martes, 13 de septiembre de 2022

La canción "Ojos de gata" de Enrique Urquijo: Melancolía poética


Son de sobra conocidas las anécdotas acerca del comienzo de la canción Ojos de gata, en el que intervinieron tanto Enrique Urquijo como Joaquín Sabina. Fuese de una u otra manera, la verdad es que ese comienzo dio lugar a dos canciones hermosas pero bien distintas, tanto en el contenido como en la forma y en el tono general que emana de cada una de ellas.

https://www.informavalencia.com/2019/07/12/ojos-de-gata-y-y-nos-dieron-las-diez-la-historia-de-unos-apuntes-en-la-servilleta/

Hoy vamos a dedicar este artículo a estudiar la forma y el contenido de la canción de Enrique y de su grupo, Los Secretos. Y vamos a empezar por la presentación de la letra, pues en los distintos sitios consultados en internet aparecen los versos escritos de muy diversas maneras y, en mi opinión, como ocurre a menudo, sin guardar demasiada correlación con la estructura de la canción.  He aquí tres ejemplos, extraídos de la red, de la primera estrofa.


Fue en un pueblo con mar 

una noche después de un concierto.
Tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto.


Fue en un pueblo con mar una noche después

de un concierto.
Tú reinabas detrás de la barra del único bar
que vimos abierto.


Fue en un pueblo con mar una noche después de un concierto.
Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto.


Propongo presentarla como muestro más abajo: en seis estrofas de cinco versos. Y lo defiendo después de estudiar su medida y su rima, pues son ambas las que configuran la armazón formal del ritmo del texto de cualquier canción, facilitando que este se fije en la memoria con una rapidez que asombra.


Ojos de gata

 
Fue en un pueblo con mar una noche
después de un concierto.
Tú reinabas detrás
de la barra del único bar
que vimos abierto.

Cántame una canción al oído
te sirvo y no pagas.
Solo canto si tú me demuestras
que es verde la luz
de tus ojos de gata.

Loco porque me diera la llave
de su dormitorio,
esa noche canté
al piano del amanecer
todo mi repertorio.

Con el “Quiero beber” el alcohol
me acunó entre sus mantas.
Y soñé con sus ojos de gata
pero no recordé
que de mí algo esperaba.

Desperté con resaca y busqué
pero allí ya no estaba.
Me dijeron que se mosqueó
porque me emborraché
y la usé como almohada.

Comentó por ahí que yo era
un chaval ordinario.
Pero cómo explicar
que me vuelvo vulgar

al bajarme de cada escenario.


Medida

Lo más común en las canciones populares, tradicionales o modernas, es que cada verso tenga con los demás una relación en cuanto a su medida, es decir, que haya una repetición de versos en función del número de sílabas. En esta canción encontramos versos decasílabos (10), heptasílabos (7) y hexasílabos (6). La repetición de versos de igual medida establece un ritmo propio en el poema, lo que, unido a la rima, como veremos más adelante, le da a la canción su propia andadura rítmica. 

(Recuérdese que cuando un verso termina en palabra aguda se añade una sílaba al conteo).



Fue en un pueblo con mar una noche
después de un concierto.
Tú reinabas detrás
de la barra del único bar
que vimos abierto.
 
Cántame una canción al oído
te sirvo y no pagas.
Solo canto si tú me demuestras
que es verde la luz
de tus ojos de gata.
 
Loco porque me diera la llave
de su dormitorio,
esa noche canté
al piano del amanecer
todo mi repertorio.
 
Con el “Quiero beber” el alcohol
me acunó entre sus mantas.
Y soñé con sus ojos de gata
pero no recordé
que de mí algo esperaba.
 
Desperté con resaca y busqué
pero allí ya no estaba.
Me dijeron que se mosqueó
porque me emborraché
y la usé como almohada.
 
Comentó por ahí que yo era
un chaval ordinario.
Pero cómo explicar
que me vuelvo vulgar
al bajarme de cada escenario.

            

Rima

Como es sabido, la rima es la repetición de los mismos sonidos en distintos versos, a partir de la última vocal tónica de cada uno de ellos. Casi todos los versos de esta canción tienen rima. Y, como suele ser común en la poesía popular, la rima es asonante, es decir, se repiten solo las vocales.


Fue en un pueblo con mar una noche
después de un concierto.
Tú reinabas detrás
de la barra del único bar
que vimos abierto.

Cántame una canción al oído

te sirvo y no pagas.
Solo canto si tú me demu
estras
que es verde la luz
de tus ojos de gata


Loco porque me diera la llave
de su dormitorio,
esa noche cant
é
al piano del amanecer
todo mi repertorio.

Con el “Quiero beber” el  alcohol
me acunó entre sus mantas.
Y soñé con sus ojos de gata
pero no recordé
que de mí algo esperaba.

Desperté con resaca y busqué
pero allí ya no estaba.
Me dijeron que se mosque
ó
porque me emborraché
y la usé como almohada.

Comentó por ahí que yo era
un chaval ordinario.
Pero cómo explicar
que me vuelvo vulgar
al bajarme de cada escenario.

Contenido de la canción

En un pueblo con mar, una noche, después de un concierto, un cantante famoso busca un bar. Detrás de la barra del único abierto, una mujer, atraída por el brillo del cantante, le dice a este que, si le entona una canción al oído, le servirá gratis unas copas. El intérprete le contesta poéticamente que solo cantará si ella le demuestra que es verde la luz de sus ojos de gata. 

No sabemos qué replicaría la mujer, quien seguro que se vio sorprendida gratamente ante la respuesta del cantante. Lo que sí sabemos es que este canta todo su repertorio hasta el amanecer, sin duda convencido de que será la forma de que le dé la llave de su habitación. Sabemos que canta y que bebe mucho alcohol, y que luego se acuesta, sueña con los ojos de gata de la mujer y no recuerda nada más. 

Al día siguiente, el cantante despierta con resaca y busca a la mujer, pero ya no está allí. Le dicen que ella se mosqueó porque se emborrachó y la usó como almohada, y que por las calles va contando que era un tipo vulgar. Claro, piensa el cantante, ella vio en mí el brillo y el carisma de un cantante de moda, pero no sabía que cuando me bajo del escenario soy un chaval ordinario.


Comentarios acerca del contenido

La historia de la canción Ojos de gata nos la va a contar un narrador interno, el protagonista de la misma, el líder de un grupo musical, quien nos describe con rapidez el espacio y el tiempo en el que se desarrolla la acción. Un pueblo con mar una noche después de un concierto… y el único bar que vimos abierto. Se sobreentiende que van juntos todos los miembros del grupo musical, pero es el líder el que entabla relación con la mujer que atiende la barra del bar. Y lo hace de manera singular, deslumbrado por su belleza: reinabas detrás de la barra, nada de tú atendías, no, tú eras la reina de aquel sitio, y lo dice en imperfecto, reinabas, un tiempo verbal acorde con la historia. Sin dudarlo, después del tiempo de la canción, esa mujer seguiría reinando en la barra de aquel bar, un reconocimiento de que la duración de ese deslumbramiento iría mucho más allá de la historia que se nos está contando.

Entre la primera y la segunda estrofa hay un gran salto: hay una elipsis, hemos pasado de la descripción del espacio y el tiempo a un diálogo muy personal; se supone que ha ocurrido algo, galanteo, seducción, deslumbramiento. El narrador salta del pasado al presente, nos dice lo que sucedió usando tiempos verbales acordes con ese acercamiento de los protagonistas: cántame, te sirvo, no pagas, dice ella, tres verbos en presente, tiempo que él también usa: canto, demuestras.  A la petición de la mujer: Cántame una canción al oído te sirvo y no pagas, el cantante responde de una manera nada usual, es una respuesta poética asombrosa, propia de un hombre deslumbrado: Solo canto si tú me demuestras que es verde la luz de tus ojos de gata, Indudablemente son bellos los ojos de gata de esa mujer, pero lo deslumbrante es la luz de la mirada de esos ojos verdes que tanto lo atraen. ¿Y cómo se demuestra eso? Pues ahí queda, que lo imagine el lector, aunque se supone que sería mediante un encuentro amoroso de ambos: primero canta él y luego ella le demostrará que ese deslumbramiento es mutuo y actuarán en consecuencia.

En las siguientes estrofas, se vuelve al tiempo en pasado, el protagonista nos dice todo lo que fue sucediendo: que quería que le diera la llave de su dormitorio, que cantó hasta el amanecer todo su repertorio, que cantó y bebió mucho, tantas canciones y tantas copas… Al final, se nos sugiere que se fueron a acostar juntos al amanecer pero, que nada más llegar a la cama, él se durmió debido al alcohol y  se olvidó de lo que ella esperaba. Que despertó con resaca y que la buscó pero ella ya no estaba, Que le dijeron que se había mosqueado pues se emborrachó y la uso como almohada y que comentó que era un chaval ordinario. Y el narrador termina expresando una duda, casi un imposible: cómo explicar que fuera del escenario él era una persona vulgar, normal, corriente.

Nada sin embargo es vulgar en esta canción, ni el espacio construido, ni la historia contada, ni el tiempo transcurrido, ni tampoco el final. ¿Por qué? Pues porque Ojos de gata contiene una historia melancólica que solo puede transmitirse mediante la poesía. Un hombre deslumbrado por la mirada de una mujer; una mujer que se siente atraída por el brillo de un famoso cantante. Ella le pide canciones al oído; él le expresa su deseo de que esa mirada sea solo para él. Cuando han de cumplir el pacto descrito, él ya no tiene fuerzas y lo vence el sueño. En ese mismo instante, ella descubre en el cantante no el deslumbramiento de un poeta ni el aura de un personaje con carisma sino la obviedad prosaica de un hombre vencido por el sueño. 

En la canción Y nos dieron las diez de Joaquín Sabina se nos narra la imposibilidad de la repetición de un recuerdo. En Ojos de gata de Enrique  Urquijo, se nos muestra una lucha desigual entre dos formas de seducción. Y en esa lucha de seducciones, el hombre lleva las de perder. Aquella mujer lo sedujo nada más llegar con una mirada deslumbrante que lo hechizó y, segura de su deslumbramiento, le pide una canción al oído. Él le pide que esa mirada deslumbrante lo sea también íntima, solo entre los dos. En la espera de tal momento, llega también el sueño, la imposibilidad de la alegría del encuentro. Si esa seducción se hubiera consumado entonces no habría habido canción, o al menos no habría habido canción de Enrique Urquijo. Y no la habría habido porque en las canciones de Enrique no se describe la felicidad sino la evocación melancólica de lo que pudo haber sido y no fue. Porque la melancolía es ese tren que no tomasteis, esa mirada que no devolviste, ese amor que dejasteis pasar. Esa imposible demostración de que es verde la luz de tus ojos de gata.

Por eso Ojos de gata es lenta y parsimoniosa, por eso en ella suena el acordeón y las guitarras susurran el deseo imposible, porque es una canción triste y sombría, sosegada y melancólica. Una hermosa canción. Una obra de arte. Una joya.

                                                       



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