lunes, 7 de octubre de 2024

Tres poetas y el otoño

                           

                                   Octubre

Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente,
abría el haza oscura y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.

Pensé arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,

a ver si con partirlo y con sembrarlo
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

 

Juan Ramón Jiménez:  Sonetos espirituales, 1915


                    

Amanecer de otoño


Una larga carretera 
entre grises peñascales, 
y alguna humilde pradera 
donde pacen negros toros.

Zarzas, malezas, jarales.

Está la tierra mojada 
por las gotas del rocío, 
y la alameda dorada, 
hacia la curva del río.

Tras los montes de violeta 
quebrado el primer albor: 
a la espalda la escopeta, 
entre sus galgos agudos,

caminando un cazador.

 

Antonio Machado: Campos de Castilla, 1912



El otoño se acerca

 

El otoño se acerca con muy poco ruido:

apagadas cigarras, unos grillos apenas,

defienden el reducto

de un verano obstinado en perpetuarse,

cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

Se diría que aquí no pasa nada,

pero un silencio súbito ilumina el prodigio:

ha pasado

un ángel

que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.

 

Ángel González: Otoños y otras luces, 2001

                         

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