Acabo de enterarme ahora mismo: Han otorgado el Premio
Nacional de las Letras 2016 a Juan Eduardo Zúñiga. Y me alegra mucho que haya sido así, pues
nuestro autor lo merece sobradamente y es bueno que la sociedad reconozca a
tiempo la valía de este escritor sublime. En este blog así lo hemos defendido
reiteradamente.
Una carta en El País sobre Zúñiga
El cuatro de
julio de 2009 publicaron una carta mía en el periódico El País, titulada Zúñiga, una trilogía de lujo. Decía
así:
“En el
excelente suplemento Babelia del 28
de junio, dedicado a Robert Capa, se hacían referencias al gran amor de su
vida, la reportera Gerda Taro, esa gran mujer que en plena juventud murió
arrollada por un tanque en la batalla de Brunete. Y detallaban bibliografía
suficiente para conocer a Capa y a Gerda.
Creo
interesante recordar que hace unos años Juan Eduardo Zúñiga publicó Capital de la gloria, sobre el Madrid de la Guerra
Civil, y que es en ese libro donde hay un extraordinario relato dedicado
precisamente a Gerda Taro que muestra lo mejor de lo mejor de Zúñiga. En estos
tiempos en los que triunfa una trilogía de libros de suspense, quiero hacer
propaganda de una trilogía de Zúñiga, un autor que es un lujo para nuestra
literatura. Se trata de La tierra será un paraíso,
Largo noviembre de Madrid y Capital de la gloria. Después
de leerlos uno ya no es el mismo, la visión de la guerra es ya otra, y el gozo
de la lectura, infinitamente más acentuado.
No es solo el
vocabulario, la sintaxis o el estilo; no solo la finura, el amor a las víctimas
o el conocimiento del ser humano. Es sobre todo estar leyendo a un gran
escritor, a un magnífico cuentista, a un poeta que ama a su ciudad y a los que
en ella viven. Gracias, maestro, por sus hermosos libros. Gracias por escribir.
Una anécdota
Una vez, en la presentación de un libro, quiso la coincidencia que saliéramos juntos de la sala Zúñiga y yo. La noche anterior había terminado de leer Capital de la gloria. Mientras le cedía el paso, le dije:
-¡Qué bien escribe usted!- Así le abordé, yo, que no acostumbro a molestar a quienes son personajes públicos, pero que ese día no pude contenerme, tan reciente tenía la lectura del libro.
- Los hay que escriben mejor- me contestó, rápido de reflejos, con una sonrisa pícara.
- Bueno -repetí- ¡qué bien escribe usted!
- Gracias- me contestó.
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