sábado, 8 de agosto de 2015

Los Navalmorales en blanco y negro (2014)























Son las cinco de la tarde de un día de septiembre. Las fiestas del Cristo ya han acabado. Ahora todos están en la escuela, en el campo, en la casa o de vacaciones. 

El pueblo está mudo y vacío, como ahíto después de tanta fiesta, de tanta verbena, de tanta diversión. Ahora, en el silencio de la tarde, se adivina un otoño suave; las nubes ayudan en la confirmación de que el verano ha sido como un lejano aliento de esperanzas, sepultadas en el devenir del tiempo. 

Me paseo lentamente por el pueblo; son mis primeros días de vacaciones perpetuas: ¡Qué placer de leve viento y de nublados tan grises, soberanos en su fanfarrona amenaza de lluvia!

Las calles y las plazas hablan de los vecinos sin que ellos aparezcan: Ese es el misterio de los paisajes humanos. Complaciente y paseante me inflo de aires otoñales. Con júbilo. Y con cansancio, después de seis verbenas bailando sin parar hasta la última canción de cada orquesta.

Disfrutad del blanco y negro navalmoraleño; disfrutad de  la vida. 
Carpe diem.




























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