La investidura de Pedro Sánchez saldría adelante si se abstuvieran el PP y Ciudadanos.
Veamos tres consideraciones:
1. Los nacionalistas radicales y los populistas
Los nacionalistas radicales catalanes y vascos se
retroalimentan de otros radicales tan excluyentes como ellos, tan aparentemente
diferentes pero tan iguales, los nacionalistas españoles de Vox. Son todos
esencialistas, sólo desean convivir con sus iguales, despreciando el meollo de
la libertad y la democracia: la aceptación de los que no piensan como ellos y
el respeto hacia los demás a ser distintos y, sin embargo, iguales ante la ley.
Los nacionalistas radicales necesitan unos de los
otros, como un espermatozoide y un óvulo, de ahí que, en el auge de los
populismos, manifiesten crudamente sus intolerancias. A los nacionalistas
españoles de Vox, les sucede como a los nacionalistas radicales catalanes y
vascos, como a muchos populistas de Podemos: su programa político es dinamitar
poco a poco la Constitución de 1978.
2. Los constitucionalistas
Son constitucionalistas todos los
españoles que acatan la Constitución, y no por imperativo legal sino porque
creen en ella y la defienden. Y los diputados que los representan juran o
prometen la Constitución sin más, sin añadidos ni coletillas. Los que añaden
coletillas son diputados que tienen derecho a ser independentistas, populistas
o franquistas; tienen libertad de expresión pero, en buena lógica, debieran
permanecer fuera de los órganos del poder central.
Es verdad que la Constitución debe ser reformada y
que la España
de las Autonomías necesita renovarse, para ajustar mejor las
competencias del Estado central, las de cada Comunidad y las de las
Corporaciones Locales. Ese es un debate que va a empezar a darse, y no tanto el
de remozar los poderes de las autonomías sólo. Incluso es posible que sobren
órganos, o quizá haya que redefinir las provincias y los límites de éstas. A lo
mejor hay que afianzar más, y más claramente, competencias que sólo pueden ser
del Gobierno de España y de las Cortes. Ese debate se va a ir abriendo.
3. Votación de la investidura
Visto lo visto en estos dos
últimos meses, sería bueno para la gobernabilidad de España que todos los
diputados que acatan la Constitución (y no por imperativo legal sino porque
creen en ella y la defienden), en la sesión de investidura para Presidente del
Gobierno votasen al candidato del partido más votado, ahora el PSOE, o se
abstuvieran, con el fin de que todos los nacionalistas radicales y los
populistas quedasen en abierta oposición.
Imaginemos por un momento esta votación sobre el diputado Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno: Votos a favor: 133 (PSOE, PNV, CC, PRC y Compromís). Abstenciones: 125 (PP, Cs, N+). Votos en contra: 92 (Vox, ERC, JpC, Bildu, y Podemos). En segunda vuelta saldría adelante la candidatura.
En cuestiones de Estado siempre habría 258 votos a favor y en contra 92. Para presupuestos, habría que negociar, pero siempre habría 125 abstenciones que posibilitarían salir adelante. Mientras, los nacionalistas radicales y los populistas quedarían al margen de la gobernabilidad de España. ¡Ahí es nada!
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