“Veloces pasan los años y a nuestra espalda
dejan infinidad de hechos, de personas valiosas o despreciables...” Así
comienza el libro Fábulas irónicas de
Juan Eduardo Zúñiga, quien ayer cumplió cien años. Estimado señor Zúñiga: no
encuentro mejor forma de felicitarlo, a usted, un escritor tan valioso, que haciéndole
saber que, una y otra vez, leo y releo sus libros, y los recomiendo por todos
los sitios, para que deje de ser usted un escritor de culto y oculto, como dice
Luis Mateo Díez, pues leer sus libros es tomar conciencia de estar leyendo a un
gran escritor, a un magnífico cuentista, a un poeta que ama a su ciudad y a los
que en ella viven. Gracias, maestro. Gracias por escribir.
Y, ya de paso, déjeme que aproveche para
convidar a directores de cine y de series a que lean sus libros, porque en
ellos hay sobrada materia que acaso les podría interesar. Tal, por ejemplo, el relato Ruinas. El trayecto. Guerda Taro, ese cuento suyo en el que, en un Madrid
abatido, frío y medroso, nos presenta usted un soldado que va haciendo memoria
e intentando recordar quién era Guerda Taro, aquella fotógrafa que un día le
dijo, en la azotea del Círculo de Bellas Artes, que “pasarían años y todo
quedaría olvidado pero un día esas fotografías habrían de servir para juzgar la
barbarie y la crueldad de unos años sangrientos.”
Jesús Bermejo
PD)
Jesús Bermejo
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