martes, 26 de mayo de 2015

Caminando junto al Manzanares



Diez de la mañana de un día de mayo de 2015. Voy en metro  hasta Príncipe Pío. Bajo hacia la explanada de acceso a la Casa de Campo y tomo la orilla derecha del Manzanares. Caminantes, ciclistas y corredores no faltan pero todo está bastante despejado. A buen ritmo voy andando y atrás van quedando el palacio Real, el puente de Segovia, San Isidro y el Calderón. El puente de Toledo, siempre sublime, lo es aún más con los rosales y parterres que lo rodean. Quedan atrás también la Arganzuela y el Matadero y los nuevos puentes sobre el río. Dejamos atrás Legazpi. La M-30 sale de sus túneles y rodea el río a a derecha e izquierda. Los espacios para andar y correr se estrechan mucho pero no desaparecen. 

Por un puente sobrevolamos el nudo sur y accedemos al Parque Lineal del Manzanares, una extensión verde considerable y muy bien ajardinada desde cuya atalaya vemos una extraordinaria panorámica de Madrid.

 Aprovecho para sentarme un rato y tomar un bocadillo. Cuadrillas de empleados cuidan el parque.




El río corre desahogado y se nos presenta en toda su ruralidad. Por su orilla izquierda, y luego por la derecha, recorro más de tres km de senda, en la que de vez en cuando aparece algún ciclista o corredor. Veo a la derecha la Caja Mágica (¡Lo que ha quedado de aquellos delirios de Olimpiada!). Más adelante, una depuradora vierte sus aguas al río doblando el cauce. Paso bajo sucesivos puentes, sobre los que van veloces coches y trenes. A pesar de ello el paseo es gratificante. 


Miro el reloj: La una y diez. A la altura del barrio de Los Rosales dejo la senda y me dirijo a la estación de cercanías de Villaverde Bajo. Cojo el tren y a los trece minutos estoy en Sol.






Si pinchas en el enlace, podrás ver la ruta seguida.





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