26 Dic 2008
En aquellos días de navidad íbamos en casa de El Sordo, que era de los pocos que tenía televisor. De pronto apareció en medio de una película: Era un anuncio pegadizo y sencillo, rural y antiguo; venía del fondo del tiempo y te trasladaba lejos, a la casa del pueblo en Aravalle, entre los familiares y amigos de toda la vida.
Aquel anuncio siempre acompañaría a mi hermana, siempre, en la granja y en Madrid, en Canarias y en Sevilla, en Tres Cantos y en Aldeanovita. Era el mensaje feliz. Aquel anuncio, a pesar de lo que vino después, siempre la ayudaría a encontrar la melancolía de la navidad, envuelta en ritos familiares.
Sí, aquel anuncio sería para mi hermana la navidad, una mezcla de frío y misterio, de risas y villancicos.
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