jueves, 24 de noviembre de 2016

Juan Eduardo Zúñiga Premio Nacional de las Letras 2016

Acabo de enterarme ahora mismo: Han otorgado el Premio Nacional de las Letras 2016 a Juan Eduardo Zúñiga. Y me alegra mucho que haya sido así, pues nuestro autor lo merece sobradamente y es bueno que la sociedad reconozca a tiempo la valía de este escritor sublime. En este blog así lo hemos defendido reiteradamente.

Una carta en El País sobre Zúñiga


El cuatro de julio de 2009 publicaron una carta mía en el periódico El País, titulada Zúñiga, una trilogía de lujo. Decía así:

“En el excelente suplemento Babelia del 28 de junio, dedicado a Robert Capa, se hacían referencias al gran amor de su vida, la reportera Gerda Taro, esa gran mujer que en plena juventud murió arrollada por un tanque en la batalla de Brunete. Y detallaban bibliografía suficiente para conocer a Capa y a Gerda.

Creo interesante recordar que hace unos años Juan Eduardo Zúñiga publicó Capital de la gloria, sobre el Madrid de la Guerra Civil, y que es en ese libro donde hay un extraordinario relato dedicado precisamente a Gerda Taro que muestra lo mejor de lo mejor de Zúñiga. En estos tiempos en los que triunfa una trilogía de libros de suspense, quiero hacer propaganda de una trilogía de Zúñiga, un autor que es un lujo para nuestra literatura. Se trata de La tierra será un paraíso, Largo noviembre de Madrid y Capital de la gloria. Después de leerlos uno ya no es el mismo, la visión de la guerra es ya otra, y el gozo de la lectura, infinitamente más acentuado.

No es solo el vocabulario, la sintaxis o el estilo; no solo la finura, el amor a las víctimas o el conocimiento del ser humano. Es sobre todo estar leyendo a un gran escritor, a un magnífico cuentista, a un poeta que ama a su ciudad y a los que en ella viven. Gracias, maestro, por sus hermosos libros. Gracias por escribir.


Una anécdota

Una vez, en la presentación de un libro, quiso la coincidencia que saliéramos juntos de la sala Zúñiga y yo. La noche anterior había terminado de leer Capital de la gloria. Mientras le cedía el paso, le dije: 
-¡Qué bien escribe usted!- Así le abordé, yo, que no acostumbro a molestar a quienes son personajes públicos, pero que ese día no pude contenerme, tan reciente tenía la lectura del libro.
- Los hay que escriben mejor- me contestó, rápido de reflejos, con una sonrisa pícara. 
- Bueno -repetí- ¡qué bien escribe usted!
- Gracias- me contestó.