Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer es el título de un artículo publicado en 2012 cuyo autor es Ignacio Bosque, de la Real Academia
Española, Catedrático de
Lengua Española de la Universidad
Complutense de Madrid y Ponente de la
Nueva gramática de la lengua española.
Algunos fragmentos del artículo
En los
últimos años se han publicado en España numerosas guías de lenguaje no sexista.
Han sido editadas por universidades, comunidades autónomas, sindicatos,
ayuntamientos y otras instituciones...
La mayor
parte de estas guías han sido escritas sin la participación de los lingüistas... Cabe
pensar que los responsables o los impulsores de las demás guías entienden que
no corresponde a los lingüistas determinar si los usos verbales de los
hispanohablantes son o no sexistas. Aunque se analizan en ellas no pocos
aspectos del léxico, la morfología o la sintaxis, sus autores parecen entender
que las decisiones sobre todas estas cuestiones deben tomarse sin la
intervención de los profesionales del lenguaje, de forma que el criterio para
decidir si existe o no sexismo lingüístico será la conciencia social de las
mujeres o, simplemente, de los ciudadanos contrarios a la discriminación…
Se ha
señalado en varias ocasiones que los textos a los que me refiero contienen
recomendaciones que contravienen no solo normas de la Real Academia Española y
la Asociación de Academias, sino también de varias gramáticas normativas, así
como de numerosas guías de estilo elaboradas en los últimos años por muy
diversos medios de comunicación. En ciertos casos, las propuestas de las guías
de lenguaje no sexista conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente
asentados en nuestro sistema lingüístico, o bien anulan distinciones y matices
que deberían explicar en sus clases de Lengua los profesores de Enseñanza
Media, lo que introduce en cierta manera un conflicto de competencias…
Llama la
atención el que sean tantas las personas que creen que los significados de las
palabras se deciden en asambleas de notables, y que se negocian y se promulgan
como las leyes. Parecen pensar que el sistema lingüístico es una especie de
código civil o de la circulación: cada norma tiene su fecha; cada ley se
revisa, se negocia o se enmienda en determinada ocasión, sea la elección del
indicativo o del subjuntivo, la posición del adjetivo, la concordancia de
tiempos o la acepción cuarta de este verbo o aquel sustantivo. Nadie niega que la lengua refleje,
especialmente en su léxico, distinciones de naturaleza social, pero es muy
discutible que la evolución de su estructura morfológica y sintáctica dependa
de la decisión consciente de los hablantes o que se pueda controlar con normas
de política lingüística…
El
propósito último de las guías de lenguaje no sexista no puede ser más loable:
contribuir a la emancipación de la mujer y a que alcance su igualdad con el
hombre en todos los ámbitos del mundo profesional y laboral. Intuyo que somos
muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad
consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas
sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido
forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la
realidad, impulsar políticas normativas que separen el lenguaje oficial del
real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya
fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en
libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás…
Mucho me
temo, sin embargo, que las propuestas no estén hechas para ser adaptadas al
lenguaje común. Unas veces se dice expresamente en las guías, pero otras queda
tan solo sobrentendido: se supone que los cambios que se solicitan han de
afectar únicamente al lenguaje oficial. Se aplicarían, pues, a los textos
legales o administrativos (lengua escrita) y a los discursos públicos, las
declaraciones, las ruedas de prensa y otras manifestaciones de la lengua oral. Se
ve como algo enteramente natural que la autoridad, el responsable o el gestor
que desdobla usuarios y usuarias o ciudadanos y ciudadanas se olvide de su
desdoblamiento cuando ya no esté delante de un micrófono o de una cámara. Una
vez abandone la tribuna o el estudio de grabación, dirá que “va a cenar con
unos amigos”, sin intención de excluir a las mujeres, o que “tiene que ir al
colegio a recoger a sus hijos”, sin que hayamos de suponer que no tiene hijas.
Hablará, en una palabra, como todo el mundo.
En el
turismo accidentado viajaban dos noruegos con sus mujeres.
Los
directivos acudirán a la cena con sus mujeres.
Gente que
solo busca su pan, su hembra, su fiesta en paz.
Los
ingleses prefieren el té al café, como prefieren las mujeres rubias a las morenas.
Frases en las que Ignacio Bosque señala que no
hay sexismo
Los
afectados recibirán una indemnización.
Se hará
saber a todos los estudiantes.
Los
funcionarios interinos que hayan trabajado entre el 8 de julio y el 7 de enero.
Carta de
derechos de los trabajadores en paro.
Ejemplo máximo de texto “no sexista”: Fragmento
de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Ejemplo práctico: Artículo de El diario.es
https://www.eldiario.es/economia/millennial-aspirantes-trabajar-capten-clientes-revolut_0_826618205.html
En color naranja señalamos las incorrecciones sexistas según las guías de lenguaje no sexista. Entendemos que Ignacio Bosque consideraría que no hay sexismo en estos casos. Yo estoy de acuerdo con Bosque.
Tras treinta minutos de
entrevista por Skype, a Laura le llegó un email con los siguientes pasos. Si
quería progresar y que la valoraran para el puesto de responsable del negocio en
España, tenía que pasar una prueba: conseguir al menos 200 nuevos clientes que se descargaran la app del banco, abrieran una
cuenta, metieran diez euros y pidieran una tarjeta que les llegaría por correo
días después.
En siete días comprobarían cuántos
clientes había conseguido. A partir de 200 estaba bien", cuenta. "Lo
pensé y me pareció abusivo. Juegan con gente que busca trabajo con muchas ganas.
Es trabajo gratis".
Si hubiera captado 200 nuevos clientes y no la hubieran contratado, a Laura tampoco le
habrían pagado su semana de trabajo. Y, según el banco, hasta la fecha ha
habido entre 30 y 50 aspirantes al puesto, de los cuales ninguno se ha quejado por trabajar sin cobrar.
Laura rechazó el "reto" de
captar clientes gratis y se lo comunicó por email a la empresa. Tras
haber contactado con ellos desde este periódico, Laura
recibió un email de disculpa de la jefa de recursos humanos. "Por
favor, acepta nuestra disculpa. No pretendíamos causar tal reacción y
frustración de tu parte. Tus comentarios tienen sentido y los
consideraremos cuando tratemos con candidatos la próxima vez. No
queremos que la gente sienta que la usamos para conseguir usuarios".Sin embargo, según Bosque, entendemos que sí habría sexismo en este párrafo, y yo estoy de acuerdo:
La práctica es perfectamente denunciable,
según fuentes del sindicato CCOO. "Si yo soy un chaval joven, hago una campaña, meto a 200 clientes
y luego no me contratas, ¿qué cara se me queda? Desde el punto de vista de la
normativa sindical estoy fuera. Pero es como si eres chica
y te exigen ir en minifalda:
denunciable", apuntan.
Y ya para
terminar, un enlace a un artículo de Alex Grijelmo
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