En este blog,
que tiene más de quince años, acostumbro a subir fotografías, textos literarios
propios y ajenos, viajes, caminatas, asuntos de tipo artístico, de cine, de
teatro, costumbres y anécdotas. De cuando en cuando, subo algún artículo de
tipo político que leo en la prensa y, en algunos casos, incluyo opiniones
propias sobre un asunto candente.
Respecto de la
situación actual, siento cierta fatiga por el comportamiento crispado de una
parte de la población, que viene de antes de la pandemia, y dura y dura,
crispación sin duda inducida por responsables políticos que no quieren
reconocer los resultados electorales de las elecciones, también de las últimas,
las de julio (las encuestas les habían dicho que iban a ganar y se equivocaron).
Además, hay en
España un partido, VOX, que es un peligro para la democracia, por su programa y
por su comportamiento. Un partido que afirma que el gobierno de Pedro Sánchez
es el peor de España de los últimos ochenta años; es decir, que los gobiernos
de la dictadura franquista eran mejores que el actual, qué cosas hay que oír. Un
partido cuyo presidente llama asesino al presidente, felón, dictador, ilegítimo
y otras muchas lindezas, amparándose en su inmunidad parlamentaria.
Por otro lado,
las alianzas del PSOE y Sumar con PNV, Bloque, Junts, ERC, Bildu, me preocupan
y preferiría que no tuvieran lugar, pero los resultados electorales son así,
una y otra vez. Algunos hablan de un apoyo mutuo PP y PSOE. Hubo una ocasión en
la que el PSOE se abstuvo, para que Mariano Rajoy fuese presidente. El PSOE se
rompió. Y el PP nunca se lo agradeció.
Ahora, el PP
no ha podido formar gobierno con Vox, no les daba, no eran mayoría absoluta y
el PP no pudo pactar con nadie más, ellos sabrán bien por qué.
El PSOE intenta pactar con los independentistas y nacionalistas para llegar a la mayoría absoluta. ¿Qué hacer? Pues intentar esa mayoría y hacer de la necesidad virtud, integrar a los independentistas en el sistema, aunque no quieran sino salirse de él. Y ahí llega la amnistía.
En mi opinión, los problemas de España vienen de tres grandes fiascos, los tres tienen que ver con el dinero, poderoso caballero, aunque luego todo se adorne de banderas y soflamas, tres grandes fiascos: el 3% catalán, la Gurtel y la crisis económica.
El 3%, la gran corrupción económica en Cataluña, llevó a los gobiernos nacionalistas a querer taparlo y ocultarlo activando el procés. Y ese procés, con un PP en el gobierno central que no hizo nada por pararlo, llevó a la declaración unilateral de independencia, a una grave crisis en Cataluña, y a la aplicación del 155 de la Constitución. Y nuevas elecciones en Cataluña y nuevo gobierno independentista. De aquellos polvos, estos lodos.
La corrupción de la Gurtel llevó al gobierno de Rajoy a una gran crisis, y a una moción de censura triunfante. En lugar de reconocerlo y haber dimitido, prefirieron declarar ilegítimo al gobierno de Pedro Sánchez. Y no han cejado.
Y la crisis
económica de 2008, que afectó a toda la población menos a las clases altas y a los
bancos, ocasionó el nacimiento del 15M y lo que vino después. Y vinieron
diversos procesos electorales muy complejos, nuevos partidos, y un Gobierno de
Pedro Sánchez que tuvo que afrontar la crisis económica derivada de la pandemia,
la propia pandemia y una deslegitimación permanente desde la ultraderecha y
desde la derecha y tantas cosas más. Y aquel gobierno de Sánchez lo hizo
razonablemente bien desde el punto de vista económico, social y cívico.
Después,
hubo elecciones locales y autonómicas, en las que triunfó el PP, quien, aliado
con los ultraderechistas, formó gobierno en muchas comunidades, recortando
derechos civiles y presupuestos sociales.
Y en julio,
hubo unas elecciones generales que la derecha daba por ganadas y en las que, a
pesar de que el PP fue el partido más votado, no pudo formar gobierno, ni
siquiera ayudado por la ultraderecha. Es entonces la ocasión de Pedro Sánchez,
del PSOE y de Sumar, de buscar pactos con nacionalistas e
independentistas. Y ahí estamos, en esas negociaciones. No me caigo del guindo
si digo que si el PSOE no necesitara los votos de los independentistas no
habría amnistía ahora mismo, ni hubiera habido indultos y reformas del código
penal. Pero la política es el arte de lo posible, no de lo deseable. Y, a
veces, requiere de políticos intrépidos como Suárez o Sánchez. En su día
González hizo su pirula, con lo de LA OTAN. Y Aznar, con lo del Movimiento de
Liberación Vasco para referirse a ETA. Y, pienso que, era lo que había que
hacer, no lo niego.
Desde hace dos
meses, la presión al PSOE para que no gobierne ni pacte es continua y feroz, e
intervienen poderes económicos, parte del estamento judicial, la potente prensa
conservadora, redes sociales, parte de la iglesia católica, los gobiernos
autonómicos conservadores y hasta despachos de abogados y notarios de alta
alcurnia. Y, por supuesto, el Partido Popular y VOX. Y este partido, a
través de una entidad alegal, Revuelta, unida a entidades
fascistas como Democracia Nacional, Falange o Desokupa, está patrocinando las manifestaciones violentas ante las
sedes del PSOE, noche tras noche, doce noches, sobre todo en la calle de Ferraz
de Madrid.
Es lícito, y es
democrático, oponerse a la futura ley de amnistía, incluso a la investidura,
faltaría más. El límite, para mí, está en tres ejes: uno, no se puede tolerar
la violencia bajo ningún concepto, ni ampararla, ni disculparla. Dos, no se
pueden utilizar instituciones del Estado para hacer oposición política (el
ejemplo es el esperpento de lo que queda del Consejo G del P Judicial). Tres:
es un atrevimiento oponerse a una ley sin que se conozca su texto propositivo,
porque además de atrevido se puede hacer el ridículo.
El ridículo ya
lo hicieron en su día los dirigentes del Procés, quienes, para tapar el
escándalo del 3%, abrieron un proceso que solo llevó al abismo y una crisis
descomunal de la que apenas se está saliendo.
Y el ridículo lo están haciendo quienes, subidos en el caballo del antisanchismo, no quieren reconocer la constitucionalidad y el proceso democrático de la actual investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno.
En estos días,
preparé dos breves cartas a El País, ninguna publicada, pues habrán llegado a
ese periódico miles y miles. Yo preparé dos, una sobre la amnistía. Otra, sobre
las manifestaciones en Ferraz, la sede central del PSOE. Ahí van las dos.
Primera carta
Amnistías
En 1977, el
Congreso de los, Diputados aprobó una ley de amnistía, que se aplicó a las
víctimas de la dictadura, pero también a sus victimarios. El artículo
segundo f de dicha ley decía así: “Están comprendidos en la amnistía los
delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el
ejercicio de los derechos de las personas”. Es decir, quedaron amnistiados el
preso político Marcelino Camacho, pero también el policía de la brigada
Político-Social Sánchez Pacheco (un delincuente según la ley democrática, que
nunca se arrepintió, al contrario, siguió recibiendo su sueldo y sus
condecoraciones).
En 2023, acaba
de entrar en el Congreso de los Diputados una proposición de ley de amnistía
referida al procés. Se aplicará estrictamente a las personas que delinquieron
en dicho proceso.
¿Para qué
sirve una amnistía? Pues en 1977 para aplicársela a las víctimas de la
dictadura y también a sus victimarios, y así abrir un periodo de democracia en
España.
Y en 2023,
¿para qué sirve? para aplicársela a un conjunto de personas que han delinquido
y que el poder legislativo considera que, aplicándosela, se podría enderezar
una situación política.
Reflexión que hoy añado a la carta enviada
Una amnistía,
por su misma esencia, genera mucho rechazo, ya que se aplica a personas que se
han saltado la ley. Pero se la considera políticamente benéfica pues posibilita
la convivencia ciudadana.
En la
dictadura, muchos, muchos que se saltaron la ley franquista, fueron condenados, y la amnistía del 77 los exhoneró, limpió su ficha judicial. Y eso generó una
inmensa alegría entre los ciudadanos españoles demócratas, no así entre los
franquistas. Dicha amnistía también exhoneró a muchos, muchos funcionarios que,
de acuerdo con las leyes democráticas, cometieron todo tipo de delitos
(amparados por las leyes de la dictadura) Y eso generó una inmensa decepción entre
los ciudadanos españoles demócratas, no así entre los franquistas, que lo
vieron bien. Solemos acordarnos de la salida de Camacho de la cárcel,
amnistiado. Pero preferimos no recordar al asesino Pacheco, Willy el Niño,
amnistiado también en 1977. O a etarras que también fueron amnistiados
entonces.
En el procés de 2017 muchas autoridades se saltaron la ley: la amnistía de 2023 los va a exhonerar. Ahora se amnistía a Puigdemont, a Oriol, y delinquieron. Pues claro que delinquieron. No se arrepienten. ¿Acaso se arrepintió Pacheco u otros miles de fascistas de sus actos leyes y asesinatos?
Las amnistías
se aprueban para fraguar nuevos tiempos políticos. Y para ello se
necesitan políticos del temple de Adolfo Suárez o Pedro Sánchez. Sí, Adolfo
Suárez, hoy santificado pero en su tiempo crucificado, por los ultras, por la
derecha y por la izquierda.
Segunda carta
Rebrote
fascista
En estas
noches de primeros de noviembre, una turba de fascistas se manifestan
violentamente junto a la sede del PSOE en Madrid y, con la disculpa de la
amnistía, se enfrentan con la policía, destrozan todo a su paso y amenazan a los
ciudadanos con sus gritos. Justo en estos días en los que, hace 87 años, ese
Franco al que vitorean y añoran, ordenaba bombardear los barrios de Madrid,
meses antes que la ciudad de Guernica. Tres años de bombardeos: ni una placa,
ni un triste monolito lo recuerda. Quizá en las razones de este olvido esté el
gérmen del rebrote fascista, no lo duden. Están envalentonados, pero les
delata la memoria de la ignominia.
Reflexión sobre esta carta
Me parece muy
bien que el PP llame a la gente a manifestarse contra la futura ley de
amnistía, de forma pacífica. Lo que no me parece tan bien es que la
descalifiquen si aún no se conoce el texto. Y tampoco me parece bien que muevan
ciertos resortes para deslegitimar a Pedro Sánchez (judicatura, Europa,
exageraciones alarmistas), una especie de rabieta febril que enardece a las
masas y que rezuma odio y rencor, no hay más que oír sus eslóganes. Y más
preocupante me parece que el partido de ultraderecha esté detrás de todo
lo que durante doce noches se ha podido ver y oír en Ferraz y los desórdenes
que ha parado la policía con gran profesionalidad.
Por estos días, en noviembre de 1936, hace 87 años, los aviones de la legión Cóndor bombardeaban los barrios de Madrid, todos menos el de Salamanca. Franco quería así mostrar qué le podría pasar a Madrid. Pobre ciudad, tiene el triste privilegio de encabezar la enorme lista de ciudades bombardeadas por la aviación militar, no en sus objetivos civiles, sino para aterrar a la población. (El bombardeo de Guernica fue en 1937, meses después). En Madrid siguieron los bombardeos a civiles hasta el final de la guerra. Ni una placa, ni un triste monolito lo recuerda. Todo es olvido, indiferencia, desidia por conocer la historia. Ningún gobierno regional ha hecho nada al efecto. Y de los municipales, solo un poco el de Tierno, recuperando nombres antiguos de calles, y el de Carmena, renombrando calles y soportando recursos de escribanos de rijosa procedencia. Quizá en las razones de este olvido esté el gérmen de este rebrote fascista, no lo duden. El olvido genera ignorancia, y la ignorancia es la madre de la demagogia.
Madrid es
mucho más que una ciudad conservadora con un núcleo de fascistas enervados.
Madrid es una comunidad diversa y con muchos recursos. Pero la mezcla de
grandes poderes, grupos de inversión y envalentonados muchachotes están dando
de esta ciudad una versión distorsionada, que algún día se movilizará en
elecciones futuras y dirá qué quiere ser en adelante. Mientras tanto,
gobierna la comunidad una Presidenta con la boca desaforada, con poca vergüenza
y una política económica y social ultraliberal que está dañando mucho a las
clases populares. En la sede de la Presidencia, donde tiene su despacho la
señora Ayuso, en su día estuvo ubicada la DGS, la Dirección General de
Seguridad, donde se torturó a miles de detenidos antifranquistas. Casi
cincuenta años después de muerto Franco, ninguna placa recuerda allí tamaña
ignominia. En el PP creen que eso "son cosas del abuelo". Quizá
en las razones de este olvido esté el gérmen del rebrote fascista que se vive
en Ferraz y junto a otras sedes del PSOE, no lo duden. Quizá todo tenga que ver
con que si un pueblo tiene memoria de su historia destierra para siempre de su
seno la ignominia. Y no lo olviden la mezcla de dinero, poder y
desmemoria no conduce más que a la indigencia y al eterno retorno del
enfrentamiento cainita.
Y como yo no quiero transitar por ese camino de pobreza y enfrentamiento, escribo aquí estas reflexiones y sigo mi vida diaria, en la que la ponzoña de los altavoces mediáticos no tiene cabida.
Me dolió que
Willy el Niño y tantos se fueran de rositas. Pero de la cárcel salieron
Marcelino Camacho, un hombre valiente y leal, y otros muchos
antifranquistas. Estuvo bien Adolfo Suárez y estuvo bien el Congreso
aprobando aquella ley de amnistía.
Y ahora me duele
que Puigdemont no pague lo que hizo, y como él, otros muchos. Está haciéndolo
bien Pedro Sánchez y estará bien el Congreso aprobando esta ley de amnistía.
Las amnistías
están para eso, para abrir nuevos caminos, para iniciar un periodo democrático
en España en 1977, y ahora para iniciar un proceso de sanación de una
fractura en Cataluña, que comenzó en 2017 y sigue dañando la convivencia.
Para terminar,
dos preguntas:
¿Qué
alternativas proponían los que se opusieron a la amnistía de 1977? Los
franquistas, seguir con la dictadura. Los revolucionarios, seguir luchando por
la revolución.
¿Qué
alternativas proponen los que se oponen a la amnistía de 2023?
Que yo sepa,
el partido ultraderechista VOX propone imponer un periodo especial en Cataluña,
sacando al ejército a la calle y disolviendo la Generalitat. ¿Y el PP? No se sabe, no contesta. Quizá está esperando
que pasen unos años, y, una vez calmada la sociedad, lograr una mayoría en
España, sumando sus diputados a los del PNV y a los de Junts por Cataluña. Al
tiempo.
En estos tiempos que vivimos, algunos escritores españoles están jugando a ser el nuevo Zola a propósito de la amnistía para encausados por el procés catalán. Rondan los setenta y saben que la amnistía de 1977 se aplicó a muchos luchadores antifranquistas, claro que sí, pero también a muchos esbirros de la dictadura. Se nos dijo que todo era por comenzar un periodo democrático mirando al futuro y muchos lo vimos bien.
ResponderEliminarEn 1977, esos ciudadanos que ahora juegan a ser el nuevo Zola, también criticaban aquella amnistía, desde su militancia en la extrema izquierda o en la acracia gourmet: eran seres puros y arcangélicos. Ahora son cayetanos de lujo. Y de Zola, nada, ni entonces ni ahora, rien de rien.