguridad de encontrar la casa abierta a su regreso. Pero su mirada siempre es la mejor prenda  de su fidelidad y de sus atenciones.

Música del Renacimiento español

 
Nueve composiciones de músicos del Renacimiento Español 


Juan del Enzina
Más vale trocar

     
Antonio de Cabezón
Differencias sobre el canto llano del caballero
    


Tomás Luis de Victoria
Ave María


Luis de Milán
Pavana nº 1


Luys de Narváez
Guárdame las vacas


Alonso Mudarra
Fantasía X


Cristóbal de Morales
Officium Divinum


Diego Ortiz
Recercada



Juan del Enzina
Ay triste que vengo

Una mañana en el Lázaro Galdiano















  

Menorca, la isla tranquila



El mar desde el castillo de San Nicolau, Ciutadella


Casco antiguo de Ciutadella


Mercado de Ciutadella


San Juan, el patrón

Castillo de san Nicolau en Ciutadella


Naveta des Tudons. Cultura talayótica (1700 a.c. a 100 d.c.)

 Playa de Es Grau


El pueblo de Es Grau, al fondo de la cala

La Albufera de Es Grau


La Albufera


Cabo de Favàritx


Cales coves




El casco urbano de Alaior

Yacimiento Torre d´en Galmés. Cultura talayótica



                                                   Bodegas de Benifadent


        
Puerto de Maó- Mahón
Mahón

Mahón


Panorámica desde el cabo de Cavallería




 Cala Macarella



Fornells, tarde de lluvia

Torre defensiva de Fornells