Razones para
manifestarse: “Porque participo en un proyecto público de investigación sobre
el VIH y dependemos de las subvenciones, que dejarán de llegar” (Carolina
Gutiérrez, 37 años). “Porque me han rebajado el sueldo y me han aumentado el
horario, y tengo dos hijas en paro y otra eventual” (Cristóbal Crespo, 62).
“Porque, desde enero, el colegio público en el que trabajo no recibe un
céntimo” (María del Carmen Pascual, 58). “Porque el ferrocarril público está en
peligro” (leído en las camisetas de un grupo de trabajadores de Renfe). “Porque
el país se cae y mi hija, que es enfermera, traduce lengua de signos y estudia
antropología, se me está planteando irse a Canadá” (José Lozano, 67). “Por la
paga de Navidad... que ya es lo último de muchas cosas” (José Luis Gómez, 56, y
varios funcionarios más). Decenas de miles de personas llegadas de distintas
partes de España se juntaron ayer en la plaza de Colón y alrededores, en
Madrid, para protestar contra los nueve meses de recortes del Gobierno y exigir que convoque un referéndum,
porque las medidas que está aprobando no son las que prometió para ganar las
elecciones, y en muchos casos son las contrarias de las que prometió. Había
miles de camisetas verdes por la educación pública y blancas alertando de los
recortes en sanidad; funcionarios indignados porque consideran que el Gobierno
les está utilizando como “caja de ahorros” y pancartas que simplemente rezaban:
“Hartos” o “Euroviolencia” o “¿Crisis? Atraco”. Familias, trabajadores
autónomos, jubilados con bastones, estudiantes... Muchas banderas de
comunidades autónomas, algunas españolas y bastantes republicanas. Y, sobre
todo, banderas, gorros, chapas, pancartas y globos con siglas sindicales. Esta “marcha sobre Madrid”, convocada por la Cumbre Social —una plataforma creada en julio por los
sindicatos y 150 organizaciones civiles, que ahora son ya más de 200—,
da inicio al otoño caliente que los sindicatos prometieron antes del verano y
con el que el Gobierno ya cuenta. Llega, además, después de otra protesta
multitudinaria, la de la Diada catalana, y cuando el Ejecutivo está en máxima
tensión, deshojando la margarita del rescate. Fuentes gubernamentales mostraron
incluso su alivio porque ayer en Madrid esperaban una protesta mayor; y, desde
Chipre, el ministro de Economía, Luis de Guindos, pinchó cualquier esperanza de cambio:
“Los sacrificios son absolutamente ineludibles”, advirtió. Varios miembros de
la dirección del PSOE —no su secretario general,Alfredo Pérez Rubalcaba, ni la número dos, Elena Valenciano— participaron en la
manifestación, que tenía este lema: Quieren arruinar el
país. Hay que impedirlo. “Los
ciudadanos dicen ‘no’ a nueve meses de recortes y mentiras”, afirmó el
secretario de Organización de los socialistas, Óscar López. También acudieron
cargos públicos y orgánicos de IU. Los convocantes no dieron cifras de
asistencia, aunque calificaron la concentración de “histórica”, “trascendental”
y “formidable” (y fuentes sindicales calcularon más tarde que había habido
medio millón de personas); la
Delegación del Gobierno habló de “hasta 65.000
manifestantes”. Este periódico no ha hecho una estimación de asistentes; a las
doce del mediodía, momento en el que las 10 columnas de manifestantes
—divididos por sectores y por territorios— que habían partido de distintos
puntos de Madrid debían confluir en Colón, la plaza estaba llena, aunque en
algunos puntos se podía caminar. También estaba ocupada, pero no abarrotada,
buena parte de las calles adyacentes (Génova, paseo de Recoletos y Castellana,
Goya), según comprobaron varios redactores. Toda esa zona suma cerca de 70.000 metros cuadrados . En todo caso, la concentración fue multitudinaria y todos
los intervinientes en la ronda de discursos subrayaron que no es el final de
nada, sino el principio. “El desenlace inevitable”, en palabras del secretario
general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, podría ser otra huelga general, pero
no está en el horizonte inmediato. “La llave de la huelga general la tiene el
presidente del Gobierno. Llegaremos tan lejos como el Gobierno quiera llegar”,
anunció Toxo mientras un sector del público, sudando a mares, se inclinaba por
otra reivindicación: “¡Rajoy, dimisión! ¡Elecciones ya!”.Cándido Méndez, secretario general de UGT, abundó: “Si
no nos hacen caso, contemplaremos todo tipo de contestación o movilización”. Eso
será si el Gobierno no da un giro en un plazo que aún nadie ha fijado. Pero lo
que sindicatos y asociaciones integradas en la Cumbre Social sí han
decidido ya es exigir desde mañana mismo al Ejecutivo que convoque un
referéndum sobre los recortes. “¿Qué va a pasar con el nuevo rescate? Para este
Gobierno nada es intocable. ¿Qué está ocurriendo en la sanidad, la educación,
los servicios sociales? ¿Qué está ocurriendo con nuestro país?”, inquirió
Méndez, alertando contra la “deriva antisocial y autoritaria” por la que a su
juicio se despeña Rajoy. El presidente actúa “con arrogancia y soberbia aquí”,
y “con sumisión servil” ante la
UE. “Nunca en tan poco tiempo y con tanta soberbia se ha
hecho tanto daño a la sociedad española. El referéndum es una cláusula de
salvaguardia democrática”, dijo. Tomó el relevo Toxo y deslizó de paso una
crítica a otra “deriva”, la de los dos últimos años del anterior Gobierno, del
PSOE: “En mayo de 2010 se inició este camino al suicidio. El mensaje de los
mercados lo interpreta la
Comisión Europea y los Gobiernos, y lo padece la ciudadanía”.
Contra esa “involución social”, una idea: “¡Referéndum ya!”. También los
representantes de USO y CSIF y de las organizaciones en defensa de los
servicios públicos insistieron: debe haber una consulta. La Cumbre Social
empezará a dar forma a esa campaña en los próximos días: la intención es montar
“comités pro-referéndum en cada ciudad, en cada pueblo y en cada barrio, como
se hizo con el referéndum de la
OTAN en 1986” ,
explican desde CC OO. La manifestación de ayer discurrió sin incidentes —unas
200 personas intentaron llegar a la sede del PP, pero la policía cortó la
calle—. Hubo cuatro detenidos, en otro punto de la ciudad, por “resistencia a la
autoridad” (según la
Delegación del Gobierno, por no enseñar la documentación;
según el 15-M, por llevar una pancarta llamando a la convocatoria Rodea el
Congreso el día 25). A media tarde, quedaron en libertad, tras declarar.
Durante los discursos se produjo, eso sí, un momento de desconcierto cuando un
numeroso grupo de bomberos de distintas comunidades cruzaron toda la plaza
haciendo sonar bocinas y lanzando petardos, e irrumpieron a los pies del
estrado portando un ataúd que pretendían subir a la tarima. Dentro del féretro,
un muñeco con traje de bombero y careta de Mariano Rajoy, sonriente, enseñaba a
los manifestantes el dedo corazón de su mano derecha. La gente se hizo fotos
por turnos.
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