Un policía húngaro bloquea a unos niños refugiados en Röszke (Hungría), el 8 de septiembre de 2015. / MARKO DJURICA
Al final del año pasado, solo en
Alemania había 17.000 niños y adolescentes refugiados sin familiares, añaden
otras fuentes de la ONG, que en 2013 calculó que habían llegado 5.858 chicos y 726
chicas a Europa sin protección familiar. Algunos tuvieron incluso que pagarse
la travesía a Europa trabajando para los traficantes de personas. Un
adolescente eritreo de 16 años contó a la ONG que le obligaron a trabajar en un
campo en Libia, que le pegaban y que una noche, debido a los golpes, le
rompieron un brazo. Otro joven cayó en una red de traficantes en Turquía. El
chico acabó al timón de una barcaza hacia Grecia. Así se pagó el
billete para Europa y los traficantes no corrieron el riesgo de ser
arrestados.Los menores no acompañados son en su gran mayoría varones de entre
15 y 18 años, y viajan con amigos o hermanos, explica el representante de
Unicef en Skopje (Macedonia), Bertrand Desmoulins. Son la parte menos visible
de la tragedia de los refugiados, puesto que se mezclan con otras familias y se
confunden en la muchedumbre. En Macedonia, según cifras oficiales, los chicos
refugiados sin padres son 942, pero es probable que sean muchos más. “La
mayoría de ellos no desea que las autoridades les registren como tal. Quieren
moverse rápidamente y temen que vayan a retrasarles el viaje”, declara Kate
O'Sullivan, que trabaja para Save The Children en Grecia.
La travesía de estos chicos
perdura también en suelo europeo. “Al llegar a Grecia, duermen en campamentos
desbordados, o en calles y parques públicos, sin tener acceso suficiente a
agua, alimentos y servicios básicos. La situación en las islas griegas se ha deteriorado.
Hay miles de personas y la violencia aumenta, y los chicos están atrapados en
todo esto, tanto los que viajan solos como los que tienen familia”, explica
O'Sullivan. Según los testimonios, muchos menores en los centros de acogida
prefieren no comer durante días, o evitar ir al baño por miedo a sufrir
violaciones.
Maite Pacheco, directora de
Sensibilización y Políticas de Infancia enUnicef España, admite que en muchos casos
estos menores emigran con el permiso de los padres. Andrés Conde, director
general de Save The Children, expone las razones de esta
difícil elección: “Son adolescentes que para los padres ya son casi adultos, y
que, frente a la situación de violencia que viven en sus países, les apoyan en
su decisión de emigrar. Se trata de una decisión sumamente dolorosa para
ellos”. Conde dibuja el escenario al que se enfrentarán estos jóvenes en países
como Austria o Alemania: “El fenómeno está desbordando las capacidades de
alojamiento de los países ricos”, y, si Europa no reacciona rápidamente, estos
menores acabarán acampando en polideportivos o en estaciones de trenes y
autobuses de las ricas ciudades del norte de Europa.
La agencia de la ONU para los
menores insta a Europa a actuar de forma rápida para alojar a estos jóvenes y
garantizarle asistencia sanitaria y educativa. Las autoridades tendrán que
discernir, como con los adultos, entre los que tienen derecho a asilo y los que
emprenden el viaje por razones económicas. Pacheco puntualiza este aspecto:
“Ninguno de estos menores que viaja solo o con amigos desea emprender el viaje,
son el producto de la guerra y de la crisis que se vive en su país de origen”.
Para la dirigente de Unicef la imagen de la tragedia es una foto: unos chicos
que sujetan un cartel que dice “Por favor, parad la guerra, y no nos tendréis
en Europa”.
Como bien se puede observar en este mapa España no existe...
Pero muchos, aún sin existir entonces, no olvidamos febrero de 1939:
Y sigue y sigue la tragedia.
ResponderEliminarMe regalaron el año pasado "El mundo es redondo", de Yva Pekárkova (Ed. Metáfora) sobre los campos de internamiento de migrantes que tratan de llegar a la UE. Lo protagoniza una mujer, pero podríamos hacerlo extensivo a niños.
En fin...