miércoles, 15 de noviembre de 2023

De amnistías, investiduras y gobiernos: una reflexión al hilo de los acontecimientos


                                Monumento a la Constitución. Paseo de la Castellana. Madrid
 

En este blog, que tiene más de quince años, acostumbro a subir fotografías, textos literarios propios y ajenos, viajes, caminatas, asuntos de tipo artístico, de cine, de teatro, costumbres y anécdotas. De cuando en cuando, subo algún artículo de tipo político que leo en la prensa y, en algunos casos, incluyo opiniones propias sobre un asunto candente. 

Respecto de la situación actual, siento cierta fatiga por el comportamiento crispado de una parte de la población, que viene de antes de la pandemia, y dura y dura, crispación sin duda inducida por responsables políticos que no quieren reconocer los resultados electorales de las elecciones, también de las últimas, las de julio (las encuestas les habían dicho que iban a ganar y se equivocaron).

Además, hay en España un partido, VOX, que es un peligro para la democracia, por su programa y por su comportamiento. Un partido que afirma que el gobierno de Pedro Sánchez es el peor de España de los últimos ochenta años; es decir, que los gobiernos de la dictadura franquista eran mejores que el actual, qué cosas hay que oír. Un partido cuyo presidente llama asesino al presidente, felón, dictador, ilegítimo y otras muchas lindezas, amparándose en su inmunidad parlamentaria. 

Por otro lado, las alianzas del PSOE y Sumar con PNV, Bloque, Junts, ERC, Bildu, me preocupan y preferiría que no tuvieran lugar, pero los resultados electorales son así, una y otra vez. Algunos hablan de un apoyo mutuo PP y PSOE. Hubo una ocasión en la que el PSOE se abstuvo, para que Mariano Rajoy fuese presidente. El PSOE se rompió. Y el PP nunca se lo agradeció. 

Ahora, el PP no ha podido formar gobierno con Vox, no les daba, no eran mayoría absoluta y el PP no pudo pactar con nadie más, ellos sabrán bien por qué. 

El PSOE intenta pactar con los independentistas y nacionalistas para llegar a la mayoría absoluta. ¿Qué hacer? Pues intentar esa mayoría y hacer de la necesidad virtud, integrar a los independentistas en el sistema, aunque no quieran sino salirse de él. Y ahí llega la amnistía.

En mi opinión, los problemas de España vienen de tres grandes fiascos, los tres tienen que ver con el dinero, poderoso caballero, aunque luego todo se adorne de banderas y soflamas, tres grandes fiascos: el 3% catalán, la Gurtel y la crisis económica. 

El 3%, la gran corrupción económica en Cataluña, llevó a los gobiernos nacionalistas a querer taparlo y ocultarlo activando el procés. Y ese procés, con un PP en el gobierno central que no hizo nada por pararlo, llevó a la declaración unilateral de independencia, a una grave crisis en Cataluña, y a la aplicación del 155 de la Constitución. Y nuevas elecciones en Cataluña y nuevo gobierno independentista. De aquellos polvos, estos lodos.  

La corrupción de la Gurtel llevó al gobierno de Rajoy a una gran crisis, y a una moción de censura triunfante. En lugar de reconocerlo y haber dimitido, prefirieron declarar ilegítimo al gobierno de Pedro Sánchez. Y no han cejado.  

Y la crisis económica de 2008, que afectó a toda la población menos a las clases altas y a los bancos, ocasionó el nacimiento del 15M y lo que vino después. Y vinieron diversos procesos electorales muy complejos, nuevos partidos, y un Gobierno de Pedro Sánchez que tuvo que afrontar la crisis económica derivada de la pandemia, la propia pandemia y una deslegitimación permanente desde la ultraderecha y desde la derecha y tantas cosas más. Y aquel gobierno de Sánchez lo hizo razonablemente bien desde el punto de vista económico, social y cívico. 

Después, hubo elecciones locales y autonómicas, en las que triunfó el PP, quien, aliado con los ultraderechistas, formó gobierno en muchas comunidades, recortando derechos civiles y presupuestos sociales. 

Y en julio, hubo unas elecciones generales que la derecha daba por ganadas y en las que, a pesar de que el PP fue el partido más votado, no pudo formar gobierno, ni siquiera ayudado por la ultraderecha. Es entonces la ocasión de Pedro Sánchez, del PSOE y de Sumar, de buscar  pactos con nacionalistas e independentistas. Y ahí estamos, en esas negociaciones. No me caigo del guindo si digo que si el PSOE no necesitara los votos de los independentistas no habría amnistía ahora mismo, ni hubiera habido indultos y reformas del código penal. Pero la política es el arte de lo posible, no de lo deseable. Y, a veces, requiere de políticos intrépidos como Suárez o Sánchez. En su día González hizo su pirula, con lo de LA OTAN. Y Aznar, con lo del Movimiento de Liberación Vasco para referirse a ETA. Y, pienso que, era lo que había que hacer, no lo niego.

Desde hace dos meses, la presión al PSOE para que no gobierne ni pacte es continua y feroz, e intervienen poderes económicos, parte del estamento judicial, la potente prensa conservadora, redes sociales, parte de la iglesia católica, los gobiernos autonómicos conservadores y hasta despachos de abogados y notarios de alta alcurnia. Y, por supuesto, el Partido Popular y VOX. Y este partido, a través de una entidad alegal, Revuelta, unida a entidades fascistas como Democracia Nacional, Falange o Desokupa, está patrocinando las manifestaciones violentas  ante las sedes del PSOE, noche tras noche, doce noches, sobre todo en la calle de Ferraz de Madrid.

Es lícito, y es democrático, oponerse a la futura ley de amnistía, incluso a la investidura, faltaría más. El límite, para mí, está en tres ejes: uno, no se puede tolerar la violencia bajo ningún concepto, ni ampararla, ni disculparla. Dos, no se pueden utilizar instituciones del Estado para hacer oposición política (el ejemplo es el esperpento de lo que queda del Consejo G del P Judicial). Tres: es un atrevimiento oponerse a una ley sin que se conozca su texto propositivo, porque además de atrevido se puede hacer el ridículo. 

El ridículo ya lo hicieron en su día los dirigentes del Procés, quienes, para tapar el escándalo del 3%, abrieron un proceso que solo llevó al abismo y una crisis descomunal de la que apenas se está saliendo. 

Y el ridículo lo están haciendo quienes, subidos en el caballo del antisanchismo, no quieren reconocer la constitucionalidad y el proceso democrático de la actual investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. 

En estos días, preparé dos breves cartas a El País, ninguna publicada, pues habrán llegado a ese periódico miles y miles. Yo preparé dos, una sobre la amnistía. Otra, sobre las manifestaciones en Ferraz, la sede central del PSOE. Ahí van las dos.


Primera carta

Amnistías

En 1977, el Congreso de los, Diputados aprobó una ley de amnistía, que se aplicó a las víctimas de la dictadura, pero también a sus victimarios. El artículo segundo f de dicha ley decía así: “Están comprendidos en la amnistía los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas”. Es decir, quedaron amnistiados el preso político Marcelino Camacho, pero también el policía de la brigada Político-Social Sánchez Pacheco (un delincuente según la ley democrática, que nunca se arrepintió, al contrario, siguió recibiendo su sueldo y sus condecoraciones).

En 2023, acaba de entrar en el Congreso de los Diputados una proposición de ley de amnistía referida al procés. Se aplicará estrictamente a las personas que delinquieron en dicho proceso. 

¿Para qué sirve una amnistía? Pues en 1977 para aplicársela a las víctimas de la dictadura y también a sus victimarios, y así abrir un periodo de democracia en España.

Y en 2023, ¿para qué sirve? para aplicársela a un conjunto de personas que han delinquido y que el poder legislativo considera que, aplicándosela, se podría enderezar una situación política. 

Reflexión que hoy añado a la carta enviada

Una amnistía, por su misma esencia, genera mucho rechazo, ya que se aplica a personas que se han saltado la ley. Pero se la considera políticamente benéfica pues posibilita la convivencia ciudadana.

En la dictadura, muchos, muchos que se saltaron la ley franquista, fueron condenados, y la amnistía del 77 los exhoneró, limpió su ficha judicial. Y eso generó una inmensa alegría entre los ciudadanos españoles demócratas, no así entre los franquistas. Dicha amnistía también exhoneró a muchos, muchos funcionarios que, de acuerdo con las leyes democráticas, cometieron todo tipo de delitos (amparados por las leyes de la dictadura) Y eso generó una inmensa decepción entre los ciudadanos españoles demócratas, no así entre los franquistas, que lo vieron bien. Solemos acordarnos de la salida de Camacho de la cárcel, amnistiado. Pero preferimos no recordar al asesino Pacheco, Willy el Niño, amnistiado también en 1977. O a etarras que también fueron amnistiados entonces. 

En el procés de 2017 muchas autoridades se saltaron la ley: la amnistía de 2023 los va a exhonerar. Ahora se amnistía a Puigdemont, a Oriol, y delinquieron. Pues claro que delinquieron. No se arrepienten. ¿Acaso se arrepintió Pacheco u otros miles de fascistas de sus actos leyes y asesinatos? 

Las amnistías se aprueban para fraguar nuevos tiempos políticos. Y para ello se necesitan políticos del temple de Adolfo Suárez o Pedro Sánchez. Sí, Adolfo Suárez, hoy santificado pero en su tiempo crucificado, por los ultras, por la derecha y por la izquierda.


Segunda carta

Rebrote fascista

En estas noches de primeros de noviembre, una turba de fascistas se manifestan violentamente junto a la sede del PSOE en Madrid y, con la disculpa de la amnistía, se enfrentan con la policía, destrozan todo a su paso y amenazan a los ciudadanos con sus gritos. Justo en estos días en los que, hace 87 años, ese Franco al que vitorean y añoran, ordenaba bombardear los barrios de Madrid, meses antes que la ciudad de Guernica. Tres años de bombardeos: ni una placa, ni un triste monolito lo recuerda. Quizá en las razones de este olvido esté el gérmen del rebrote fascista, no lo duden. Están envalentonados, pero les delata la memoria de la ignominia. 

Reflexión sobre esta carta

Me parece muy bien que el PP llame a la gente a manifestarse contra la futura ley de amnistía, de forma pacífica. Lo que no me parece tan bien es que la descalifiquen si aún no se conoce el texto. Y tampoco me parece bien que muevan ciertos resortes para deslegitimar a Pedro Sánchez (judicatura, Europa, exageraciones alarmistas), una especie de rabieta febril que enardece a las masas y que rezuma odio y rencor, no hay más que oír sus eslóganes. Y más preocupante me parece que el partido de ultraderecha esté detrás de todo lo que durante doce noches se ha podido ver y oír en Ferraz y los desórdenes que ha parado la policía con gran profesionalidad.

Por estos días, en noviembre de 1936, hace 87 años, los aviones de la legión Cóndor bombardeaban los barrios de Madrid, todos menos el de Salamanca. Franco quería así mostrar qué le podría pasar a Madrid. Pobre ciudad, tiene el triste privilegio de encabezar la enorme lista de ciudades bombardeadas por la aviación militar, no en sus objetivos civiles, sino para aterrar a la población. (El bombardeo de Guernica fue en 1937, meses después). En Madrid siguieron los bombardeos a civiles hasta el final de la guerra. Ni una placa, ni un triste monolito lo recuerda. Todo es olvido, indiferencia, desidia por conocer la historia. Ningún gobierno regional ha hecho nada al efecto. Y de los municipales, solo un poco el de Tierno, recuperando nombres antiguos de calles, y el de Carmena, renombrando calles y soportando recursos de escribanos de rijosa procedencia. Quizá en las razones de este olvido esté el gérmen de este rebrote fascista, no lo duden. El olvido genera ignorancia, y la ignorancia es la madre de la demagogia. 

Madrid es mucho más que una ciudad conservadora con un núcleo de fascistas enervados. Madrid es una comunidad diversa y con muchos recursos. Pero la mezcla de grandes poderes, grupos de inversión y envalentonados muchachotes están dando de esta ciudad una versión distorsionada, que algún día se movilizará en elecciones futuras y dirá qué quiere ser en adelante. Mientras tanto, gobierna la comunidad una Presidenta con la boca desaforada, con poca vergüenza y una política económica y social ultraliberal que está dañando mucho a las clases populares. En la sede de la Presidencia, donde tiene su despacho la señora Ayuso, en su día estuvo ubicada la DGS, la Dirección General de Seguridad, donde se torturó a miles de detenidos antifranquistas. Casi cincuenta años después de muerto Franco, ninguna placa recuerda allí tamaña ignominia. En el PP creen que eso "son cosas del abuelo". Quizá en las razones de este olvido esté el gérmen del rebrote fascista que se vive en Ferraz y junto a otras sedes del PSOE, no lo duden. Quizá todo tenga que ver con que si un pueblo tiene memoria de su historia destierra para siempre de su seno la ignominia. Y no lo olviden  la mezcla de dinero, poder y desmemoria no conduce más que a la indigencia y al eterno retorno del enfrentamiento cainita.

Y como yo no quiero transitar por ese camino de pobreza y enfrentamiento, escribo aquí estas reflexiones y sigo mi vida diaria, en la que la ponzoña de los altavoces mediáticos no tiene cabida. 

Me dolió que Willy el Niño y tantos se fueran de rositas. Pero de la cárcel salieron Marcelino Camacho, un hombre valiente y leal, y otros muchos antifranquistas. Estuvo bien Adolfo Suárez y estuvo bien el Congreso aprobando aquella ley de amnistía.

Y ahora me duele que Puigdemont no pague lo que hizo, y como él, otros muchos. Está haciéndolo bien Pedro Sánchez y estará bien el Congreso aprobando esta ley de amnistía.

Las amnistías están para eso, para abrir nuevos caminos, para iniciar un periodo democrático en España en 1977, y ahora para iniciar un proceso de sanación de una fractura en Cataluña, que comenzó en 2017 y sigue dañando la convivencia. 

Para terminar, dos preguntas:

¿Qué alternativas proponían los que se opusieron a la amnistía de 1977? Los franquistas, seguir con la dictadura. Los revolucionarios, seguir luchando por la revolución.

¿Qué alternativas proponen los que se oponen a la amnistía de 2023?

Que yo sepa, el partido ultraderechista VOX propone imponer un periodo especial en Cataluña, sacando al ejército a la calle y disolviendo la Generalitat. ¿Y el PP?  No se sabe, no contesta. Quizá está esperando que pasen unos años, y, una vez calmada la sociedad, lograr una mayoría en España, sumando sus diputados a los del PNV y a los de Junts por Cataluña. Al tiempo.





 

 

 

1 comentario:

  1. En estos tiempos que vivimos, algunos escritores españoles están jugando a ser el nuevo Zola a propósito de la amnistía para encausados por el procés catalán. Rondan los setenta y saben que la amnistía de 1977 se aplicó a muchos luchadores antifranquistas, claro que sí, pero también a muchos esbirros de la dictadura. Se nos dijo que todo era por comenzar un periodo democrático mirando al futuro y muchos lo vimos bien.

    En 1977, esos ciudadanos que ahora juegan a ser el nuevo Zola, también criticaban aquella amnistía, desde su militancia en la extrema izquierda o en la acracia gourmet: eran seres puros y arcangélicos. Ahora son cayetanos de lujo. Y de Zola, nada, ni entonces ni ahora, rien de rien.

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