martes, 28 de junio de 2016

Foi na Travessa da Palha





Foi na Travessa da Palha es un fado portugués compuesto en 1958 por Frederico de Brito, con letra de Gabriel de Oliveira, interpretado originalmente por Lucília do Carmo. Emblema del fado lisboeta, el tema es el recurrente en este género de canciones, los sinsabores del amor, pero tratado en este caso de forma más alegre, menos desgarrada. Relata una competición entre dos mujeres fadistas por un amante provocador en una de las viejas tascas lisboetas, denominada Taberna de Friagem. En la película Fado, de Carlos Saura, rodada en 2007, Lucília do Carmo es recordada por Lila Downs con la interpretación de esta famosa canción, colocando esta versión en las nuevas corrientes del fado contemporáneo.


Letra

Foi na Travessa da Palha
que o meu amante, um canalha,
fez sangrar meu coração:
trazendo ao lado outra amante
vinha a gingar petulante
em ar de provocação. (bis)


Na taberna de Friagem
entre muita fadistagem
enfrentei-os sem rancor,
porque a mulher qu’ele trazia
com certeza não valia
nem sombra do meu amor.  (bis)



A ver quem tinha mais brio
cantamos ao desafio
eu e essa outra qualquer.
deixei-a perder de vista
mostrando ser mais fadista
provando ser mais mulher.  (bis)



Foi uma cena vivida
de muitas da minha vida
que não se esquecem depois,
só sei que de madrugada
após a cena acabada
voltamos para casa os dois. (bis)


Traducción

Fue en la Travessa da Palha
donde mi amante, un canalla,
hizo sangrar mi corazón,
trayendo consigo a otra amante,
venía contoneándose petulante
con aires de provocación. (bis)



En la taberna de Friagem,
entre mucha gente del fado,
me enfrenté a ellos sin rencor,
porque la mujer que él traía
con certeza no valía
ni la sombra de mi amor.  (bis)



Para ver quién tenía más brío
cantamos al desafío
esa otra cualquiera y yo;
 la dejé a la altura del betún
mostrando ser más fadista,
 demostrando ser más mujer.  (bis)



Fue una de esas escenas,
entre otras muchas en mi vida,
de las que nunca se olvidan;
solo sé que de madrugada,
cuando todo hubo acabado,
nos fuimos a casa los dos. 
(bis)







lunes, 13 de junio de 2016

Lisboa y alrededores, junio de 2016


 

El mar en Adraga, una luz azul intensa



Lisboa desde el mirador de Graça, la ciudad blanca


El Portinho d'Arrábida, la perfección del mar y de la tierra


Comiendo sardinhas por san Antonio en Alfama





La inmensidad del mar en Caparica



Al volver cualquier esquina, mil Lisboas deconocidas




Por toda la ciudad altarcillos de san Antonio

Y en Caparica, gaviotas en la playa esperando el copo




Vídeo para el recuerdo



miércoles, 1 de junio de 2016

Los Navalmorales: Pipo, mi perro




Entró en nuestra vida como sin querer, ocupando el hueco que Linda había dejado unos meses antes, cuando desapareció. Pipo era entonces un cachorrillo de color canelo, que mordisqueaba todo lo que encontraba a su paso, y que alborotaba la vida allí por donde pasaba. Pero también era un perro miedoso y precavido: aún recuerdo cómo se resistía a entrar en el ascensor cuando nos lo trajimos del pueblo.

Pipo es un perro alegre, bruto y cariñoso. Siempre está dispuesto a saludarte y a jugar, para él es lo mismo, y también a salir de paseo. Come cuanto se le echa en su cuenco, pero además, al menor descuido, se zampa en un santiamén cualquier manjar que encuentre por la calle. Es un perro práctico y astuto. Y testarudo. En el pueblo se pierde siempre al volver del paseo por el campo, y eso le permite callejear y husmear a su antojo.. Después, cuando lo considera oportuno, vuelve a casa y llama a la puerta falsa para que le abramos y, si no estamos, unas veces opta por darse una vuelta más y otras, por echarse junto a la puerta hasta que regresemos.

Pipo es muy cariñoso con todos aquellos a los que les gustan los perros, y juega con ellos hasta el agotamiento, sin más límite o freno que el que se le imponga con reiteración. Pero ignora sin rencor alguno a las personas que no conectan con los perros, no les hace caso alguno, les deja estar en paz.

Hasta en el dormir es práctico y brutote. Se le ve a menudo panza arriba, despatarrado y con todo al aire, muy lejos de la dulzura de Linda cuando estaba dormida. Aunque también Pipo puede ser delicado, como cuando prepara su cama en invierno, haciendo un ovillo con la jarapa de la cocina y enrollándose en ella hasta encontrarse a gusto. 

Lo más bonito de Pipo es su mirada, siempre tierna y transparente. Y lo que más enfada, su comportamiento en el pueblo, cuando, libre de correas, lo llamas y, en lugar de venir, hace un quiebro como de juego y se marcha corriendo a la ventura, perdiéndose por las calles. Su tozudez va unida a la  seguridad de encontrar la casa abierta a su regreso. Pero su mirada siempre es la mejor prenda  de su fidelidad y de sus atenciones.