Hoy he ido a ver la exposición de Edward Hopper en el museo Thyssen de Madrid. Recuerdo vivamente la sensación que me produjo ver, hace ya muchos años, algunas reproducciones de cuadros suyos: Sentí que me gustaba lo que veía, notaba que transmitía fuerza y emoción, una turbación como de melancolía y soledad, como de un mundo donde la comunicación con el otro no se hiciera con palabras sino con el silencio y la aparente quietud de los personajes y los paisajes.
Esas mujeres como en estado de espera o de soledad, esos hombres mirando por la ventana, esa luz y esas líneas rectas, los lugares públicos hechos privacidad, los privados que sin embargo se muestran al público, esa pareja en la cama, los veleros, la gasolinera y el hombre que está como sin esperar a nadie...
Me han gustado dos artículos sobre esta exposición. Uno de Carlos Boyero, que se adentra en la relación de Hopper con el cine, y otro de Antonio Muñoz Molina, que lo relaciona con la poesía de Williams. Si os parece, pinchad en el vídeo de Coltrane, y mientras lo oís, recrearos en esta selección de fotos de cuadros de Hopper. Y luego, si queréis, leed los artículos citados.
LLEGADA
Y, sin embargo, de algún modo uno llega
y se descubre a sí mismo
desabrochándole el vestido
en un dormitorio ajeno...
Siente cómo el otoño
deja caer sus hojas de seda y lino
por sus tobillos.
¡El cuerpo presumido y venoso emerge
enroscado sobre sí mismo
como un viento invernal...!
William C. Williams
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