lunes, 24 de diciembre de 2018

Feliz Navidad


Os deseo a todos los que entráis en este blog una feliz Navidad en compañía de vuestros familiares y amigos y un año 2019 lleno de salud, paz y prosperidad. 

lunes, 17 de diciembre de 2018

Número 34 de Forja, la revista de Los Navalmorales


Como ya sabéis, en Los Navalmorales hay una asociación, la Mesa de Trabajo, que edita una revista llamada Forja. El número 34 ha salido el 14 de diciembre. Si queréis leerla, pinchad en este enlace:
http://www.losnavalmorales.com/mesa/pdf/Forja34_web.pdf

                                      Entrada al Parque Municipal La Huerta del Convento

En sus sesenta páginas hay muchos artículos, pero destaca uno dedicado a la Historia del Convento. Así comienza dicho artículo:
“En el anterior número de Forja hablamos de la fundación del Convento de san Joaquín en Navalmoral de Pusa; en este número comentaremos los hechos más sobresalientes de la presencia de la Orden de los Capuchinos Menores en la villa hasta su desamortización. 
Desde muy pronto descubrirían los navalmoraleños el poder que la citada Orden tenía sobre las instituciones civiles. Un hecho significativo de esa influencia fue la canalización de agua desde el sitio denominado Retamosa hasta el Convento”.     

 Restos de la fachada principal de la Iglesia del Convento       



Aznar, anticonstitucional


      


Acabo de enviar una carta a la directora de El País, para su posible publicación en los próximos días. La traigo aquí porque estoy harto de pontífices que ponen el país patas arriba cuando no gobiernan. Y que cuando están en el poder bien que muestran sus debilidades y sus arrogancias. No me gustan las personas que se creen imprescindibles para un país. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.


"Estimada directora:
Últimamente se le ve muy activo al señor Aznar pontificando como radical inspirador del tridente Ciudadanos-PP-Vox. Y hasta sentencia qué partidos son constitucionalistas y cuáles no.
Es el mismo señor Aznar que se manifestó en 1978 contra la aprobación de la Constitución. El que, al llegar a la Presidencia del Gobierno, habló catalán en la intimidad, negoció con el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, nos embarcó en la guerra de Irak y declaró edificable todo el territorio nacional. El que presidió unos Gobiernos muchos de cuyos ministros han sido condenados por corrupción.
El señor Aznar pertenece a esa derecha que patrimonializa el Gobierno y que intenta poner el país patas arriba cuando son otros los que gobiernan, aunque así lo hayan decidido la mayoría de los diputados, tal y como se contempla la Constitución, esa que atacó en 1978.
Atentamente,
Jesús Bermejo"

           

domingo, 16 de diciembre de 2018

Los Navalmorales, tu otro pueblo




Si Aravalle es para ti el principio, el mundo en pequeño, Los Navalmorales es tu otro pueblo, una referencia de tu segunda edad. Es un pueblo castellano de unos tres mil habitantes, con diversos comercios e industrias y una riqueza que a ti te parece extraordinaria: sus olivares. Los Navalmorales, un pueblo al que te unen muchos afectos: la amistad dulce y duradera, el amor de la edad madura, unas gentes que te recibieron bien, una naturaleza rojiza y verde y unos árboles que van tejiendo tu amistad año tras año: olivas y almendros, membrillos y albaricoques, naranjos y limoneros, higueras, cerezos, encinas, madroños... 

Dos imágenes te vienen a la cabeza para representar este pueblo: una, sus olivas, así, en femenino, como la gente de la tierra llama a los olivos. Rugosas, de tronco mineral y retorcido, de verde y plata presencia centenaria, dan un aceite de calidad superior, obtenido después de generaciones y generaciones de esmerado cultivo. Olivas, verdes olivas, alineadas en las tierras, trepando por las laderas y dispuestas cada invierno al vareo y la almazara. La otra imagen es la de su torre, esbelto y espigado edificio que, con su gracia aérea, parece cobijar y apacentar el caserío de teja y los sombreados patios y plazuelas. La has visto desde todos los sitios: desde la sierra del Santo y desde el cerro Gorra; surgiendo de repente al doblar una esquina o paseando por las calles de Tierra Toledo; apareciendo por sorpresa al venir por el camino de Santa Ana o destacando majestuosa al llegar de Los Navalucillos. Te has acercado a ella y has admirado su verticalidad y su elegancia, la geometría y el dinamismo de su vuelo. Es la buena moza, el edificio más noble de la villa. 

Hay días del otoño en los que, de buena mañana, paseas sin prisas por el pueblo y te fijas en las viejas y en las nuevas construcciones. Vas así dándote cuenta del grado de conservación de la vivienda tradicional. Contemplas casas de uno o dos pisos, con muros de piedra y tapiales anchos, densos y maternales, y puertas y ventanas distribuidas con armonía y gran belleza rítmica, sólo afeada por cables de todo tipo que las asedian sin pudor. Casas que son señales de una forma de concebir la existencia, con portales, alcobas y cocinas en la planta baja, cerca del patio, alrededor del cual gira la vida doméstica. Miras con parsimonia las puertas de madera, ese don de la naturaleza que, de forma implacable, va siendo sustituido por el hierro o el aluminio. 


Las ves en casas humildes y nobles, en herrenes y corrales. Y te emocionas ante algunas que, de puro viejas, pareciera que fueran a venirse abajo pero resisten gracias a la nobleza de su factura y a las manos de sus dueños. Sin prisas, te paras ante esas ventanas, unas sencillas, otras primorosamente enrejadas, que agilizan las paredes y abren huecos sabiamente orientados. Te encaramas a los lugares más insospechados y contemplas esos tejados que perfilan perspectivas desconocidas y conservan las tejas viejas, esas tejas que preservan del calor y cobijan del frío mejor que muchos materiales nuevos. 


Subes a la Sierra del Santo y observas el verde de los patios y el rojo de los tejados. Y la torre, fina y majestuosa, destacando por su lozanía y por ser referencia obligada para señalar todo.




Al terminar tu paseo, entras en la taberna y bebes un vino a la salud de los que mantienen las casas tradicionales, las remozan y las renuevan. Saben que así están disfrutando de la sabiduría de sus antepasados.

Jesús Bermejo 


domingo, 9 de diciembre de 2018

El Dozabo




En 1946  Antonio Palomeque publica en Madrid el libro El Señorío de Valdepusa y la concesión de un privilegio de villazgo al lugar de Navalmoral de Pusa en 1653, un estudio minucioso de la historia de los pueblos del Pusa que tendría su continuación en otros trabajos de investigación dedicados a estas tierras del suroeste toledano. Una buena parte de los datos que expone el profesor Palomeque en El Señorío de Valdepusa procede del Archivo municipal de Los Navalmorales, un archivo que, en su opinión, contiene un respetable número de legajos de particular importancia. 

En las páginas 72 y 73 del citado libro, Antonio Palomeque explica con detalle  los pleitos habidos entre el señor y sus vasallos desde el mismo momento en el que el rey Felipe IV concedió a Navalmoral de Pusa el privilegio de villazgo. Tales pleitos tuvieron causas muy variadas pero, con el tiempo, la más importante sería la decisión de no pagar el Dozabo (la doceava parte) de las cosechas de aceite que exigía el señor a sus súbditos. 

Según las cartas pueblas del Señorío, los vasallos debían pagar al señor el Dozabo de todos los cereales y semillas que cosechaban. Con inteligencia y astucia, los navalmoraleños decidieron ir cambiando poco a poco de cultivo y plantaron olivos donde antes hubo cereal. De esa forma se ahorrarían el pago de dicho tributo, pues nada especificaban las cartas pueblas sobre la aceituna ni sobre el aceite. 

En documentos fechados en 1772 consta que el señor de Valdepusa exigió el pago del Dozabo de todos los frutos, por razón de señorío. El Concejo de Navalmoral recurrió al Real Consejo y este dictó un auto favorable a los vasallos. A pesar de ello seguirían los pleitos hasta 1827, cuando concluye el litigio y acaban los privilegios del señor al firmarse la Concordia entre el Señorío y los Ayuntamientos de Navalmoral de Pusa, San Martín y Santa Ana. Diez años después fueron abolidos los señoríos en toda España. Aunque las Cortes de Cádiz así lo habían aprobado en 1811, solo fue en 1837 cuando se hizo efectiva dicha abolición.

Desde que leí el libro de Antonio Palomeque, no he dejado de ponderarlo siempre que he tenido ocasión. Pero hoy quiero destacar mi admiración por los navalmoraleños, que desde la concesión del villazgo se dieron cuenta de cómo, sin salirse de la ley, podían ahorrarse el pago del Dozabo cambiando la siembra de cereales por la plantación y el cuidado de olivos, acertando, además, con el cultivo cabal para estas tierras. 

Desaparecieron el Dozabo y los señoríos, y el aceite pasó a ser el santo y seña de Los Navalmorales. Y al decir aceite me refiero al ADOVE (Aceite De Oliva Virgen Extra), no a otros aceites cuyos humos bien merecerían no solo un Dozabo ecológico sino una nueva demostración de la inteligencia y la astucia de los navalmoraleños.       
         
Jesús Bermejo  


viernes, 7 de diciembre de 2018

Fuente de los Seis Caños de Los Navalmorales: Una foto de 1902


En una fotografía de Hermenegildo Fernández, fechada en 1902 y publicada en un periódico de Madrid, del cual tenía un ejemplar Telesforo Navas, aparece la Fuente de los Seis caños. En 1995, su hija Mariví vio dicho periódico y se hizo con una buena fotocopia que conservara la imagen, ya muy deteriorada. En 2001 yo restauré a lápiz dicha copia e hice una segunda versión coloreada.

Se puede observar la Plaza de los Seis caños, con el herradero a la izquierda, y a continuación varias casas, una de las cuales tiene un reloj, el primer reloj público en España de 24 horas, tal y como se indica en otra fotocopia, que aquí tenéis para poder ampliar y leer, si o deseáis. Aunque con dificultad, se ve la Fuente de los Seis caños, con su pilón y un animal abrevando.

Desde aquí queremos señalar la importancia de la Fuente, por su antigüedad (siglo XVII) y por su sencillez. Sería muy necesario restaurar este monumento, mantenerlo siempre limpio y ordenar su entorno, impidiendo que se aparque a su vera y procurando que nada, ni los árboles, destaque más que la propia Fuente, .

Proponemos que se planifique en su perímetro un área peatonal, que se alumbre convenientemente y que sea, de toda la plaza, lo que más destaque. Sería una manera cabal de obrar: Cuidar más aquello que da nombre a esta plaza tan emblemática, la Fuente de los Seis caños.
                                                                                        Jesús Bermejo