De aquel bachillerato elemental que cursé entre 1962 y 1966 en un colegio de Madrid, las clases que más me gustaban eran las de lengua y las de geografía. Don Inocencio, un profesor activo y sabio, nos obligaba a confeccionar un cuaderno con mapas hechos a mano y una selección de datos de cada país. Ese cuaderno de geografía fue a parar al desván de la casa del pueblo, a un armario donde mi madre iba colocando todos mis libros y cuadernos cuando terminaba cada curso.
Muchos años
después, revisando con algo de melancolía aquel armario, la mano se me fue al
cuaderno de las tapas rojas, aquel que preparé con don Inocencio cuando tenía doce
años. Hace algún tiempo lo llevé a la imprenta para que lo protegieran un poco,
pues merecía la pena guardarlo con esmero.
Al
hojearlo siempre me vienen a la cabeza aquellos ratos en los que íbamos a las
agencias de viajes de la plaza de España de Madrid para que nos diesen
folletos, de los que sacaríamos las ilustraciones para nuestro cuaderno.
Después, elegir, recortar y pegar.
Es
verdad que desde 1963 muchos han sido los límites de países que han cambiado y
también todos los datos de población y de economía. Pero aquel cuaderno
me ubicó en el mundo. Eso no ha cambiado. Gracias a don Inocencio. Y a nuestra
ilusión por hacer las cosas bien.
En mis clases de 1º de ESO a lo largo de los años
propuse a mis alumnos copiar y comentar un poema de Concha Méndez a propósito
de este asunto. Aquí lo traigo:
Los mapas de la escuela,
todos tenían
mar,
todos tenían tierra.
¡Yo sentía un afán
por ir a recorrerla!…
Soñaba el corazón
con mares y fronteras,
con islas de coral
y misteriosas selvas…
Soñaba el corazón…
¡Oh, sueños de la escuela!
Concha Méndez
https://literaturadelsigloxxenvalmayor.wordpress.com/tag/concha-mendez/
Ese mapa es una mina...
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