domingo, 9 de diciembre de 2018

El Dozabo




En 1946  Antonio Palomeque publica en Madrid el libro El Señorío de Valdepusa y la concesión de un privilegio de villazgo al lugar de Navalmoral de Pusa en 1653, un estudio minucioso de la historia de los pueblos del Pusa que tendría su continuación en otros trabajos de investigación dedicados a estas tierras del suroeste toledano. Una buena parte de los datos que expone el profesor Palomeque en El Señorío de Valdepusa procede del Archivo municipal de Los Navalmorales, un archivo que, en su opinión, contiene un respetable número de legajos de particular importancia. 

En las páginas 72 y 73 del citado libro, Antonio Palomeque explica con detalle  los pleitos habidos entre el señor y sus vasallos desde el mismo momento en el que el rey Felipe IV concedió a Navalmoral de Pusa el privilegio de villazgo. Tales pleitos tuvieron causas muy variadas pero, con el tiempo, la más importante sería la decisión de no pagar el Dozabo (la doceava parte) de las cosechas de aceite que exigía el señor a sus súbditos. 

Según las cartas pueblas del Señorío, los vasallos debían pagar al señor el Dozabo de todos los cereales y semillas que cosechaban. Con inteligencia y astucia, los navalmoraleños decidieron ir cambiando poco a poco de cultivo y plantaron olivos donde antes hubo cereal. De esa forma se ahorrarían el pago de dicho tributo, pues nada especificaban las cartas pueblas sobre la aceituna ni sobre el aceite. 

En documentos fechados en 1772 consta que el señor de Valdepusa exigió el pago del Dozabo de todos los frutos, por razón de señorío. El Concejo de Navalmoral recurrió al Real Consejo y este dictó un auto favorable a los vasallos. A pesar de ello seguirían los pleitos hasta 1827, cuando concluye el litigio y acaban los privilegios del señor al firmarse la Concordia entre el Señorío y los Ayuntamientos de Navalmoral de Pusa, San Martín y Santa Ana. Diez años después fueron abolidos los señoríos en toda España. Aunque las Cortes de Cádiz así lo habían aprobado en 1811, solo fue en 1837 cuando se hizo efectiva dicha abolición.

Desde que leí el libro de Antonio Palomeque, no he dejado de ponderarlo siempre que he tenido ocasión. Pero hoy quiero destacar mi admiración por los navalmoraleños, que desde la concesión del villazgo se dieron cuenta de cómo, sin salirse de la ley, podían ahorrarse el pago del Dozabo cambiando la siembra de cereales por la plantación y el cuidado de olivos, acertando, además, con el cultivo cabal para estas tierras. 

Desaparecieron el Dozabo y los señoríos, y el aceite pasó a ser el santo y seña de Los Navalmorales. Y al decir aceite me refiero al ADOVE (Aceite De Oliva Virgen Extra), no a otros aceites cuyos humos bien merecerían no solo un Dozabo ecológico sino una nueva demostración de la inteligencia y la astucia de los navalmoraleños.       
         
Jesús Bermejo  


No hay comentarios:

Publicar un comentario