Un día de primeros de enero, Angelita, una de las dueñas de un
obrador de mazapán del pueblo, invitó a mi nieta Carolina, dos años y
medio, para que viera cómo se preparaba el rico dulce y para que jugase a
hacerlo.
Mientras moldeaba unas pajaritas, Carolina iba tarareando,
espontáneamente, la melodía de "Frère Jacques", que, con letra en portugués, había aprendido en su escuela infantil de Lisboa. Como Angelita había
trabajado muchos años en la guardería del pueblo, le enseñó una letra en español de dicha canción, dirigida, claro está, a niños y niñas de la edad de Carolina.
Dedo gordo,
Vengo a saludarte.
Angelita acompañaba su canción jugando coordinadamente con gestos
de sus dedos.
Carolina se rio, canturreó, hizo pajaritas y luego nos fuimos a
casa. En el sillón de la cocina quería ver mi móvil y toquetearlo pero yo no le
dejaba. Y mientras le repetía la letra de Angelita, ella porfiaba conmigo y
jugaba a quitarme el dichoso móvil, que estaba grabando lo que íbamos cantando.
Traigo aquí dos audios, el primero y el último. Carolina, ante la
dificultad del texto -ella es bilingüe y acababa de llegar de Lisboa el día
anterior-, optó espontáneamente por una curiosa adaptación y ajustó
instintivamente el texto de forma creativa. Me sentí feliz: como abuelo, se
me caía la baba; como amante de la música, confirmé que a Carolina se le da
bien la melodía y el ritmo.
Besitos, Carolina, besitos.
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