En este verano imponente de calor, de tiempo
tranquilo y lento, quiero acordarme de momentos buenos pasados pero también de
los miles y miles de personas que huyen de la guerra y sus desastres, de la
miseria moral de muchos gobernantes y del egoísmo de Occidente, que mira para
otro lado sin recordar de dónde viene, de dónde procede.
Como ejemplo siniestro tomo al impresentable
Trump, un candidato republicano a la presidencia de EEUU, que quiere construir
un muro de miles de km. y echar a todas las personas que no tienen regulados
sus papeles en USA. Si saliera presidente y cumpliera sus promesas, el país
quedaría paralizado pues los millones de los que él llama sin papeles trabajan
todos y no precisamente en los mejores puestos. Más le valdría proponer el aislamiento internacional de todos los
paraísos fiscales, por ejemplo. Por cierto, me he enterado de que él es hijo de
inmigrantes, que se fueron de su país de origen por lo mismo que emigra todo el
mundo desde que este existe: por razones económicas o por las guerras y la persecución
política.
Todos podemos hacer algo; el mundo cambia con muchos pocos.
Nada hay nuevo bajo el sol. Pero uno espera
que la humanidad no se olvide de dónde viene…
Como contraste, quiero traer aquí una entrada
de mi blog de hace unos años, que se refiere a un texto escrito hace ya casi
veinte. Buen sábado a todos.
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