Hace
algún tiempo vi en la calle Preciados de Madrid a un músico callejero
que, abstraído en su música, nos atraía hacia su arte con misterio.
Regresando a casa, le iba dando vueltas a aquel momento y, más adelante,
escribí unos apuntes en un papel. Estando en el tercer o cuarto día de este
singular confinamiento, cogí el papel y escribí en un cuaderno de rayas un
poema que parecía coger forma. Hoy le he dado otra vuelta y creo que he llegado
a donde quería ir: el misterio de la seducción de la música, que consuela el
alma y esponja el cuerpo.
Saxofón
La música de saxo sincopada
La música de saxo sincopada
inundaba
el ambiente de silencio
y una ola de luz de primavera
paseaba
sus acordes por la calle.
Las
voces cadenciosas diluían
su
triste y temeroso desamparo,
y
el saxofón subía y se extendía
por
lo hondo del misterio de la noche.
Así
acabó rodando melodiosa
la
pieza de tristeza y de silencio,
que
colmó la ovación con sutileza
suspendidas las voces de la gente.
Antonio Aravalle
(JB, 16 de abril
de 2020)
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