Javier
Bermejo acaba de publicar un libro
titulado Ganadería diplomada. Los lectores de este blog ya
conocéis a Javi, pues las crónicas de sus maratones suelen aparecer por estas
páginas al menos dos veces cada año.
Ganadería
diplomada, novela publicada en 2019 por la
editorial Oportet, puedes encontrarla en la Casa del Libro, en El Corte Inglés, en
FNAC y en bastantes librerías españolas. También puedes
adquirirla en diversos sitios de Internet a los que puedes acceder fácilmente
buscando en Google.
Dice
Javi que llevaba ya muchos años con el libro en la cabeza y que solo le faltaba
tiempo para escribirlo con método, luchando para que fuese
exactamente lo que él quería. Ahora, ese tiempo ha llegado con su jubilación, y como Javi es una persona de palabra, el libro ya no es un proyecto, es una realidad: Ganadería diplomada.
Todo libro tiene una razón última y este la tiene también: se asienta en una experiencia personal y familiar del autor ubicada a finales de los sesenta y primeros años setenta, pero no es un libro de recuerdos ni tampoco autoficción, como se dice ahora, no. Es una novela de suspense, de intriga, un relato que desvela un episodio de corrupción en las postrimerías del franquismo. Con una eficiente dosificación, el autor nos ofrece dos narraciones complementarias, que discurren paralelas hasta confluir en el tramo final de la novela.
No voy a desvelar aquí el argumento de Ganadería diplomada porque creo que el posible lector debe abordar el libro sin más información, aunque sí quiero señalar que este se va a encontrar con unos sólidos personajes, un espacio y unas situaciones que quizá, en determinados casos, parezcan inverosímiles. Podrían parecerlo pero no lo son: ese espacio, esas relaciones y esos personajes tienen su base en una experiencia vivida por el autor, si bien algunos asuntos no hayan nacido de la propia realidad sino que sean consecuencia de su fructífera imaginación.
Todo libro tiene una razón última y este la tiene también: se asienta en una experiencia personal y familiar del autor ubicada a finales de los sesenta y primeros años setenta, pero no es un libro de recuerdos ni tampoco autoficción, como se dice ahora, no. Es una novela de suspense, de intriga, un relato que desvela un episodio de corrupción en las postrimerías del franquismo. Con una eficiente dosificación, el autor nos ofrece dos narraciones complementarias, que discurren paralelas hasta confluir en el tramo final de la novela.
No voy a desvelar aquí el argumento de Ganadería diplomada porque creo que el posible lector debe abordar el libro sin más información, aunque sí quiero señalar que este se va a encontrar con unos sólidos personajes, un espacio y unas situaciones que quizá, en determinados casos, parezcan inverosímiles. Podrían parecerlo pero no lo son: ese espacio, esas relaciones y esos personajes tienen su base en una experiencia vivida por el autor, si bien algunos asuntos no hayan nacido de la propia realidad sino que sean consecuencia de su fructífera imaginación.
Con
unos diálogos muy trabajados, los personajes van creciendo en un relato en el
que las acertadas descripciones potencian la credibilidad de la historia
contada. Y, en ocasiones, como decíamos más arriba, parecerá fruto de la
imaginación lo que no fue sino la más pura realidad: una pretendida granja
último modelo de la modernidad y de la tecnología que albergaba en su interior
un sistema de relaciones sociales muy cercano a la esclavitud, cuya expresión
alegórica sería sin duda el palacete del amo rodeado de las infraviviendas de
sus obligados súbditos.
Puede
que algunos lectores supongan que Ganadería diplomada no sea
sino un ajuste de cuentas que el autor ha tardado casi cincuenta años en pasar
a limpio. Más bien me parece a mí que lo que ofrece esta novela es la
melancolía de que todo podría haber sucedido de una forma mucho más humana,
pues aquella granja podría haber albergado familias que en ella hubieran
encontrado unas aceptables condiciones de vida y trabajo, y en la que el
negocio de sus dueños podría haber dado unos sanos beneficios económicos y
sociales. En pocas palabras: lo que el autor nos está presentando, a mi
entender, es la línea que separa el espacio de irracionalidad y primitivismo vivido de
una realidad imposible ya, pero más aceptable y más humana.
Quizá
Javier Bermejo no nos esté mostrando un ajuste de cuentas con el pasado, un
pasado que recuerda como incomprensible por su evidente irracionalidad, sino
describiendo un ya improbable proyecto de bienestar. Y, por lo tanto, Ganadería
diplomada no sería solo la disección de un episodio de corrupción en
el franquismo sino, sobre todo, una llamada de atención acerca de aquello a lo
que nunca se debería llegar, ni entonces ni ahora: la esclavitud, la usura, la soberbia y la irracionalidad.
Javier Bermejo
Bermejo ha sido profesor de Lengua y Literatura Españolas en el Instituto Isaac
Albéniz de Leganés (Madrid), y en ese centro ha desempeñado casi toda su labor docente
hasta su jubilación, que tuvo lugar en septiembre de 2016.
Además de dar clases
de Lengua, que es lo que mejor sabe hacer, Javi fue, durante muchos años, jefe
del Departamento de Lengua en su instituto. De su buen hacer solo diré una cosa: cada
principio de curso, Javi siempre era el último de los profesores de su
departamento en elegir horario; una razón de peso para darse cuenta uno de que
los horarios eran justos y equilibrados.
Si siempre disfrutó dando clases de
Lengua y Literatura, más disfrutaron los que tuvieron la suerte de ser sus
alumnos, ya fuesen de bachillerato o de la ESO, incluidos los de primero, ya
resultaran alumnos eficientes y aplicados o carecieran de habilidades sociales
positivas.
Si Javi se lo pasó bien año tras año, hasta 33, dando clases de
lengua y literatura, me consta que tanto o más disfrutó cuando durante 9 años
fue profesor de MAE (Medidas de Atención Educativa), la asignatura alternativa
a Religión. Y fue así porque, siguiendo un Plan de lectura riguroso, del que él
era coordinador y uno más de los profesores que la impartían, vio participar a
más de 2500 estudiantes en este plan de lectura. Las condiciones solo eran dos:
una, que los alumnos previamente propusieran libros para leer; y dos, que una
vez por semana, acompañados de su profesor, leyesen en la Biblioteca, y en
silencio, los libros que esos alumnos de 13 y 14 años habían propuesto. Un éxito.
Muchos profesores llegados de otros centros otros centros no acababan de
creérselo: pero así era y así fue, durante nueve años, en sus clases de MAE y en
las de los demás profesores de esta materia. Javi suele decir que ha sido su
máxima satisfacción como profesional y como amante de la lectura.
Desde hace
muchos años, al llegar el uno de noviembre, la fiesta de los Santos, Javi
dirigió, con alumnos de su instituto Isaac Albéniz, la puesta en escena de la
obra de teatro Don Juan Tenorio, de la cual es ya todo un
especialista, pues la ha montado muchas veces.
Quizá por eso, y por
su interés por las buenas lecturas de los clásicos, Javi preparó en 1993, para la
editorial Edelvives, una edición comentada del Tenorio, con su guía
de lectura correspondiente. Y lo mismo hizo en 2004, y para la misma editorial,
con El alcalde de Zalamea, de Calderón.
Por otro lado, en 1986,
obtuvo el primer galardón de la primera edición de los Premios Prensa-Escuela,
por una serie de trabajos escolares sobre el SIDA.
Además ha escrito
unas 40 crónicas de carreras en edición colectiva. Y es que así
llegamos a otra de las facetas de Javi, pues además de un profesor excelente es
un deportista nato. Si ya de pequeño era un buen jugador de fútbol, de mayor,
con 48 años, se hizo corredor: 27 maratones en 15 años
y su mejor marca, 2 horas y 59 minutos, con 51 años y 42,195 km. En
menos de tres horas. Bajar de 3 horas es la aspiración de los buenos corredores
populares, que suelen conseguir a los 36, 38 años como muy tarde. Javi suele
preguntarse ¿qué habría hecho con 35? De lo que está seguro es de que si
hubiera empezado a correr con 20 años ahora estaría con las caderas
destrozadas, eso que ha ganado por empezar tarde. Ahora está en 3 horas y 40
minutos, los años no perdonan. Pero fue el primero en su categoría en Badajoz
en 2015. Por cierto, que de esta marca se enteró cuando ya estaba en Madrid,
así que se quedó sin podium y sin premio, pero le supo igual de bien o mejor
aún.
Javi dice, con cierta guasa, que por lo visto llega tarde a todo. Ya tenía
en mente que al jubilarse iba a escribir un libro. Eso dicen muchos, pero él ya
tiene el libro acabado y publicado: Ganadería diplomada.
Y termino
con unas palabras suyas: “Todo eso que de mí se diga no sirve para nada a la
hora de leer mejor o peor, o dicho de otra manera a la hora de disfrutar más o
menos de la lectura de un libro. Cuando más he disfrutado de la lectura fue a
los 14 años, con Marcial Lafuente Estefanía, José Luis Martín Vigil
y cosas así. Sin la pasión con la que leí todo eso, no habría descubierto
después todo lo demás".
https://roblesamarillos.blogspot.com/2014/07/aquella-granja.html
https://roblesamarillos.blogspot.com/2014/07/aquella-granja.html
Se nota, Jesús, que quieres mucho a tu hermano, en primer lugar; que le admiras mucho también; y, por último, que conoces al dedillo su currículum
ResponderEliminar¡Glub! Exageraciones fraternales. Digamos que la admiración es mutua. Muchas gracias.
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