Era en la tarde de un día de julio
una tarde fresca y tranquila de verano.
una tarde fresca y tranquila de verano.
Extendimos las
hamacas en la sombra
junto a la pared de
piedra del corral.
En el silencio de la
siesta,
largo y tranquilo y
sombreado,
solo se oía el leve
viento
que mecía las hojas de los chopos.
Cuando notamos un
breve escalofrío
llevamos las hamacas
hasta el hastial.
Y en el calor
calmado de las piedras
aguardamos con
pereza
que el sol se fuera
lento entre las tejas.
Antonio
Aravalle
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