Hace ahora catorce años fuimos a ver el Corpus de Camuñas. Unos días después escribí un artículo, que aquí lo reproduzco tal cual.
17 Jun 2009
En Camuñas, un pueblo de La Mancha toledana,
se celebra todos los años la representación de los Pecados y Danzantes dentro
de las ceremonias del Corpus Christi. Hoy jueves, once de junio de 2009, hemos
ido a conocer de primera mano cómo es esta fiesta y hemos quedado sorprendidos
por la singularidad y el interés de la misma, y especialmente por la vistosidad
y el magnetismo de la danza de tejer el cordón.
Aunque dicen que estas danzas son muy antiguas, no hay
documentación al respecto que lo confirme. Parece ser que en el
siglo XVI adoptaron la forma de auto sacramental, y así se
interpretan hoy, como la confrontación entre el bien y el mal. Los Pecados
llevan ricos atuendos, larga vara, y una careta roja con cuernos; representan
todo lo mundano y maligno, los pecados y defectos del hombre, emiten gritos y
alaridos y arrastran sus varas por el suelo. Los Danzantes son las virtudes y
representan al bien, llevan una careta roja nariguda y utilizan la música y la
danza en su representación.
Terminada la misa, la celebración sigue en la plaza
del Reloj del pueblo. Los Pecados lanzan una ofensiva contra el bien, y un
disparo anuncia la llegada de la Pecaílla. Después viene el Pecado
Mayor, quien, con una careta de cerdo que simboliza al demonio, acompaña su ataque
con un sonoro aullido. Luego entra en la plaza el resto del grupo y cierra El
Correa, que acaba la batalla. Después todos los Pecados caen humillados ante la
custodia.
A continuación los Danzantes comienzan a tejer
el cordón, una danza bailada al ritmo envolvente y constante del tamboril,
la porra y las sonajas, una especie de panderetas grandes con muchos aros. Las
filas están encabezadas por la Prudencia y la Justicia y
cierran el Capitán, que representa la Caridad y el Alcalde, que
representa la Esperanza. En el centro de la formación
está la Madama, un personaje femenino, representado no obstante por
un hombre, que va recorriendo las dos filas de danzantes, invitando a bailar a
éstos, uno a uno, y tomándolos tras ella para formar una larga columna cerrada
por la Caridad, operación que se repite en un tejer y destejer de bastante
complejidad.
La música persistente y monótona de las sonajas, de la
porra y del tamboril va envolviendo cada vez con más intensidad a los
danzantes, quienes como los giróvagos de Turquía, los músicos sufís o los
tambores de Calanda casi van entrando en trance al cabo de dos horas de danza y
percusión, que se rompe al final del tejer el cordón, cuando toman el relevo
los Pecados, que uno tras otro vuelven a correr, a arrastrar la vara y a
ulular, hasta que llegan al estandarte, se quitanr la careta y caen de
rodillas.
Después la procesión sigue por el pueblo, en un
sincretismo de ritos que desde el barroco están insertos en la celebración del
Corpus Christi, con las alfombras, los altares, la custodia y los cánticos
comunes a otras procesiones de este mismo día en otros lugares de España.
Mientras contemplábamos la danza de tejer el cordón,
dejamos a un lado las interpretaciones religiosas del auto sacramental, y
también las versiones antorpológicas de la lucha de la naturaleza y la
sociedad, representadas por los Pecados y los Danzantes. Sólo nos fijábamos en
dos elementos vitales de la danza: los sonidos y los pasos de baile. Ya nos
había llamado la atención el ulular de los Pecados, un ulular idéntico al de
las mujeres bereberes. Los ritmos sincopados del tambor, la percusión de la
porra y el acompañamiento de las sonajas también nos parecían ritmos
emparentados con las danzas bereberes, los músicos sufís y los danzantes giróvagos
turcos.
En el folleto que nos dieron se nos decía que se podía
llegar al éxtasis mediante el silencio, el caso de los místicos, o mediante el
ritmo repetitivo de la percusión y la danza. Y realmente algo así parecía la
danza de tejer el cordón. En otro folleto nos informaban acerca del origen
árabe del nombre Camuñas, topónimo procedente de camún, que
viene a significar toda especie de semilla que no es cereal o
legumbre; tiene el mismo origen que alcamuniya, esto es:
"el comino de comer". Y así, sin pretender crear controversia,
nos parecía que no era descabellado pensar que el origen da esta danza bien
podría estar en el folklore bereber, aquellos invasores de estas tierras en los
siglos de dominación musulmana.
La toponimia, las comidas, la agricultura, las casas,
las tejas, la cultura del agua muestran que lo árabe está muy presente aún en
la cultura española, si bien un exceso de celo hizo desaparecer todo vestigio
de ello desde que, acabada la Reconquista, la monarquía absoluta decidió
eliminar lo que no concordase con la unidad religiosa, social y política de
España. Quizá sea ésa una de las causas de que no aparezca nada relacionado con
el folklore árabe en los orígenes de estas danzas de Camuñas, quién sabe…
En fin, pensemos en la más famosa novela, El Quijote, que se desarrolla en La Mancha, topónimo árabe que significa “la altiplanicie”. Releamos el relato del morisco Ricote, en el Quijote. Analicemos por qué don Alonso Quijano comía duelos y quebrantos (huevos revueltos con torreznos) los sábados, por aquello de no parecer judío converso sino cristiano viejo. Veamos cuántas veces aparece lo árabe, lo moro, en El Quijote, cuán fresco estaba aún y qué reciente todo el pasado musulmán, cómo nos lo acerca Cervantes y con qué finura, no para ensalzarlo sino para traerlo al presente, para mostrar la realidad, lo que la gente veía y conocía.
En fin, sin querer sentar cátedra, ni mucho menos,
sólo queremos aportar esta breve reflexión acerca de lo que sentimos al ver y
oír la danza de tejer el cordón: la posibilidad de que esté emparentada con el
mundo bereber, tan lejano en el tiempo pero tan cercano en la historia de este
pueblo cuyo nombre es de origen árabe. Nuestra enhorabuena a los vecinos de
Camuñas, pues ellos (y ellas) y las generaciones anteriores han sabido
conservar estas danzas con esmero, dedicación y amor a la tradición. Quizá el
rigor y la fuerte jerarquización de las Hermandades han permitido que hayan
llegado hasta nosotros con la frescura del pasado. Por eso les damos las
gracias, por su tesón años tras año, por su dedicación una generación tras
otra.
Me ha encantado tu artículo, Jesús. Conozco Camuñas, pero nunca he visto su afamado Corpus. Es posible, así lo deseo, que esta semana me acerque por allí. Llevaré en mi mochila tus impresiones de 2009. Abrazos
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