martes, 22 de noviembre de 2022

Paseando bajo la lluvia













 

Pablo Milanés siempre



Esta mañana oí la noticia: "ha muerto Pablo Milanés". Cuántas canciones de Pablo, cuántos momentos hermosos, canciones de amor, canciones sociales, poesía y música, canciones contra la furia pinochetista, más canciones de amor, para vivir. 

Hace días leí que Pablo Milanés estaba en Madrid tratándose de una recaída en su salud. En realidad, vivía en España desde hace varios años y estaba en tratamiento médico. 

Pablo Milanés, la voz prodigiosa, el poeta innovador y honesto, el músico con talento y con valentía para discrepar del rumbo de su país.

Gracias, Pablo, por todas tus canciones, por tus ganas de vivir.

https://elpais.com/cultura/2022-11-22/retrato-de-pablo-milanes-a-traves-de-sus-10-canciones-mas-decisivas.html

https://elpais.com/cultura/2022-11-22/la-gloriosa-voracidad-de-pablo-milanes.html

 







 

domingo, 20 de noviembre de 2022

"Scheherazade", de Rimsky-Korsavov

 

Ayer, sábado, en el Auditorio Nacional de Madrid, asistimos a un concierto de abono de la Orquesta Nacional de España, dirigida por Jaime Martín, en el que, entre otras piezas, pudimos oír Scheherazade, de Rimsky-Korsavov. Fue una interpretación resuelta y vibrante muy bien acogida por el público, que llenaba la sala. Terminado el concierto, la música de Sheherezade seguía en nuestra cabeza dando vueltas, tal es su poderío y su capacidad de arrastre.

Como se sabe, Scheherezade es una suite sinfónica del compositor ruso Nikolái Rimski-Kórsakov, estrenada en San Petersburgo el 3 de noviembre de 1888, basada en Las mil y una noches.​ Combina dos características comunes de la música rusa: una deslumbrante y colorida orquestación y un interés por el Oriente, muy destacado en la historia de la Rusia Imperial.

Hoy, por Radio Clásica, se ha podido oír de nuevo el concierto, pero, por desgracia, no hay grabación audiovisual del evento. Por eso, he ido a Youtube y he rastreado lo que hay allí alojado acerca de esta pieza musical. Y, de todo, lo que más me ha gustado ha sido la presentación de la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Valery Gergiev, interpretando Scheherazade en el Festival de Salzburgo 2005, un prodigio de realización y de interpretación, a mi parecer.

De todos es conocido que en 1910, y en París, fue estrenado por los Ballets Rusos de Diáguilev el ballet Sheherezade, sobre la obra homónima de Rimski-Kórsakov, . También traigo aquí un enlace a un vídeo de youtube que he encontrado.


                

 

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

Otoño en El Retiro de Madrid

Hace cinco años subí por estas fechas un artículo a este blog con fotos, poesías y un vídeo sobre el parque de El Retiro de Madrid. Aquí lo traigo de nuevo, en este otoño de 2022.



               

Caminos

Entras en El Retiro una mañana
de frío y de lluvia complacida.
Miles de hojas van cayendo al suelo
como cortadas por un filo,
y buscan su acomodo en los caminos
formando una capa mullida,
sobre la que tus pies andantes
notan complacidos la experiencia
de un pasear pausado,
como flotando en la tierra y en las hojas.
Sientes, una vez más, que es el otoño,
el placer de transportarte, al caminar,
como si fueses levitando un poco,
la inmensidad de los colores, y las hojas
esperando su momento, la ocasión
de convertirse en tierra de sendero.


 

Colores

Vas subiendo una colina suave
coronada por un palacio de cristal.
Miras de frente y te hipnotiza
el chorro, impetuoso como un géiser,
en medio del estanque tranquilo y apacible.
Las hojas, arrastradas por el viento,
flotan leves y mansas en la cara del agua,
surcada toda ella por patos juguetones.
Un concierto pausado de colores
organiza tu mirada y la deslumbra,
y, entre todos, te llama el luminoso
rojo ladrillo de los cipreses de agua
que anidan en el fondo del estanque.
Un rojo fuerte que porfía
con verdes recién segados,
con amarillos de plátanos,
con el azul de un cielo despejado,
con el blanco y el gris del palacio breve.


 

Fieras

Atraviesas el inmenso paseo de coches
escoltado por plátanos frondosos
y entras firme y pausado en el jardín secreto.
Los pinos, aguerridos en su tronco enhiesto,
te van abriendo el paso hasta la fuente amena
que sortea el ladrillo y los granates
de una hiedra fecunda y ya menguante.
Un instante de sol entre nublados
resalta el rojo vino de la tapia,
y un vértigo de viento colorea
de hojas amarillas el sendero.
La potestad de un árbol, con su tronco
como una inmensa pata de elefante,
te llama, sideral, y te hipnotiza.
No lejos, dos leones de piedra, domeñados,
recuerdan sutilmente que estás en ese sitio
que fue en su día la casa de fieras de El Retiro.

  

Fuente

Caminas por paseos que están recién planchados,
abiertos para ti esta misma mañana.
y llegas a una fuente tranquila y silenciosa
de líneas paralelas y de esculturas clásicas.
La fuente de Cajal, el sabio aventurado,
la fuente de la vida de todos los que nacen
la fuente de la muerte de todos los que viven.
En el lugar ameno del profesor ilustre
la fuente te recuerda, con ese porte griego,
el equilibrio líquido de la vida vivida,
y la sabia cadencia del agua allí brotada.
El otoño apacible, que ha llegado tranquilo,
adorna con sus hojas los plácidos contornos,
y los colores malvas, marrones y amarillos
abren paso y escuchan al sabio sosegado
silente en El Retiro y casi siempre solo.


 

Estanque

Entras casi de incógnito en ese ámbito
que domina el estanque y lo ennoblece.
Pasas entre su escolta de columnas
y, lento, te acomodas en la amplia escalinata.
Miras de frente, atento,
el cielo azul y plácido,
el verde de las aguas,
la piedra, los leones
y, lentas, fugitivas,
las diminutas barcas.
Nubes que arrastra un viento fuerte
crean las grises sombras de los lejanos árboles,
y reflejos de sol, cruzando el agua,
imantan la mirada del breve paseante.
Sales de la explanada, y las columnas
te saludan, sombra y sol, nadie, nada.
La piedra gris esconde tus pisadas
y los cipreses del paseo se aletargan.

  

Fábula

El quiosco de la música varado entre colores,
los troncos gruesos de los viejos plátanos,
el verde de la hierba y de los setos
y el marrón de las hojas de los alados álamos
te guían a la glorieta gongorina
en donde Polifemo y Galatea
viven sus aventuras en el severo mármol.
Mientras lees los versos, centurión del sendero,
un alto y grueso tronco te custodia.
Atrás queda el estanque, y las columnas,
la farola, el ciprés de los pantanos,
las fuentes juguetonas con sus aguas,
el chopo tieso y el mullido plátano,
la hoja breve del sendero manso
y las filas misteriosas de los álamos.


             
 Jesús Bermejo, 2017

  

martes, 15 de noviembre de 2022

Numancia de la Sagra debería recuperar su nombre medieval, Azaña

Han pasado trece años desde que escribí un artículo titulado La villa de Azaña y Numancia de la Sagra y lo subí a este blog, primero alojado en El País y luego en Blogger.

https://roblesamarillos.blogspot.com/2011/01/la-villa-de-azana-y-numancia-de-la-sagra.html

Estamos en 2022 y el pueblo de Numancia de la Sagra sigue sin recuperar su nombre originario, Azaña. Sé que hay división entre los vecinos acerca de la recuperación o no del nombre originario del pueblo. Por eso, me gustaría aportar un granito de arena en favor de la convivencia, pero también de la historia.

El pueblo de Numancia de la Sagra, en el que ejercí como maestro durante dos años (1978-1980), tiene una historia muy antigua y documentada y un nombre que lo identifica como tal, Azaña. Ese nombre aparece en el escudo de la villa, esa noria, esa aceña que los del pueblo antiguo decían “al-sâniya”, y que luego derivó en Azaña. Con ese nombre se conoció al pueblo siempre, siempre, hasta 1936. En el comienzo de la guerra civil, el regimiento Numancia tomó el pueblo, y su comandante decidió cambiarlo de nombre porque creía que lo llevaba en homenaje a Manuel Azaña, el presidente de la República. Pero no era así, desconocían la historia, les pudo el mal de la guerra, el odio.

El nombre de Azaña era muy anterior, venía de muchos siglos antes. Esa es la clave para recuperar el nombre, que Azaña se llamaba así desde la Edad Media, y que se cambió en 1936 por orden de un comandante que se equivocó en su interpretación del origen del nombre del pueblo. Y, como curiosidad histórica, que todos los vecinos de Numancia sepan que los abuelos del presidente de la República, Manuel Azaña, procedían de su pueblo y emigraron a Alcalá de Henares, llevando consigo orgullosos el nombre del pueblo en su apellido, Azaña.

En resumen, sería un honor y un orgullo para todos los vecinos recuperar para su pueblo el nombre originario, Azaña, el nombre con el que se conoció al pueblo desde la remota Edad Media. Y sería también un orgullo para muchos vecinos saber que el Presidente de la Segunda República se sentía originario de este pueblo, porque sus abuelos y sus antepasados lo eran de Azaña y lo llevaban en su propio apellido. 

Este es mi artículo escrito en julio de 2009

1980: Un artículo en El País

Cuando don Manuel Azaña era innombrable, la II República algo lejano y oscuro, la memoria un obstáculo y el olvido un objetivo permanente, allá por 1980, estando yo destinado como maestro en el pueblo de Numancia de la Sagra (Toledo), apareció en el periódico El País del día 8 de febrero de ese año un artículo titulado “Una villa borrada: Azaña, en la provincia de Toledo”, que estaba firmado por Jaime Ferrero Alemparte, correspondiente de la Real Academia de la Historia en Frankfort del Men. Contaba el articulista que hay un poema épico alemán escrito hacia 1250, titulado Biterolf y Dietleib , en el que se narra el viaje del protagonista desde España a la corte de Atila, y de cómo su hijo va en su busca y cómo regresaban a Toledo, donde viven con sus familiares y sus ocho mil caballeros. La espada del protagonista, nos sigue contando Ferrero, fue forjada por Mime el Viejo, que residía en Azzaria, a veinte millas de Toledo.

Jaime Ferrero quiso saber qué villa era esa de Azzaria; consultó el Madoz y resultó ser Azaña. El sabio Asín Palacios le dio la pista del origen del topónimo, en su libro Contribución a la toponimia árabe de EspañaAzaña procede de “al-sâniya”, que significa la aceña, la noria. Aparece este topónimo en varios documentos históricos: Azania (Sancho III) y Fazaniam (Alfonso VIII) entre otros.

Siguió consultando Ferrero y el topónimo Azaña desaparece misteriosamente en el Diccionario geográfico de España, dirigido por Rafael Sánchez Mazas entre 1956 y 1961. En su lugar aparece Numancia de la Sagra.

“El misterio me lo reveló inmediatamente el historiador Julio González en Cuenca, donde nos conocimos personalmente con motivo de un congreso de medievalistas. La villa de Azaña existe, claro que sí, pero en la guerra civil española, al ser tomada por las tropas de Franco, se le borró el nombre por coincidir con el de don Manuel Azaña, presidente de la Segunda República española desde 1936 a 1939, y se le impuso el del regimiento que la ocupó, llamándose desde entonces Numancia de la Sagra. Y, en efecto, este es el nombre con el que figura en el diccionario ofrecido al general Franco por los editores, bajo los auspicios del secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz. Pero -oh, asombro- en el artículo dedicado a la nueva Numancia (vol. 13, página 21 l), muy flojito por otra parte y sin firma del autor, se silencia el nombre primitivo y verdadero. Sin duda se le quiso borrar del mapa. Y así tampoco figura en el Índice toponímico del atlas nacional de España, publicado por el Instituto Geográfico y Catastral, de 1965. Si identificamos, como parece lo más verosímil, la Azzaria del poema épico alemán con nuestra Azaña, es evidente que la villa, hacia 1250, tenía su importancia como asiento de una familia de herreros productores de espadas bien templadas. Las famosas armas toledanas no se forjarían tan sólo en la capital, sino también en otros puntos de su territorio, como este de la villa de Azaña. Se dice que hay allí actualmente una herrería. Ojalá pudiéramos asociarla con la tradición de Mime el Viejo, forjador de la espada que blandiera Biterolf. De todos modos, la mención de la villa de Azaña en el «epos» alemán del siglo XIII es testimonio claro de una fama que bien desearan para sí muchas ciudades.”

Para terminar su artículo, Ferreiro propone, ya en 1980, que se le devuelva a la villa de Azaña su nombre, injustamente usurpado en 1936, y que se haga precisamente en el I Centenario del nacimiento de Manuel Azaña, porque “a tal señor, tal honor”.

1990: Una Exposición

En la exposición celebrada en el Cincuentenario de la muerte de Manuel Azaña, preparada a iniciativa del Ministerio de Cultura, en noviembre de 1990, conocí un dato más relacionado con el topónimo Azaña. En un panel de dicha exposición aparecía una fotografía de Numancia de la Sagra, y un pie de foto que decía:

“De la antigua Azaña procedían los antepasados de don Manuel, que se trasladaron a Alcalá de Henares…”

¡Qué curioso! Ese dato no aparecía en el artículo de Ferrero. Después de diez años todo casaba: No era el topónimo un homenaje al político, como pensaban los militares que borraron el nombre a la villa y la rebautizaron; era el político el que había heredado su apellido del topónimo, como tantas veces sucede. Mucho tiempo después, en un artículo de Isabelo Herreros, publicado en El Digital de Castilla-La Mancha, el 22 de agosto de 2006, refiriéndose a este asunto, informa de cómo en un mítin en Toledo, Manuel Azaña decía:

"Ciudadanos de Toledo, diría, si me lo permitís, amigos y coterráneos de Toledo, porque yo soy un poco y hasta un mucho toledano".

Y, sigue Herreros, de una forma más literaria, unos años antes, en 1923, y en un artículo titulado "Una constitución en busca de autor", Manuel Azaña comenzaba con la siguiente declaración:

“El reino de Toledo (donde era hace tres siglos la policía del bien hablar), mis abuelos, posesionados en la Sagra o en las vegas que se abren al Tajo, ascienden en derechura hasta el carpetano idólatra, anterior a la venida de las legiones; con un cuarterón de sangre vascongada (la raíz en Elgoibar) y un entronque en Arenys de Mar, soy español como el que más lo sea.”

 1936: Un Acta

En el Catálogo de la exposición del Cincuentenario aparece una interesante nota en la página 333 en la que se da cuenta de los pormenores del acta del cambio de nombre de la villa, y se describe el escudo, que era, y sigue siendo, la suma de las armas del arzobispado de Toledo, antiguo propietario de la comarca de la Sagra, y de una aceña o noria para extraer agua. Como curiosidad, he de contar que en el acta que se conserva en el Ayuntamiento acerca del cambio de nombre, de fecha 19 de octubre de 1936, se da cuenta de que el comandante militar del Numancia recibe de una comisión gestora, nombrada y presidida por él mismo, la solicitud al Jefe del Estado, Franco, de que en lo sucesivo la villa lleve el nombre de Numancia de la Sagra. A pesar de que el secretario encabeza el acta, como es costumbre: “En la villa de Azaña…”

y se sella con un tampón que dice: “Alcaldía de Azaña”, se cierra el acta con: “Numancia de la Sagra, a 19 de octubre de 1936”.

Es decir, que la petición surte efectos inmediatos, sin esperar a que nadie de más arriba conteste nada. Así se escribe la historia. Así se apañó el arreglo jurídico del cambio de nombre de Azaña: Sin el menor rubor.

2009: ¿Restitución del nombre de Azaña? 

Desde hace más de 28 años, que yo sepa, se viene reivindicando la restitución del nombre histórico para la villa de Azaña. Podría hacerse por simple solicitud del Ayuntamiento de Numancia de la Sagra a las autoridades correspondientes. Parece ser que en 2006 se estudiaba convocar un referéndum entre los vecinos, pero no sé en qué ha quedado el asunto. Yo creo que deberían hacerse ya los trámites correspondientes, y aprovechar los eventos del 70 aniversario del final de la guerra, en 2009, para devolver a la villa su nombre.

La historia es tozuda, y la verdad, al final, resplandece. Muchas personas mayores, cuando yo estuve trabajando como maestro en Numancia, seguían llamando a su pueblo Azañaen voz baja. De entre ellos recuerdo especialmente a dos: el señor Lázaro, que se sabía el Tenorio completo, y una señora que me refirió cómo en el Ayuntamiento había dos sellos, uno que rezaba “Ayuntamiento Constitucional de Azaña”, y otro que decía “Alcaldía de …….” con la palabra Azaña borrada. En su memoria, en memoria de los antepasados de la villa, se debería devolver a Azaña su nombre. ¡Ojalá se haga, por fin!

2009: Encuentro en Numancia

Después de escribir el artículo anterior, me enteré de que en Numancia de la Sagra ya se había recuperado el nombre de Azaña, pero para denominar un polígono industrial. Si buscáis en Google "Villa de Azaña", veréis lo dinámica que parece la actividad de tal polígono. Mi enhorabuena al sagaz bautizador y un tirón de orejas a los alcaldes de Numancia, que no han querido (o no han encontrado el momento) de restituir el nombre tradicional a su pueblo.

Hace unos días entré en el foro de Numancia de la Sagra y observé que había un capítulo dedicado a Numancia o Azaña. En lugar de entrar en él, abrí un capítulo nuevo, y lo hice con la información del post del que hablo al inicio. Y me identifiqué con mis datos personales y diciendo que fui maestro en Numancia en los años arriba citados. Ha intervenido mucha gente. Y lo mejor ha sido que entraron algunos alumnos míos de entonces, cuando yo tenía veintisiete años y ellos trece. Y tan interesante ha sido que dentro de unos días voy a verlos allí, en Numancia, villa de menos de mil habitantes entonces y hoy una aglomeración cercana a Madrid y con varios miles de vecinos más.

Han pasado treinta años. Ellos tienen hoy más de cuarenta y yo cincuenta y siete. Me da vértigo pero tengo mucha ilusión. Y este post lo estoy escribiendo para ellos, y para mí. He de decir que he ido por Numancia cada cuatro o cinco años, y que la última vez fue hace unos diez meses; pero nunca me encontré con nadie conocido. Ahora si va a ser una visita completa.

Gracias, chicos. Gracias Javier, Ramón y Andrés, entre otros. Hasta el jueves. Me alegro mucho de haber dejado entre vosotros un buen recuerdo.