Otra carrera de Javi, mi hermano, esta vez en Donosti-San Sebastián. Y van...
Al hilo de la carrera nos quedamos con las ganas de conocer el contenido de esas cartas que aparecen en manos del corredor la víspera del evento. Lo que sí sabemos es que cartas y carrera van unidas porque así lo ha deparado el destino. Enhorabuena a Javi, una vez más, y ánimo para seguir a diario.
PRELUDIO
Correr una media maratón en Donosti, aunque sea bajo la
amenaza de la tormenta Cecilia, no da
derecho a crónica (ni a ninguna otra cosa, según dejó establecido en su día el
gran Pipilutxi, y con razón). Sin embargo, hay circunstancias que podrían
justificar el delito. Este podría ser uno de esos casos. Esperemos que el
personal así lo considere
ANDANTE MAESTOSO
El reo ha vivido veinticuatro horas antes un encuentro
peculiar. Retrocedamos un poco: unos meses antes del encuentro, se ha publicado
una historia en la que se relatan hechos del entorno del reo acontecidos casi
medio siglo atrás. Por algún capricho del destino, esa historia ha llegado a
manos de un viejo amigo del reo, un amigo de aquel pasado remoto al que no ha
vuelto a ver en cuarenta y ocho años y que por alguna coincidencia rara
conserva tres cartas escritas por el reo entre octubre de 1971 y abril de 1972,
tres cartas que el reo leerá esa misma noche tras la preceptiva fotos de
corredores y familiares en el escaparate de Pronovias, una tradición que el
propio Pipilutxi inauguró illo tempore
y que luego ha traicionado en más de una ocasión sin pedir excusas. No vamos a
entrar en detalles, pero digamos que aquella historia que se publicó con el
título de Ganadería diplomada encuentra
en esas cartas el colofón que posiblemente le falte al original. Concretemos: el
chico que arrastraba una maleta por las calles de Pamplona, rumiando su
particular peripecia, aparece unos meses más tarde en Madrid como un náufrago sin
rumbo, vamos a decirlo de un modo más o menos elegante.
AGITATO
Sobra decir que el reo apenas duerme en esa noche previa a la
carrera, porque raramente los ahogados vuelven a la superficie para contarnos
sus impresiones del viaje. Por cierto, durante toda la madrugada, la lluvia y el
viento asociados a Cecilia han
seguido azotando la ciudad sin tregua, seguramente para dar color a la historia.
ALLEGRO MA NON TROPPO
Con esa banda sonora en los oídos, el reo se coloca en la
línea de salida. Afortunadamente, la lluvia y el viento se han acostado un rato
antes, un gesto que los corredores interpretan como indicio de buenos augurios.
Y en efecto, los dos primeros kilómetros transcurren con la tranquilidad que cualquiera
puede desear en los compases iniciales de la prueba.
LARGO
Claro que, como puede adivinarse, la procesión va por dentro;
y no hay procesión sin las preceptivas paradas para elevar preces al santo que
corresponda, en este caso san Pu(l)silánime. Exactamente, cuatro paradas: a
razón de cuarenta y cinco segundos de media por parada, son tres minutos
perdidos entre el segundo kilómetro y el tercero; tres minutos viendo pasar a
cientos de corredores; tres minutos que sitúan al reo a cola del pelotón; tres
minutos que se convierten en una losa; tanto, que el reo se plantea, una vez
más, abandonar la aventura.
ADAGIO
Correr, con la amenaza de abandono por circunstancias que uno
no es capaz de controlar, es una vaina. Pero este juego es así, el reo lo sabe.
Pasito a paso, logrará ir remontando puestos, siempre con la mosca tras la
oreja y asumiendo que nada de lo que había calculado se va a cumplir. Pero
bueno, por lo menos no llueve, y el cuerpo ha decidido volver a la rutina.
MODERATO
Hay gente a la que le incomoda la rutina, pero al reo le
ocurre lo contrario desde hace un tiempo, de modo que ahí lo tenemos en busca
de un ritmo que le permita ir sorteando corredores sin demasiado gasto, brujuleando
de izquierda a derecha entre hojas de hayas, hojas de olmos de Siberia y hojas de
ginkgos orientales que se apelotonan en los márgenes de la calzada. Un cachirulo
urbano informa: viento en calma; humedad relativa del aire, noventa y siete por
ciento. El reo se plantea si tanta humedad puede ser buena para este negocio,
pero no le da más importancia al asunto, porque ahora lo que quiere es,
simplemente, correr.
ALLEGRO VIVACE
Ya quedó atrás la Concha, donde anoche mismo soplaban ráfagas de
ciento treinta kilómetros por hora, y donde ahora mismo nadan tres o cuatro
figuras borrosas que insisten en su empeño de llegar hasta la isla de santa
Clara (destino clásico de suicidas donostiarras) para cumplir alguna promesa
inconfesable. El reo, por su parte, parece haber digerido su ración de apuros y
se propone adelantar al numeroso grupo de corredores que siguen al globo de una
hora y tres cuartos. Como el pelotón es grueso, y la calle estrecha, el reo se
ve obligado a subir repetidas veces al bordillo, húmedo y resbaladizo, claro,
toda una promesa de esquince con la que se empeña en coquetear durante un par
de kilómetros, los que tarda en dejar atrás a la turba de corredores que
avanzan al ritmo que les marca la liebre.
PRESTO
Quedan cinco kilómetros. El reo calcula que ha remontado unos
doscientos puestos, pero de nada sirve, porque su carrera está perdida de
antemano. Solo le queda disfrutar un poco, intentarlo al menos. Y a eso se aplica
en la medida en que se lo permiten sus fuerzas, con la seguridad de que de ahí
a meta no le va a fallar la víscera, porque caprichosa es, ya lo sabemos, pero
también sabe ser leal. Calle Easo arriba, el reo sigue incrementando el ritmo
para llegar al kilómetro veinte con opciones de alcanzar la más modesta de sus
previsiones. Lo va a intentar. No es gran cosa, pero es suficiente, y el chico
de la maleta está de acuerdo.
RESULTADOS
Puesto: 962
Tiempo neto: 01:44:48
Ritmo: 4:58
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