martes, 16 de julio de 2019

Ganadería diplomada, un libro de Javier Bermejo


Javier Bermejo acaba de publicar un libro titulado Ganadería diplomada. Los lectores de este blog ya conocéis a Javi, pues las crónicas de sus maratones suelen aparecer por estas páginas al menos dos veces cada año.

Ganadería diplomada, novela publicada en 2019 por la editorial Oportet, puedes encontrarla en la Casa del Libro, en El Corte Inglés, en FNAC  y en bastantes librerías españolas. También puedes adquirirla en diversos sitios de Internet a los que puedes acceder fácilmente buscando en Google.

Dice Javi que llevaba ya muchos años con el libro en la cabeza y que solo le faltaba tiempo para escribirlo con método, luchando para que fuese exactamente lo que él quería. Ahora, ese tiempo ha llegado con su jubilación, y como Javi es una persona de palabra, el libro ya no es un proyecto, es una realidad: Ganadería diplomada.

Todo libro tiene una razón última y este la tiene también: se asienta en una experiencia personal y familiar del autor ubicada a finales de los sesenta y primeros años setenta, pero no es un libro de recuerdos ni tampoco autoficción, como se dice ahora, no. Es una novela de suspense, de intriga, un relato que desvela un episodio de corrupción en las postrimerías del franquismo. Con una eficiente dosificación, el autor nos ofrece dos narraciones complementarias, que discurren paralelas hasta confluir en el tramo final de la novela. 

No voy a desvelar aquí el argumento de Ganadería diplomada porque creo que el posible lector debe abordar el libro sin más información, aunque sí quiero señalar que este se va a encontrar con unos sólidos personajes, un espacio y unas situaciones que quizá, en determinados casos, parezcan inverosímiles. Podrían parecerlo pero no lo son: ese espacio, esas relaciones y esos personajes tienen su base en una experiencia vivida por el autor, si bien algunos asuntos no hayan nacido de la propia realidad sino que sean consecuencia de su fructífera imaginación.

Con unos diálogos muy trabajados, los personajes van creciendo en un relato en el que las acertadas descripciones potencian la credibilidad de la historia contada. Y, en ocasiones, como decíamos más arriba, parecerá fruto de la imaginación lo que no fue sino la más pura realidad: una pretendida granja último modelo de la modernidad y de la tecnología que albergaba en su interior un sistema de relaciones sociales muy cercano a la esclavitud, cuya expresión alegórica sería sin duda el palacete del amo rodeado de las infraviviendas de sus obligados súbditos.

Puede que algunos lectores supongan que Ganadería diplomada no sea sino un ajuste de cuentas que el autor ha tardado casi cincuenta años en pasar a limpio. Más bien me parece a mí que lo que ofrece esta novela es la melancolía de que todo podría haber sucedido de una forma mucho más humana, pues aquella granja podría haber albergado familias que en ella hubieran encontrado unas aceptables condiciones de vida y trabajo, y en la que el negocio de sus dueños podría haber dado unos sanos beneficios económicos y sociales. En pocas palabras: lo que el autor nos está presentando, a mi entender, es la línea que separa el espacio de irracionalidad y primitivismo vivido de una realidad imposible ya, pero más aceptable y más humana.

Quizá Javier Bermejo no nos esté mostrando un ajuste de cuentas con el pasado, un pasado que recuerda como incomprensible por su evidente irracionalidad, sino describiendo un ya improbable proyecto de bienestar. Y, por lo tanto, Ganadería diplomada no sería solo la disección de un episodio de corrupción en el franquismo sino, sobre todo, una llamada de atención acerca de aquello a lo que nunca se debería llegar, ni entonces ni ahora: la esclavitud, la usura, la soberbia y la irracionalidad.

 

Javier Bermejo Bermejo ha sido profesor de Lengua y Literatura Españolas en el Instituto Isaac Albéniz de Leganés (Madrid), y en ese centro ha desempeñado casi toda su labor docente hasta su jubilación, que tuvo lugar en septiembre de 2016.

Además de dar clases de Lengua, que es lo que mejor sabe hacer, Javi fue, durante muchos años, jefe del Departamento de Lengua en su instituto. De su buen hacer solo diré una cosa: cada principio de curso, Javi siempre era el último de los profesores de su departamento en elegir horario; una razón de peso para darse cuenta uno de que los horarios eran justos y equilibrados.

Si siempre disfrutó dando clases de Lengua y Literatura, más disfrutaron los que tuvieron la suerte de ser sus alumnos, ya fuesen de bachillerato o de la ESO, incluidos los de primero, ya resultaran alumnos eficientes y aplicados o carecieran de habilidades sociales positivas.

Si Javi se lo pasó bien año tras año, hasta 33, dando clases de lengua y literatura, me consta que tanto o más disfrutó cuando durante 9 años fue profesor de MAE (Medidas de Atención Educativa), la asignatura alternativa a Religión. Y fue así porque, siguiendo un Plan de lectura riguroso, del que él era coordinador y uno más de los profesores que la impartían, vio participar a más de 2500 estudiantes en este plan de lectura. Las condiciones solo eran dos: una, que los alumnos previamente propusieran libros para leer; y dos, que una vez por semana, acompañados de su profesor, leyesen en la Biblioteca, y en silencio, los libros que esos alumnos de 13 y 14 años habían propuesto. Un éxito. Muchos profesores llegados de otros centros otros centros no acababan de creérselo: pero así era y así fue, durante nueve años, en sus clases de MAE y en las de los demás profesores de esta materia. Javi suele decir que ha sido su máxima satisfacción como profesional y como amante de la lectura.

Desde hace muchos años, al llegar el uno de noviembre, la fiesta de los Santos, Javi dirigió, con alumnos de su instituto Isaac Albéniz, la puesta en escena de la obra de teatro Don Juan Tenorio, de la cual es ya todo un especialista, pues la  ha montado muchas veces.

Quizá por eso, y por su interés por las buenas lecturas de los clásicos, Javi preparó en 1993, para la editorial Edelvives, una edición comentada del Tenorio, con su guía de lectura correspondiente. Y lo mismo hizo en 2004, y para la misma editorial, con El alcalde de Zalamea, de Calderón.

Por otro lado, en 1986, obtuvo el primer galardón de la primera edición de los Premios Prensa-Escuela, por una serie de trabajos escolares sobre el SIDA.

Además ha escrito unas  40 crónicas de carreras en edición colectiva. Y es que así llegamos a otra de las facetas de Javi, pues además de un profesor excelente es un deportista nato. Si ya de pequeño era un buen jugador de fútbol, de mayor, con 48 años, se hizo corredor: 27 maratones en 15 años y su mejor marca, 2 horas y 59 minutos, con 51 años y 42,195 km. En menos de tres horas. Bajar de 3 horas es la aspiración de los buenos corredores populares, que suelen conseguir a los 36, 38 años como muy tarde. Javi suele preguntarse ¿qué habría hecho con 35? De lo que está seguro es de que si hubiera empezado a correr con 20 años ahora estaría con las caderas destrozadas, eso que ha ganado por empezar tarde. Ahora está en 3 horas y 40 minutos, los años no perdonan. Pero fue el primero en su categoría en Badajoz en 2015. Por cierto, que de esta marca se enteró cuando ya estaba en Madrid, así que se quedó sin podium y sin premio, pero le supo igual de bien o mejor aún.

Javi dice, con cierta guasa, que por lo visto llega tarde a todo. Ya tenía en mente que al jubilarse iba a escribir un libro. Eso dicen muchos, pero él ya tiene el libro acabado y publicado: Ganadería diplomada.

Y termino con unas palabras suyas: “Todo eso que de mí se diga no sirve para nada a la hora de leer mejor o peor, o dicho de otra manera a la hora de disfrutar más o menos de la lectura de un libro. Cuando más he disfrutado de la lectura fue a los 14 años, con Marcial Lafuente Estefanía, José Luis Martín Vigil y cosas así. Sin la pasión con la que leí todo eso, no habría descubierto después todo lo demás". 



https://roblesamarillos.blogspot.com/2014/07/aquella-granja.html

 

2 comentarios:

  1. Se nota, Jesús, que quieres mucho a tu hermano, en primer lugar; que le admiras mucho también; y, por último, que conoces al dedillo su currículum

    ResponderEliminar
  2. ¡Glub! Exageraciones fraternales. Digamos que la admiración es mutua. Muchas gracias.

    ResponderEliminar