Cuando nos juntamos en familia en algún día de estas fechas, entre el
24 y el 31, recordamos tres villancicos que se cantaban en mi pueblo cuando
éramos chicos, y que nunca después hemos oído. Recordamos las letras y los
cantamos. Uno, de Nochebuena. Otro, de Año nuevo. Y un tercero, de Reyes. Ahí
van:
Espero que el año 2013 no sea tan malo como nos están pronosticando.Confío en que será un año en el que los poderosos tiemblen un poquito. Aguardo con impaciencia para reírme de los engreídos y de los estúpidos.
Tengo la seguridad de que seremos muchos los que cada día intentaremos que el mundo sea algo mejor, desde nuestro trabajo, desde nuestra familia, desde nuestra amistad, desde nuestra vecindad.
Y en estos últimos días del año riamos con el bebé del vídeo.(Gracias, Silvia, por enviármelo y alegrarme la mañana).
Deben haber creído ciertos ministros del Gobierno que por gozar de mayoría absoluta en el Congreso pueden hacer lo que les venga en gana y, poco a poco, la gente está respondiendo con sus movilizaciones a los atropellos de esos miembros del Gobierno y también de ciertos consejeros de las Comunidades Autónomas, cuando deciden pasar por encima de los derechos de los ciudadanos.
A la rebelión de profesores y maestros del curso pasado, a las huelgas generales y las manifestaciones numerosísimas de los últimos meses, van uniéndose, en un bucle cada vez más potente, multitud de colectivos que se rebelan ante los citados atropellos. De entre todos los colectivos, quiero destacar hoy tres, que por las repercusiones que están teniendo sus movilizaciones están haciendo retroceder, si bien torpemente, a los mandamases desatados. Esos colectivos son tres: médicos y demás personal sanitario, jueces, fiscales y personal de los tribunales y grupos contra los desahucios.
La defensa del hospital de la Princesa, en pleno barrio de Salamanca de Madrid, la rebelión contra la anticonstitucional ley de tasas judiciales del ultraconservador ministro Gallardón y el frenazo a los desahucios, que no ha hecho sino empezar, nos muestran a una ciudadanía que no se conforma con la pasividad, una sociedad que va a combatir duramente que se le recorten o se les quiten sus derechos más sagrados: derecho a la salud pública, a la educación pública y gratuita, a unas pensiones dignas y a un trato justo y humano para los desalojados de sus casas por culpa de la crisis.
Esta lucha no ha hecho más que comenzar; si los gobernantes no toman nota tendrán a la gente en la calle y en sus trabajos dispuestos a luchar por sus derechos. Y ante eso, la luz azul y las sirenas de los coches celulares de la policía no podrán. Haría bien el Gobierno en pensarse ciertas medidas ante de tomarlas, incluso en dar marcha atrás en otras; todo antes de seguir por esta senda de peligroso futuro.
Un maratón más de Javi,
mi hermano . Y parece, por su crónica, que salió mejor que el anterior. Ánimo,
Javi, me gusta el tono que empleas, es optimista y perfila un buen futuro, Un
abrazo.
Decía la noticia del viernes 16 que Gisela Bajo Quintana se
enfrentaba a un inminente desalojo de su vivienda en el barrio de La Torre (Valencia). El breve
venía acompañado de una foto en la que Gisela espera en cuclillas la llegada de
la autoridad. Dos señales de “STOP DESDONAMENTS” con fondo carmesí configuran
con la silueta de Gisela (vestida con jersey y zapatillas del mismo color
carmesí) un triángulo tan armónico como trágico. Con todo, lo que más llama la
atención es su brazo derecho, descoyuntado, y dos dedos de su mano izquierda
que asoman por la maltrecha manga del jersey. Son el brazo y los dedos de
alguien que ha perdido la esperanza (Lasciate ogne speranza,voi
ch'entrate). La imagen se me clava en la
frente. Y el diccionario acota con precisión el verbo “desahuciar”: ‘Quitar a alguien toda esperanza de
conseguir lo que desea’. En ese punto se me colapsan las dos neuronas que se
mantienen activas cuando faltan cuarenta y ocho horas para el maratón. Y el
pronóstico para la carrera da viento y agua a discreción.
¡Pues qué bien!
En la salida coincido con AFA, Elzelu y gente de Leganés.
Comentamos lo bueno que ha salido el día, sin lluvia, que era el temor general.
Ya en el k2 veo a Jesús, habitual del parque. Va para 3h20 y me invita (me
incita) a acompañarle. Pero no lo veo: el día está saliendo caluroso y muy
húmedo. Lo había advertido en el foro días antes: “Mucho cuidado, porque con o
sin lluvia hará calor. Y calor más humedad forman un binomio mortífero”. Así
que me quedo: no quiero reventar en el k30. Y acierto.
Pasado el k5 fijo el ritmo: 4.55. Hasta el k35 voy clavando
parciales con diferencias de 2-3 segundos. Voy cómodo, pero no me hago
ilusiones: veo demasiado sudor perlando el cogote de quienes me preceden. Y ese
detalle es más elocuente que los comentarios que oigo sobre lo bien que se está
portando el cielo. Por otra parte, el paso por el centro de la ciudad me sirve
de distracción: espléndida Valencia, la verdad, y más a esas alturas, cuando
todo pinta de color de rosa.
Cruzo la media en 1h43, y sueño con mi único objetivo para hoy:
doblar en la segunda media, cosa que será difícil, porque ya veo termómetros a
22º. Como por sorpresa entramos en los túneles; al placer del descenso (con
permiso de los cuádriceps) se suman la percusión a toda hostia y la sinuosa
penumbra: es inevitable el subidón. Me concentro en ese ligero rumor de
zapatillas que apenas rozan el suelo. Y me doy por satisfecho. Lo que ocurra a
partir de aquí no dejará de ser más que una anécdota.
En el 34 nos levanta el ánimo un grupo fallero graciosísimo, una
buena idea para ese punto fatídico. Poco después veo de nuevo a Jesús, que va
pinchado (de hecho, desde el 26 las aceras son un poema: la humedad y el calor
se han cobrado una cruel factura). Y en ese punto me asaltan las dudas: voy
bien de piernas, pero no de pulso. Para más inri el práctico de 3h30 se me echa
encima. Según mis cálculos, llevo dos minutos de renta, de modo que vienen
demasiado ligeros. Entre esto y aquello me dejo llevar por los nervios (¡en qué
momento!) y apenas bebo en el 35. Suerte que llevo una vinajera por si acaso,
así que me tranquilizo: decido que me devore el práctico. Calculo que en el
grupo irán 300 corredores o más, así que me orillo para dejarles pasar; pero
para mi sorpresa no son más de quince: la escabechina debe de haber sido
descomunal.
En un grupo tan pequeño no puede haber mucho agobio, así que me
cuelo de polizón, con la esperanza (Lasciate ogni speranza)de que el ritmo no sea muy duro. Y
afortunadamente no lo es. Me resulta incluso cómodo, demasiado cómodo. Tanto
que en el k39 compruebo que estamos haciendo parciales diez segundos más lentos
de lo previsto. Imagino que los prácticos están bajando el pistón para entrar
en 3h29 y justificar su ritmo, y como de piernas sigo bien, vendo mi pulso al
diablo y me marcho por delante.
A partir de ahí, voy pasando corredores con la correspondiente
euforia, porque en este tramo final me estoy quitando la espinita del último
mapoma. Del 40 a
meta me siento cada vez más ligero, ayudado por el perfil, por el público y por
la escenografía, todo hay que decirlo.
Al final, 3h27. He perdido un minuto en la segunda media (los kms
de la duda, entre el 35 y el 39), pero lo doy por bueno, porque esta vez he
sabido interpretar la carrera.
Y lo mejor: a Gisela le han concedido dos años de moratoria. Ojalá
se le vayan arreglando las cosas en ese tiempo.
¡Qué poesía, esta de Luis Cernuda, que toma como título un
verso de Gustavo Adolfo Bécquer! Me parece un texto redondo, una magnífica
exposición de las consecuencias del enamoramiento posesivo y enajenador.
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
En estos tiempos sombríos que estamos viviendo, tiempos de crisis en los que los oportunistas y los poderosos aprovechan para empeorarlo todo, bueno es recordar algún poema que nos lleve a tiempos pasados en los que a la crisis total se unía una absoluta falta de libertad.
El poema de Blas de Otero que transcribo más adelante no solo no nos consuela al pensar que hubo tiempos peores sino que nos estimula para encontrar caminos de futuro.
Nadie debe sentirse derrotado si hay una continua movilización social: es la herramienta más poderosa con la que contamos los ciudadanos y, por tanto, la más temida.
Árboles abolidos, volveréis a brillar al sol. Olmos sonoros, altos álamos, lentas encinas, olivo en paz, árboles de una patria árida y triste, entrad a pie desnudo en el arroyo claro, fuente serena de la libertad.
Sobran las razones para la huelga general. Cuenta esta con el respaldo de la mayoría de miembros de la Cumbre Social, auspiciada por los sindicatos e integrada por unas 150 organizaciones.
La huelga general en España se enmarca en una jornada de "acción y solidaridad" en toda Europa organizada por la Confederación Europea de Sindicatos (CES), que en Portugal se traducirá en una huelga general promovida por la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP) y en Italia en un paro de cuatro horas al que ha llamado la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL).
La marcha más importante en España se celebrará en Madrid, que partirá de Atocha y llegará hasta la Plaza de Colón. Arrancará a las 18:30 horas. La de Barcelona partirá a la misma hora desde la Plaça Catalunya.
Artículo de Antonio Muñoz Molina acerca de la crisis
Qué porvenir
nov
12
2012
Lo que yo me pregunto es qué clase de porvenir desea o imagina o cree que está preparando toda esta gente que manda ahora, la que toma decisiones en gobiernos y empresas, la que despide trabajadores cualificados mientras mantiene sueldos multimillonarios para directivos, la que cierra hospitales públicos y mantiene empresas fraudulentas llenas de enchufados, la que elimina los fondos para investigación científica y sostiene canales de televisión en los que se difunde la brujería y la astrología, la que permite que una mujer embarazada pierda a un bebé por falta de una medicina y se gasta el dinero de la sanidad en asesores y protocolos, o en privatizaciones de rapiña que enriquecen a unos cuantos estafadores con conexiones políticas.
Casi todo puede ser eliminado, salvo los privilegios. A mi pobre tío Juan, el hermano de mi padre, lo operaron del corazón en un hospital de Córdoba y al día siguiente lo pusieron en la calle, no sólo convaleciente, sino además con una infección de orina que contrajo mientras estaba ingresado y que agravó sus dolores. Preguntó cuándo llegaba la ambulancia para llevarlo de vuelta a Úbeda y alguien le dijo, no sé si con chulería o con el cinismo de quien lo da todo por perdido: “¿Una ambulancia? ¿Es que no ve usted los telediarios?” Y mi tío, recién salido de una operación gravísima, casi sin poder moverse, tuvo que volver a Úbeda en el coche de su hija. Quién sabe cuántos gerentes, asesores y parásitos varios tendrá ese mismo hospital, de cuántas ambulancias hay que prescindir para mantener en España una flota de coches oficiales que sigue siendo una de las mayores del mundo.
Habría que pedirles que nos explicaran cómo es el mundo que quieren: cómo es un mundo en el que no hay sitio para trabajadores con preparación y experiencia, en el que el dinero medirá el acceso a la educación o a la salud, en el que sólo ellos y los suyos y los mercenarios que los protejan y los subordinados que los sirvan tendrán garantizada la supervivencia, en el que habrá un foso cada vez mayor entre los territorios de los ricos y los de los pobres, entre los educados y los ignorantes, entre los hundidos y los salvados.
Ayer fui a ver y oír, en el café Berlín de madrid, a Jane Joyd, de quien nada sabía hasta que oí una entrevista con ella en Radio-3. Fue entonces cuando decidí acercarme al café y oír. Fue fantástica la hora y media de actuación. Una potencia de voz, un cuidado en la música y una humildad que escasean en este mundo del arte musical. llegaréis lejos, estoy seguro.
El panorama nacional está plagado de chicas más o menos monas, con guitarritas y gallitos rolloHeidi en las montañas, ¡las cantantes de folk! ¿Será una plaga o una moda? La chica de la que vamos a hablar hoy, en apariencia, y digo solo en apariencia, va de ese palo pero… ¡NO! Chicos, las apariencias engañan, ya lo decía mi madre. Jane Joyd (nombre artístico de la coruñesa Elba Fernández) desborda las salas con su melódica voz de tintes oscuros y espíritu de blues. Es la primera vez que escucho a un español cantar en inglés y no siento vergüenza, más bien lo contrario. Su voz, junto a la calidad instrumental de sus canciones, hacen que mi aparato auditivo se corra de placer.
El formato en el que presenta sus canciones no es un detalle secundario, contenido conceptual y sonido aparecen cohesionados, ¿cómo? Son cuatro historias en forma de fábula, protagonizadas por animales que portan deseos, miedos y tragedias humanas: un pájaro enjaulado, un caballo sin corazón, un pez muerto y el zorro Renard, personaje de la literatura medieval francesa que ha mantenido vivo el mundo de los libros para niños. Estos personajes respiran y se contonean envueltos en una atmósfera solemne, de decorados oscuros y un trasfondo de dolor, como adelanta el título de su primer disco: “Shy Little Jane Presents: The Dramatic Tale of Her Animals”. La energía y rabia que estalla cuando menos te lo esperas en la voz de Jane Joyd permite este espectáculo acústico.