Traigo aquí un texto que subí al blog en
2012. Me sigue gustando mucho. Y lo acompaño de otro post de 2009, también relacionado con lobos y personas.
Alobarse
“En estos días
de invierno estoy releyendo el libro Judíos, moros y cristianos,
de Camilo José Cela. Me ha impresionado, de nuevo, el episodio
en el que se nos cuenta el caso de un mozo que, caminando por la noche, se
alobó.
Un día después
de leer ese texto fui a ver a mi padre. Le pregunté, mientras tomábamos un café
junto a su mesa camilla, si conocía la palabra alobarse. No la
conocía pero me contó una historia. Traigo aquí el texto de Cela y la historia
de mi padre.”
El texto de
Cela
“El caminante,
ni ve ni escucha al lobo. El caminante va silbando, va tranquilo, por el
senderillo. A lo mejor, el caminante piensa en el fuego de su cocina, que arde
entre dos piedras y no se apaga en toda la noche. Se está a gusto sentado en el
escabel, al lado del fuego de la cocina, ya mortecino pero aún calentador,
descabezando el último sueñecico de la madrugada, con el gato al lado y un
cuenco de leche tibia esperando. La noche está algo dura, pero el caminante, la
boina calada, las manos en los bolsillos, la bufanda de tres vueltas
guardándole el aliento, se defiende pisando, bien pisado, el suelo. El
caminante, ¿qué le ha sucedido?, de repente tiene miedo. El caminante ni ve ni
escucha al lobo. El caminante nota que un tiritón le corre por el espaldar. El
caminante alerta la vista y aguza el oído. No; el caminante ni ve ni escucha al
lobo. Al caminante la frente le suda frío, las carnes le tiemblan, el cabello
se le eriza, el corazón parece como desbocársele. Al caminante le golpea la
sangre en las sienes. El caminante se vuelve y allí está el lobo, con los ojos
como carbunclos, la boca abierta enseñando el colmillo poderoso, la lengua
fuera, el pecho fuerte, el espinazo hirsuto. El caminante se alobó.
-Un
servidor piensa que es como para desorientarse, ¿verdad usted?, y el que se
desorienta… ¡malo!
Para el
vagabundo, y para las gentes de Ávila de quienes lo aprendió, esto de alobarse
es como una inmediata adivinación del lobo, algo así como saber al lobo con el
alma antes de que con los sentidos. Al alobado, le suele avisar el canguelo; en
este entendimiento lo decía el pastor muchacho del camino de Bohoyo.
-Pero con
un buen mastín! Por aquí no hay buenos mastines, criar un mastín vale un riñón…
Eso es para ricos…
El lobo ataca
sin avisar a las mujeres y a los niños, se conoce que prefiere ir más sobre
seguro. A los hombres los aloba, antes. Alobarse también puede ser encogérsele
a uno el ombligo ante el lobo, como al pajarito ante la serpiente. El caminante
ve al lobo, que está sentado sobre los cuartos de atrás, tan flamenco. El
caminante que tiene ya muchas noches de lobos en la memoria, sabe que su papel
es no dar la espalda.
-¡To, lobo!
¡To, lobito, lobo! ¡To lobo!
El lobo lo deja
pasar sin tocarle. El caminante confía en que la palabra lo escude. A nadie se
le ocurre pegarle un palo al lobo, de buenas a primeras.
-¡To, lobo!
¡To, lobito, lobo!
El lobo
comienza a seguir al caminante por veredas y prados, por desgalgaderos y
relejes y trochas. No caen cerca ni el poblado ni el pinar, y el lobo, que es
un buen táctico del monte y de la nava, jamás ataca a destiempo. El caminante
no vuelve la cabeza. El caminante habla procurando templar la voz.
-¡To, lobo!
¡To, lobito!
El lobo da una
corta carrera - ¡ay, el trote lobero estremecedor! – y pasa pegado al
caminante; tan pegado que, al pasar, le pega con el rabo, suave, suave, en las
piernas. El caminante fuerza por mantener la voluntad.
-¡To, lobo,
to…!
El lobo lo
espera, veinte pasos más adelante, para repetir la maniobra, dos, tres, cinco
veces, las que haga falta; todo es cuestión de paciencia. El caminante sabe que
si aguanta hasta las primeras luces del alba, está salvado; el lobo huye con el
día.
-¡To, lobo…!
El caminante, a
la segunda, a la tercera, a la quinta vez, ¿qué más da, si todo es cuestión de
paciencia?, siente flaquear las piernas, ve turbia la estrella que veía clara,
nota un tembleque en la voz. El caminante quema su último fervor, ya
desesperado.
-¡To…!
El lobo vuelve
a la carga, gruñendo raramente, extrañamente, regocijadamente.
-¡Ah!
El caminante,
con su postrer aliento, se derrumba. El caminante se alobó. El lobo se echa
sobre el caminante y lo mata de un bocado en el cuello. Es muy rápido el lobo,
muy limpio para matar. El caminante, que sufrió con el alma mientras aún de pie
y caminando, agonizaba, casi ni nota dolor en el cuerpo, en el instante de
morir.
-¿Y si se sube
a un árbol?
- No le da
tiempo; si prueba a subirse a un árbol, como si intenta guarecerse en las casas
o en el pinar, el lobo le presenta batalla.
El chucho Morito, con las orejas enhiestas, no perdía detalle.
Si viene de hambre o en compañía, el lobo también va a la guerra con derechura y sin mayor cuidado ni preparación. A Morito, como de San Roque, se le fue el hilo por distraerse persiguiendo a la pintada mariposa.
El chucho Morito, con las orejas enhiestas, no perdía detalle.
Si viene de hambre o en compañía, el lobo también va a la guerra con derechura y sin mayor cuidado ni preparación. A Morito, como de San Roque, se le fue el hilo por distraerse persiguiendo a la pintada mariposa.
Los animales no
se aloban, sólo se aloba el hombre. La oveja se entrega; se le vidrian los
ojos, se le engrasa el hocico y se entrega. La cabra huye monte arriba, a las
peñas a las que no llega el lobo. Las vacas forman un redondel, culo con culo
y reciben al lobo a cornadas. Las yeguas también pintan la rueda, cara con
cara, y saludan la lobo a coces. Las vacas y las yeguas guardan, con sus
cuerpos y en medio del aro, al ternero y al potrillo. El lobo brinca para
morder a las vacas en la ubre y a las yeguas detrás de la oreja, donde
nace la crin. El perro, pelea.”
La historia de mi padre
Como decía
antes, le pregunté a mi padre, recién releído el texto de Cela, si se usaba en
el pueblo la palabra alobarse y me dijo que él no la había
oído. Y luego me contó una historia.
"En mis
tiempos sí había bastantes lobos cerca del pueblo. Había muchas
vacas y ovejas y cabras, entonces abundaban, no como ahora.
Un día de junio
las vacas nuestras, con los chotos y los terneros, se presentaron en el
pueblo. Se habían escapado del Llano Mayor, junto a la sierra.
Al ojear el camino, vimos que a uno de los chotos lo habían matado los
lobos en la cerca Marigonzal, cuando venían al pueblo por la
mañana. Se conoce que los lobos estuvieron rondándolas y por eso se escaparon.
Esa noche las
vacas durmieron en el pueblo, pero a la mañana siguiente las llevamos de nuevo
al Llano Mayor. Cuando fuimos a asomarnos al otro día, las vacas no estaban en
el prado. Se habían escapado pero ya no volvieron al pueblo; se fueron por el
cordel a Extremadura, a la dehesa donde habían estado el invierno
anterior. Las pudimos pillar con los caballos ya cerca de Plasencia..."
(-¡To, lobo!
¡To, lobito, lobo! )
Romance de la loba parda
Siempre me ha gustado el romance de La loba parda. Parece una
historia realista pero tiene un toque fantástico. El pastor, la loba y los
perros establecen un diálogo creíble, pero a la vez imposible. De tan sencillo
y popular, este romance es la depuración misma del Romancero y en sus cientos
de versiones, desde Extremadura a Soria, pasando por Segovia y Ávila, desde La
Rioja a Toledo, desde Asturias y León a las dehesas de Badajoz, cuando cantan
La loba parda los más viejos del lugar, pocos ya, sobrecoge oír nuestra
tradición venida directamente del fondo de los tiempos.
Viendo la Exposición del colegio Estudio de Madrid, en la
Residencia de Estudiantes, observé que tenían escrito con tiza escolar, en uno
de los paneles, el romance de La loba parda. La directora del colegio, Jimena
Menéndez Pidal, encontró en su centro el lugar adecuado para estimular a los
alumnos en el estudio y admiración de la tradición oral. Y en ese romance,
escrito con tiza en la pared, me pareció ver el mejor resumen de aquel centro
singular en plena posguerra, donde había coeducación, escuela activa y
libertad.
Traigo aquí, en primer lugar, una versión recogida por Ramón
Ménéndez Pidal, la más depurada de las que encontró. Luego, os sugiero oír la
versión cantada por Joaquín Díaz mientras váis leyendo la letra por él
recogida. También incluyo una tercera versión, recogida por María Victoria
Navas en Los Navalmorales (Toledo), como homenaje a todos los que han buscado
romances por tantos pueblos de España, pues ellos y ellas han hecho posible que
la rica tradición oral de nuestro país esté a salvo, para conocimiento y
estudio de las generaciones presentes y venideras.
Versión recogida por Ramón Menéndez Pidal
Estando
yo en la mi choza pintando la mi cayada,
las cabrillas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes cuál entrará a la majada;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como punta de navaja.
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio, sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra, nieta de la orejisana,
las cabrillas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes cuál entrará a la majada;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como punta de navaja.
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio, sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra, nieta de la orejisana,
la que
tenían mis amos para el domingo de Pascua.
Los
perros tras de la loba las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito la loba ya va cansada.
siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito la loba ya va cansada.
-¡Tomad,
perros, la borrega, sana y buena, como estaba!
-¡No
queremos la borrega, de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra;
el rabo para correas, para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón, para meter las cucharas;
las tripas, para vihuelas para que bailen las damas!-
que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra;
el rabo para correas, para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón, para meter las cucharas;
las tripas, para vihuelas para que bailen las damas!-
Versión recogida y cantada por Joaquín Díaz
Estando
yo en la mi choza pintando la mi cayada,
las estrellas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes a ver a quién le tocaba;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como puntas de navaja.
las estrellas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes a ver a quién le tocaba;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como puntas de navaja.
-¿Dónde
vas, loba maldita, a dónde vas, loba malvada!-
-¡Voy por
la mejor borrega que tengas en la majada!-
Dio tres
vueltas al redil y no pudo sacar nada,
y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca.
-¡Aquí, mis siete cachorros! ¡Arriba, perra guardiana!,
y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca.
-¡Aquí, mis siete cachorros! ¡Arriba, perra guardiana!,
Que si me
matáis la loba, la cena tenéis doblada,
y si no
me la matáis, cenaréis de mi cayada-.
Los
perros tras de la loba las uñas se esmigajaban;
siete
leguas la corrieron por vegas y por montañas.
Al subir
un alto cerro por una sierra muy agria
le dan
unos pechugones que en vilo la levantaban.
Al saltar
un arroyuelo la loba ya va cansada.
-¡Tomad,
perros, la borrega, buena y sana, como estaba!-
-¡No
queremos la borrega, de tu boca alobadada,
que
queremos tu pelleja 'pa' el pastor una zamarra;
de tu
cabeza, un zurrón para guardar las cucharas;
de tus
orejas, pendientes y de tus patas, polainas;
las
tripas, para vihuelas, para que bailen las damas!-
Versión recogida por María Victoria Navas en
Los Navalmorales (Toledo)
Transcripción musical: Rafael Cabrera.
Informantes: Joaquín García, Dimas Gómez y
Angelita Campillo
Y estando
un pastor en vela remendando su zamarra,
vio de
venir siete lobos y en medio la loba parda.
-¡No te
arrimes, no te arrimes, no te arrimes, loba parda,
que tengo
siete cachorros y la perra trujillana
y el
perrito de los hierros, que para ti sola basta!-
Dio tres
vueltas a la red y no pudo sacar nada;
y volvió a dar otras tres, sacó una cordera blanca,
que la tenían sus amos para celebrar la pascua.
y volvió a dar otras tres, sacó una cordera blanca,
que la tenían sus amos para celebrar la pascua.
-¡Si me
la traéis aquí, la cena tendréis doblada,
siete
calderos de leche y otros siete de cuajada;
y si no
me la traéis, con lo gordo de la vara!-
La
corrieron siete leguas por una larga montaña,
la
corrieron otras siete por una tierra muy agria,
y al entrar
en la lobera, la agarró la trujillana.
-¿Suéltame,
trujillanita, suéltame, perrita mala,
yo te
daré tu cordera buena y sana, como estaba!-
-¡Yo no
quiero la cordera de tus dientes machucada,
lo que
quiero es tu pellica ‘pa’ el pastor una zamarra,
los dientes, para pendientes para las niñas del ama,
los dientes, para pendientes para las niñas del ama,
las
patas, ‘pa’ cucharero para colgar las cucharas
y el rabo
‘pa’ una correa, para atacarme las bragas!-
Dos posdatas
Marzo, 2012
Comentario de Carmen Miranda
Respecto de los lobos en el Puerto, Julio me ha explicado como, al amor de la lumbre, abuelo Ríos explicaba, entre otras muchas cosas, el impacto que producía el lobo en las personas cuando lo veían: se les erizaba el vello. Quizás fuera una consecuencia del miedo que producía la presencia del lobo. Por aquel tiempo, la vida en los prados era muy intensa y en casa cuentan las aventuras de un perro valiente que tenían, y que seguro que conociste, que se enfrentaba a los lobos cuando iban a atacar a las vacas en los prados. ¡Qué hermosos tiempos de historias junto a lumbre!!
De alumnos, profes y romances
En estos días estoy trabajando con mis alumnos una unidad referida a las leyendas. El texto que damos refiere un asunto de lobos, con toque fantástico. Aprovechando que en clase tenemos una pizarra digital, y que todos tienen internet en su casa, les presenté en el blog de clase el "Romance de la loba parda", que hace tiempo traje aquí. Os dejo un enlace para ese blog con mis alumnos.
Era muy interesante, esta mañana en clase de Lengua, ver cómo sonreían con los dibujos de cómic del romance, cantado por Joaquín Díaz. Y resultó gratificante ver la cara de interés al ir copiando en su cuaderno el romance completo. Algunos se lo aprenderán, incluso cantado, claro. Eso sí, siempre les tengo que decir: quien lo copie completo, un positivo; quien traiga hecho el vocabulario, otro. Y ahí los tienes, luchando con el diccionario para saber qué es una vihuela o a qué se le llama majada o cayada.
Mis alumnos son de 1º de ESO, doce, trece años. El otro día pregunté en clase si sabían quién era Charles Chaplin, Charlot. Nadie respondió, nunca habían visto nada de él hasta que les puse en clase el fragmento del globo en "El gran dictador".
En fin, aventuras del instituto...
De alumnos, profes y romances
En estos días estoy trabajando con mis alumnos una unidad referida a las leyendas. El texto que damos refiere un asunto de lobos, con toque fantástico. Aprovechando que en clase tenemos una pizarra digital, y que todos tienen internet en su casa, les presenté en el blog de clase el "Romance de la loba parda", que hace tiempo traje aquí. Os dejo un enlace para ese blog con mis alumnos.
Era muy interesante, esta mañana en clase de Lengua, ver cómo sonreían con los dibujos de cómic del romance, cantado por Joaquín Díaz. Y resultó gratificante ver la cara de interés al ir copiando en su cuaderno el romance completo. Algunos se lo aprenderán, incluso cantado, claro. Eso sí, siempre les tengo que decir: quien lo copie completo, un positivo; quien traiga hecho el vocabulario, otro. Y ahí los tienes, luchando con el diccionario para saber qué es una vihuela o a qué se le llama majada o cayada.
Mis alumnos son de 1º de ESO, doce, trece años. El otro día pregunté en clase si sabían quién era Charles Chaplin, Charlot. Nadie respondió, nunca habían visto nada de él hasta que les puse en clase el fragmento del globo en "El gran dictador".
En fin, aventuras del instituto...
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