El martes, 17 de octubre de 2023, en la Biblioteca de Los Navalmorales (Toledo), fue presentada la novela Velos y silencios, con la asistencia del autor, Ángel Muñoz, y la participación de Mariví Navas (profesora de la UCM) y Jesús Bermejo (maestro).
La novela, ambientada entre los Montes de Toledo, Ciudad Real, Córdoba y Madrid cuenta la investigación que Julio lleva a cabo en torno a la figura de su tío del mismo nombre, cuya temprana desaparición durante la Guerra Civil ha permanecido silenciada durante décadas por la familia. Se estructura en dos tramas, en la primera cuenta los años de infancia y juventud de Julio, mientras que en la segunda Julio, ya adulto, se adentra en los vericuetos de una investigación casi policial…
Ángel Muñoz Jiménez, nacido en Los Navalmorales (Toledo) ha ejercido su
profesión de médico especialista en cirugía ortopédica y traumatología.
Interesado desde siempre por la literatura, cursó estudios de escritura
creativa en la Universidad Complutense de Madrid, de relato en la Escuela de
Letras y de novela en dicho centro y en la Escuela de Escritura de Fuentetaja.
Ha publicado poemas, relatos y artículos en distintos medios de comunicación.
Cofundador y director de la revista Espartal. Junto al
pintor José Félix del Puerto Almazán realizó el poemario ilustrado Camino hacia el reposo. Colaborador del libro
homenaje El paraigua de Joan Brossa (Ed. Papers de
Versàlia). Segundo accésit, en la modalidad de prosa poética, del II Certamen
Internacional de Poesía y Prosa Poética “Espejo de Alicante” 2022, con el
trabajo titulado Tiempo de descuento, publicado posteriormente en
la revista Forja.
El acto comenzó con la lectura de
dos fragmentos del libro y, después, yo mismo, hice una exposición de mis notas
de lectura de la novela, en las que expuse un análisis pormenorizado de las dos
tramas de la misma, así como de los recursos literarios usados. A continuación, María Victoria
Navas moderó un debate en el que intervinieron varias personas del público, y
también hizo varias preguntas al autor, con el fin de conocer más detalles de
la confección de la novela. El alcalde y la concejala de Cultura y Educación
ofrecieron un obsequio al autor y a los presentadores de la novela, y el acto
se cerró con la firma de libros por parte de su creador.
Voy a subir aquí mis notas de lectura sobre Velos
y silencios.
"Antes de
empezar la exposición de mis notas de lectura, quiero darte las gracias, Ángel,
por invitarme a participar en la presentación de tu libro Velos y
silencios. Y también ya, desde el principio, quiero darte la enhorabuena,
por los muy buenos resultados de tu trabajo, que sin duda habrá sido muy duro,
pero, también, muy satisfactorio.
Ángel: Quiero
además darte las gracias, pues has hecho posible que hoy nos reunamos aquí, en
la Biblioteca del pueblo, para hablar de literatura escrita por un
navalmoraleño. Y es un privilegio que nos acompañes, porque así podremos oír
tus observaciones en este acto tan singular, un acto que da idea de lo mucho y
bien que se trabaja en el Taller de Lectura de Los Navalmorales, tan
acertadamente dirigido por Arturo Marqués, nuestro bibliotecario.
Quiero
comenzar mi intervención señalando que voy a exponer mis impresiones acerca de
la novela Velos y silencios. Pero no temáis, no voy a hacer un
tratado de literatura. Me limitaré a exponer los apuntes que la lectura de la
novela de Ángel me ha ofrecido.
Velos y silencios es una novela en la que Ángel
Jiménez, su autor, nos presenta dos tramas. Es un libro que contiene dos
narraciones que se complementan y que, cuando uno termina de leerlo, entiende
perfectamente el porqué de ese trenzado capítulo a capítulo.
En la primera
de las tramas, se nos presenta a Julio en sus años de infancia y juventud, años
en los que se manifiesta, de forma perseverante y continuada, la ausencia de
información acerca de un tío suyo que murió en la guerra civil, cuyo nombre ha
heredado, y de cómo todo ello va conformando su carácter y su personalidad de
forma persistente.
En la segunda
de las narraciones, aquel niño Julio, ya adulto, quizá jubilado, envía correos
electrónicos a su primo Luis, quien le contesta de vez en cuando utilizando el
mismo procedimiento. Mediante esta narración epistolar, nos vamos enterando del
enigma de la novela: la investigación de las razones por las cuales a Julio
nunca le ha hablado su familia de su tío el soldado, que fue fusilado cuando
estuvo alistado en el ejército republicano.
La primera de
las dos tramas es una narración en tercera persona en la que, como decíamos, se
nos cuentan diversos episodios de la infancia y juventud de Julio, una
narración que nos permite ir conociendo cómo la muerte de Julio, el soldado, es
un acontecimiento que afecta profundamente a todos los miembros de la familia,
y cómo la ausencia de información acerca de dicho acontecimiento constituye la
base fundamental de las relaciones que se establecen entre los diversos
familiares. En esta trama nos presenta el narrador dos lugares muy importantes
de la infancia y la juventud de Julio, Los Navalmorales, su pueblo, y la ciudad
de Madrid, sobre todo el barrio de Carabanchel Bajo. Se nos describen y narran
aspectos fundamentales de la vida de Julio con el objetivo de implicarnos, como
lectores, en la importancia de la ausencia de su tío, pero eso no impide que el
narrador se explaye, y sea así como conozcamos estampas muy acertadas de Los
Navalmorales en los años cincuenta, un tiempo de posguerra gris y triste, en el
que, no obstante, la vida sigue. Así ocurre en ese capítulo tan atinado,
titulado Intoxicación, en el que se nos muestra una noche de fin de
año, con amigos, migas, misa del gallo y paseo de ronda cantando El
calderero. Y también otras estampas de un espacio y un tiempo ya diferente,
la ciudad de Madrid y sus barrios, especialmente Carabanchel Bajo, en ese
inicio de apertura social que se va configurando en los primeros años sesenta,
esa ciudad luminosa que descubre Julio en el capítulo titulado Juventud.
Cruzar el río.
En la segunda
de las tramas, la de los correos electrónicos, el autor acierta al elegir que
la narración se haga en primera persona. Julio, el sobrino, en su edad adulta,
intenta investigar todo lo posible, en archivos históricos y en documentos
memorialísticos, qué pudo sucederle a su tío Julio, un joven que, a los
diecisiete años, en plena guerra civil, se alista en el ejército republicano en
1938 y pierde la vida poco después, al ser fusilado, bien al intentar fugarse,
o quizá debido a una delación. Es un acierto que el autor del libro haya
elegido el género epistolar, en su versión moderna de correos electrónicos.
Ello exige la elaboración del texto en primera persona y la creación de un
interlocutor, ese primo de Julio llamado Luis, que le da la réplica y que, con
su presencia, hace posible que ambos complementen sus correos con mucha
información y, de paso, intercambien bastantes sentimientos y opiniones sobre
el asunto fundamental de la novela y sobre otras cosas relacionadas con sus
propias vidas.
El autor
dispone los capítulos de su libro de forma encadenada, esto es, uno de la trama
primera y otro de la segunda. Así, trenzados sucesivamente, los capítulos de
una y otra narración avanzan y se entremezclan, de tal forma que ambos relatos
confluyen una y otra vez dando densidad al contenido. Si en la narración de la
infancia hay una cierta exposición cronológica, aunque no pretenda ser
rigurosa, en la trama de los correos, la presentación de los documentos y de
los hechos también sigue una cierta continuidad, si bien es verdad que el
autor, porque así lo ha decidido, nos coloca al comienzo de la novela un texto
que podría ser el documento con el que se cerrase la novela. Pero no lo hace
así y todo tiene su porqué.
A pesar de lo
dicho, en esta novela lo importante no es la intriga. Lo que de verdad cuenta
es cómo va moldeando el carácter de Julio la ausencia de explicaciones acerca
del acontecimiento fundamental de su familia: la muerte del soldado Julio en la
guerra civil. Esta ausencia va conformando su personalidad de forma doliente y
afligida, y así lo contemplamos en la narración de su infancia y juventud. Por
esa razón, la averiguación de las causas por las cuales la familia no ha dado a
conocer lo que sucedió es el meollo de los correos que Julio, ya adulto, da a
conocer a su primo Luis, mediante una serie de documentos históricos que
revelan una labor de investigación rigurosa y exhaustiva. Unos documentos de
muy diverso tipo, históricos, jurídicos, periodísticos y memorialísticos, que
poco a poco nos van dando a conocer lo que pudo haberle sucedido al soldado
Julio durante la guerra civil. También hay cartas y una maleta. Y, sobre todo,
una fotografía, en la que aparecen tres mozos de diecisiete años que se incorporan
al ejército republicano en 1938.
En la trama en
la que se nos narran fragmentos de la infancia y de la juventud de Julio, se
nos presentan diversos personajes familiares que van moldeándole su
personalidad y su carácter. De entre ellos sobresale Elvira, la abuela, un
personaje esencial en esta novela, aunque todos, las tías, los padres, los
hermanos, participan de esa ausencia de información acerca de la muerte de
Julio el soldado. Todos sufren esa ausencia del familiar muerto durante la
guerra, del que nunca han intentado recuperar ni su cuerpo, ni apenas
información alguna acerca de donde yacen sus restos, y cada uno lo procesa a su
manera.
Podría
pensarse que estamos ante un libro que debería incluirse en lo que hoy se
conoce como memoria histórica y en cierto modo así es. Lo que
sucede es que el soldado Julio, que se incorpora al ejército republicano, es
fusilado por los de su propio bando, bien al intentar pasarse al enemigo, o
quizá porque es delatado como favorable a los nacionales. Cuando los padres del
soldado Julio, que viven en zona republicana, reciben una carta informando
sucintamente de su muerte, la familia, por prudencia, no reclama nada por temor
a represalias. Pero terminada la guerra, cuando se elaboró la famosa Causa
general de 1940, que afectaba únicamente a las víctimas ocasionadas
por los republicanos, tampoco la familia reclama, ni apenas hace nada para recuperar sus restos.
Todo es silencio, ausencia, así decidido fundamentalmente por la abuela Elvira.
Todo es un mundo velado, del que nunca hablan los adultos, del que nunca se
habla a los niños ni a los jóvenes. Muchos años después, curiosamente Julio, el investigador, se acoge a
la ley de Memoria histórica, de 2007, de
asistencia a las víctimas de la guerra civil y
de la dictadura franquista,
y solicita recuperar los restos de su tío. Todo un cierre paradójico
del círculo perverso de la guerra civil.
He de señalar
que el lenguaje utilizado por el autor en cada una de estas dos narraciones es
luminoso, es agudo; nos muestra con precisión su dominio de la lengua y las
posibilidades literarias que esta ofrece, adecuándose al formato elegido en
cada caso y a los personajes allí descritos. Quizá la primera de las
narraciones podría clasificarse como un relato social o psicológico. Y la
segunda narración se podría tomar como una novela histórica o memorialística,
incluso como un relato de suspense e investigación. Pero en verdad yo no me
atrevería a afirmar que estamos ante una novela histórica, o memorialística, o
una novela de suspense. Creo que más bien estamos ante una novela compleja en
la que el lenguaje es el protagonista fundamental. Por eso, la autora del
prólogo, Cristina Cerrada, se atreve a decir que es una novela
literaria, si es que se puede decir así, una novela casi poética.
Y estoy de
acuerdo, porque cuando se termina de leer Velos y silencios, lo que
más le ha gustado a uno ha sido la satisfacción de haber disfrutado de un texto
bello, muy trabajado, muy elaborado, muy pensado. Un libro en el que el autor
se vuelca en sus personajes para tratar de averiguar el porqué de la ausencia
de un familiar, cómo se combate su ausencia continuada, y de qué forma se
procesan los duelos. Porque lo fundamental de esta novela es una búsqueda: la
de cómo hacer un duelo, el duelo de alguien que murió no se sabe dónde, ni
cuándo, ni por qué. Tan es así que cuando el protagonista sabe, por fin, ese
dónde, ese cuándo y ese por qué, todo se apacigua en él, todo cobra serenidad.
Ese sería, en mi opinión, el tema de esta novela: solo el conocimiento de los
hechos abre el camino a la serenidad.
Gracias, otra
vez, Ángel, por tu esfuerzo, por el reto, tan conseguido, de incluir en una
novela de menos de trecientas páginas dos historias trenzadas en una, cuyos
protagonistas, uno, ausente y otro, omnipresente, comparten el mismo nombre,
Julio. Y, como broche final, gracias también por el regalo de darnos a conocer,
en la dedicatoria, que a Julio Muñoz, tu hermano, le debes la idea y la mayor
parte de los documentos de la novela.
Gracias por tu
libro y por estar hoy aquí. Y gracias también a todos vosotros por asistir a
esta presentación".